“Una poda” enfrenta a los habitantes de Olon

El escenario: Olón y Oloncito. Los actores, sus habitantes divididos en dos grupos que tienen versiones antagónicas de lo ocurrido el 19 de septiembre de este año en Olón, que ha derivado en denuncias ante la Fiscalía local, los ministerios de Turismo

El escenario: Olón y Oloncito. Los actores, sus habitantes divididos en dos grupos que tienen versiones antagónicas de lo ocurrido el 19 de septiembre de este año en Olón, que ha derivado en denuncias ante la Fiscalía local, los ministerios de Turismo y Ambiente y el Municipio de Santa Elena.

El conflicto entre los dos grupos, comuneros y residentes, data de hace años. Unos quieren más cabañas-restaurantes en las playas y otros que estas estén fuera de esa área.

De un lado está un grupo de residentes, que está formando una Asociación de Moradores, que asegura que aquel 19 de septiembre existió un atentado, un crimen contra la naturaleza, con la intención de perpetrar la invasión de la zona de playa.

La versión de Rodrigo Bustamante, Pablo Dicindio y otros habitantes es que primero, con tractor, se arrasó con toda la vegetación silvestre y los nidos de tortugas que había en un área de 800 metros del sector conocido como Oloncito y, después, con rastrillos de metal y machetes, unos veinte comuneros terminaron de destruir lo que quedaba. Algarrobos, pequeños árboles, madrigueras de cangrejos y nidos de tortuga.

Del otro lado están comuneros y miembros de la Asociación de Servidores Turísticos de Olón, que defienden la intervención en la playa. Según ellos, fue la poda de un área llena de arbustos con la que intentan evitar que se convierta en basurero, más aún porque Olón era la sede de un evento turístico interprovincial.

“No utilizamos ningún equipo pesado (tractor) para remover la arena. Lo que se utilizó fue una máquina podadora para que todos los arbustos queden a un solo nivel”, asegura Julio César Neira, presidente de la asociación.

Dicindio, un geólogo de profesión, asegura que Olón es una de las pocas playas que quedan para el desove (puesta de huevos) de las tortugas. La vegetación silvestre, indica, impide que se pierda la playa como ha ocurrido en otros lugares de la costa ecuatoriana.

La defensa de ese espacio, considerado vital para la conservación de la naturaleza, llevó a Dicindio, Bustamante, Juan Béjar García, Constantino Endara, Markus Frey, Jacinto Flor Díaz y Johnny Béjar Portilla a denunciar el hecho ante la Fiscalía de Santa Elena.

En la denuncia piden investigar, identificar y encarcelar a los culpables y establecer medidas de reparación y mitigación.

Los comuneros se defienden de las acusaciones con el argumento de que “no ha existido ninguna depredación y peor atentado contra los nidales de tortugas. Niegan que su intención, por el momento, sea la construcción de más cabañas-restaurantes.

“Sabemos que está prohibido levantar nuevas construcciones en la playa. No lo vamos a hacer de manera arbitraria, aunque con derecho lo podríamos hacer porque las cincuenta cabañas que tenemos en la playa de la comunidad no abastece en los feriados”, dice el comunero Facundo Reyes. Según él, delegados de los ministerios de Turismo y Ambiente ya constataron que no hubo afectación a la naturaleza. “Se fueron al ver que no había pasado nada”, dijeron. Los comuneros acusan a los residentes de no respetar las líneas de fábrica en sus construcciones, instalar sistemas eléctricos al pie de las palmeras y sembrar árboles con espinas para que los comuneros no crucen por esos alrededores. Los residentes, por su parte, aseguran que lo único que han hecho es mantener cuidados los espacios naturales que han permitido que las tortugas vuelvan a anidar en Olón. El único objetivo, dicen, es la protección del medio ambiente y, dentro de ello, consideran que las cabañas-restaurantes no deben estar en las playas. Tampoco a ellas deben llegar los vehículos.