Los rostros del feminismo en Guayaquil, más allá del género y las frases cliché
Las activistas en Guayaquil hacen de la lucha feminista una práctica diaria e incansable, a favor de los derechos de todos, no solo de mujeres
No se trata de género, se trata de justicia. No son las marchas o las pañoletas color morado las que consagran a una mujer como feminista, dicen varias activistas a EXPRESO. Va más allá de eso. Como tampoco es un trabajo exclusivamente a favor de los derechos humanos de las mujeres. Aseguran que sus acciones defienden a aquellas personas que hayan sido vulneradas y que no hayan encontrado protección y respuesta en el Estado.
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Leer másDetrás de esa lucha que no descansa, hay rostros amables y sonrientes como el de Nadya Romero, de 37 años, que al preguntarle sobre qué es ser feminista aclara, entre risas, que es una especie de voluntariado y no una obligación: "Siempre escucho que cuando sucede algo dicen: ¿Dónde están las feministas? ¿Nosotras qué tenemos que ver ahí? salgo a protestar porque tengo el deseo de ayudar, de defender a otros; en retribución de lo que varias mujeres hicieron por mis derechos en años pasados, pero no es mi obligación defender a alguien más o evitar que sea vulnerado, eso es deber del Estado".
Nadya, quien forma parte del Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer, en Guayaquil, al igual que otras mujeres que se reconocen como feministas, defiende la igualdad de derechos y oportunidades de todos. Sobre todo, en materia legal. Ella es muy concreta cuando refiere lo que quiere con su lucha: un país más justo, que no hayan más femicidios, que la sociedad no culpe más a una victima de violencia .
"La lucha feminista no intenta crear una separación entre hombres y mujeres, lo que busca es justicia social, equidad, que las mujeres no hagamos trabajo gratuito, eso es lo que buscamos", reitera Nadya, quien es gestora de comunicación y posicionamiento en Cepam.
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Leer másLa lucha que Nadya lleva a cabo desde hace algunos años, junto a otros colectivos, ha dejado huellas en su día a día, pues detalla que hay casos de abusos o vulneración de derechos a mujeres que la han marcado al punto de tener pesadillas. Sin embargo, intenta ser más analítica con los datos que obtiene para continuar aportando: "Es algo que se va contigo a casa, es inevitable, pero aún así doy mi aporte".
UNA LUCHA QUE CANSA PERO NO SE VENCE
El sentir de Nadya se replica en el de Adela Vargas, una socióloga feminista y activista de 29 años. Ella, al igual que sus compañeras aseguran defender los derechos humanos de otros más allá del género. Aunque, recalca que las condiciones, en la sociedad ecuatoriana, desfavorecen más a mujeres. Esta problemática la mueve a ella y los colectivos a marchar en las calles y alzar su voz de protesta:
"¿Qué pasa si no marchamos?, pregunto, cada que alguien se opone a las marchas. Nosotras salimos a las calles cada año para recordar que nuestros derechos son iguales a los demás, al de los hombres y de aquellos que gozan de privilegios. Pese a que es algo que hacemos cada 8 de marzo (día en el que se conmemora a la mujer trabajadora), todavía vivimos injusticias laborales que, incluso, nos cuesta la vida".
Nadya acepta que su lucha no puede ser individual, y que necesita la unión o la suma de esfuerzos, como el de los colectivos. Solo así se podrá ver resultados a mediano o largo plazo. Sin embargo, estos grupos, a decir de ella, están cansados y adoloridos: "Ha sido una lucha de años, pero duele en el alma, en el cuerpo, en la mente ver cómo pese a que salimos siempre a marchar por nuestros derechos, aún hay casos de feminicidios en los que los responsables son padres. El activismo tiene esta realidades que generan impotencia".
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Leer másA esta reflexión se suma Marilyn Urresto, una socióloga de 27 años que se reconoció feminista hace siete. Ella, cuenta a EXPRESO que al igual que sus compañeras, solo busca igualdad de oportunidades y tratos, más allá de el género: "Más allá de activista, me reconozco como defensora de los derechos humanos".
Para Marilyn es gracioso cada que se menciona a los grupos feministas como los llamados a prevenir casos en los que mujeres hayan sido vulneradas: "Creen que somos los Avengers, cuando no es así. Cada que hay una injusticia, que roban o matan y tenemos que salir automáticamente a las calles. No es así, si salimos a las calles, si demandamos justicia, pero también tenemos una vida que está atravesada por diferentes formas de desigualdad y violencia. Pese a eso, nos damos el tiempo para ir derrumbado estereotipos".
Ser feminista, para Marilyn, no es un uniforme que se pones y se sacas al llegar a casa, es una condición de vida que se asume por un mejor futuro de los demás. Asegura que cada 8 de marzo es más que pintarse el rostro y salir a las calles a protestar. Se trata de una acción que busca la reacción del Estado a favor de los derechos de las niñas, niños, mujeres y hombres: "Salimos para decir que aquí estamos, que no nos hemos ido ni iremos hasta que no haya injusticias. Vamos a parar cuando tengamos una vida justa sin importar el género".
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