“Los obsequios no se entregan por compromiso”
Al dar un regalo hagámoslo de corazón; no porque “tengo que darle algo” ni por compromiso, reciprocidad o “por cumplir”; peor de mala gana u obligación. Que sea un gesto espontáneo de simpatía y afecto; sencillo, sin ostentación ni ánimo de competir con otros dadivosos; sin esperar nada a cambio o como compensación por un favor recibido. Acompañándolo de una sonrisa sincera, de una afectuosa palabra o de una mirada amorosa haremos sentir bien al receptor y viviremos un momento intenso de verdadera felicidad. Nuestras relaciones se fortalecen por un sencillo y desinteresado acto que le hace bien a nuestra salud física y mental.
Miguel Ulloa Paredes