Long contesta las dudas sobre su pasaporte
Guillaume Long viajó a Reino Unido, el 20 de junio, cumpliendo funciones como canciller de la República. Entró a ese país sin usar el documento de identidad ecuatoriano, como publicó EXPRESO.
Guillaume Long viajó a Reino Unido, el 20 de junio, cumpliendo funciones como canciller de la República. Entró a ese país sin usar el documento de identidad ecuatoriano, como publicó EXPRESO.
“Lamentablemente, en el caso del Reino Unido, mi solicitud para un visado en mi pasaporte ecuatoriano fue denegada y la respuesta escrita de la embajada del Reino Unido ante el Ecuador fue que “los titulares de pasaportes británicos no pueden tener una visa del Reino Unido en otro pasaporte”, explicó el funcionario en una carta abierta dirigida a los lectores de este Diario.
Long nació en Francia en 1977, tiene nacionalidad británica (por su padre) y es nacionalizado ecuatoriano (tiene cédula de identidad).
Que el ministro de Relaciones Exteriores no haya utilizado su pasaporte nacional en ese viaje sorprendió a excancilleres y al asambleísta Diego Salgado, de CREO: ellos opinaron que era políticamente incorrecto.
Pero Long aseguró que como ecuatoriano siempre viaja con su pasaporte ecuatoriano, como consta, dijo, en el registro de sus últimos viajes a Estados Unidos, Suiza, España, entre muchos otros. La excepción, entonces, fue Gran Bretaña.
Para él, que alguien haya observado el detalle de su pasaporte, es parte de “una campaña malintencionada que busca desdibujarme como el canciller extranjero”.
Por eso, añadió en la comunicación enviada ayer a este periódico, “aprovecho la oportunidad para reiterar una vez más que soy orgullosamente ecuatoriano. Nuestra Constitución establece que no podría desempeñar este cargo, ni pudiera haber estado al frente de ninguna de las otras dos carteras de Estado que tuve el honor de conducir, si no fuera ecuatoriano”.
Antes fue ministro coordinador de Talento Humano y de Cultura.
El canciller tampoco pasó por alto las críticas de los extitulares del Ministerio de Relaciones Exteriores y diplomáticos de carrera.
Para él, no deja de ser triste que, en lugar de confrontar con argumentos las diferencias políticas, hayan escogido “el camino mezquino de suscitar suspicacias sin fundamento, y, lo que es mucho más grave para exdiplomáticos, apelar solapadamente a sentimientos xenófobos”.
Y finalizó diciendo: “Debo entonces denunciar ese nulo sentido de Estado y ese daño que se hace a la Cancillería, una institución que tuvieron el privilegio de dirigir, para hacer un llamado al sentido republicano, democrático, ético y deliberativo que debe, incluso en este año preelectoral, guiar siempre nuestro quehacer público”.