Un ‘angel’ se lucio en el ‘infierno’
Sergio Ramos llevó ayer al Real Madrid a los cuartos de final de la Champions League
Liga de Campeones. El Real Madrid sufre pero dispone de un tiro de esquina. ¿Cómo termina la escena? Normalmente, con un gol de Sergio Ramos. Esta secuencia se ha visto muchas veces en los partidos europeos del equipo español, pero los aficionados del Nápoles tuvieron la (mala) suerte de presenciarla ayer en dos ocasiones en cinco minutos para ver arruinado su sueño de dejar al campeón en la cuneta de Europa.
La historia del equipo español incluye a un jugador al que se lo recuerda como el ‘ángel del Madrid’, Raúl González. Ayer esa denominación fue para Ramos, figura en el 3-1 con el que se selló la eliminatoria.
Los italianos fueron capaces de mostrar todos los defectos del equipo de Zinedine Zidane. Lo hicieron apoyados por una hinchada que cumplió con su promesa de convertir al estadio San Paolo en un infierno para el Real Madrid. Solo así podían superar una eliminatoria que venía con el 3-1 del Bernabéu.
Pronto se dio cuenta el equipo blanco de que le iba a tocar sufrir. En el primer minuto, cuando Insigne intentó sorprender a Navas con un disparo a la media vuelta. A partir de allí las ocasiones del Nápoles se fueron sucediendo.
El Madrid no supo contener al rival en el centro del campo y se vio superado por tierra, mar y aire en un sinfín de llegadas de los italianos hasta su área. Los delanteros del conjunto napolitano le ganaron siempre la espalda a los laterales del Madrid, sobre todo a Carvajal. Y en más de una ocasión se colaron con facilidad entre los centrales Pepe y Sergio Ramos.
Los de Zidane no olieron el balón durante mucho tiempo. ¿Dónde estaban Casemiro y Kroos? Superados por las circunstancias. Prueba de ello fue la combinación del 1-0, en la que Hamsik tuvo todo el tiempo del mundo para ver la incorporación de Mertens por la izquierda. El belga se plantó en el área del Madrid y cruzó el balón sin que Navas pudiera hacer nada para evitarlo.
Fue solo un espejismo. Ramos, con dos letales golpes de cabeza, y Morata, oportuno al momento de recoger un rebote, sentenciaron la suerte, porque ni el ‘infierno’ puede ante la jerarquía de un grande.