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Presidenta. Guadalupe Llori pasó la semana apagando incendios y multiplicando los esfuerzos de contención.Archivo/EXPRESO

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La conspiración se desató en la sede legislativa. Ahora la nueva mayoría quiere la cabeza de Guadalupe Llori

CONSPIRADORES, escribió Guadalupe Llori. Con todas sus letras y en mayúsculas. Dos, tres veces. Había pasado la semana apagando incendios tras bastidores y multiplicando los esfuerzos de contención. En el Consejo de Administración Legislativa (CAL), en el Pleno, en chat de la bancada de Pachakutik… La nueva mayoría conformada días atrás por correístas, socialcristianos y disidentes de Pachakutik (“rebeldes y patrióticos”, se hacen llamar) para tomar el control de las instituciones del Estado, creyó tenerla cercada en algún momento. El viernes la presidenta de la Asamblea Nacional pasó al ataque. Dos hilos de mensajes en el Twitter bastaron para exponerlos y dejarlos, por el momento, mal parados.

Nada más fácil. La estrategia de la nueva mayoría es digna de una tribu de motociclistas posapocalípticos de la película Mad Max. Consiste en entrar a saco y romperlo todo. A lo bestia. ¿No nos gustan las autoridades de control? Pues las juzgamos, las censuramos, las destituimos y las reemplazamos por otras. ¿Perdimos la mayoría del CPCCS que nos asegura el control de esos nuevos nombramientos? Pues llamamos a los consejeros que nos la quitaron y les cortamos la cabeza. ¿La ley no nos permite hacerlo de inmediato? Pues violamos la ley, que para algo han de servir los votos. ¿La presidenta de la Asamblea pone obstáculos de procedimiento? Pues la echamos. Y de paso nos alzamos con el control del CAL y de las comisiones, especialmente la de Fiscalización, la más incómoda. En corto: están muertos de hambre y se les nota. Tanto, que hasta los socialcristianos (que fingen cierto estilo) han decidido pasar de agache esta semana, abochornados, como si no fuera con ellos. Solo Luis Almeida salió a ejercer su inusitada vocería.

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Bochorno total: la propuesta de resolución para violar el Código Orgánico de la Función Legislativa fue un paso en falso que pintó de cuerpo entero a la nueva mayoría. Ocurre que los juicios políticos contra las autoridades de control, presentados sin pudor en una misma semana y calificados en un día, estaban en marcha cuando perdieron el control del CPCCS. Y sin un CPCCS propio que elija un contralor propio, de nada sirve destituir al actual. Era necesario destituir primero a los cuatro miembros del CPCCS que no se dejan mangonear y después reemplazar a las autoridades de control. Propuesta: juicio político contra los cuatro malportados. Problema: la ley establece que los juicios políticos se realizan en el orden en que fueron calificados. Solución: violar la ley por mayoría de votos. En eso consistía la propuesta de resolución que presentaron los tres partidos de la nueva mayoría y que esperaban introducir a debate mediante cambio del orden del día. Guadalupe Llori ganó tiempo evitando convocar a una sesión nueva (las tres del jueves fueron continuaciones de sesiones inconclusas y no admitían, por tanto, cambios en el orden del día) mientras la Comisión de Fiscalización hacía el escándalo. Con tanto éxito que a la nueva mayoría no le quedó sino recular. Esta vez solo enviaron a los más hambrientos para que den la cara: los “rebeldes y patrióticos” de Pachakutik.

Pero la conspiración siguió su curso. Ese jueves, cuando Fernando Villavicencio denunció que el objetivo de la nueva mayoría era desconocer a las autoridades de la Asamblea y buscar el control de las comisiones parlamentarias, todo parecía una exageración irrealizable. Por la tarde, sin embargo, una nueva propuesta de resolución que llegó al despacho de la presidenta y empezó a circular en los grupos de WhatsApp vino a darle la razón. En la Asamblea es un secreto a voces que todas estas resoluciones salen de lo que Villavicencio ha llamado “el cuarto de guerra” del correísmo. Lo cierto es que quienes dan la cara por ellas son invariablemente los hambrientos rebeldes y patrióticos. En esta ocasión, fue Mireya Pazmiño quien puso su firma.

¿Qué propone? En lo esencial, destituir a la presidenta y a los miembros del CAL. Claro que no utiliza esas palabras tan feas, no. El proyecto de resolución dice “conformar una comisión pluripartidista ad hoc, de cinco miembros, que conocerá e investigará el incumplimiento de funciones de los miembros del CAL”. Se refiere al procedimiento seguido por Guadalupe Llori para calificar el juicio político contra los cuatro consejeros del CPCCS. Según la presidenta, otros pedidos llegaron antes: uno contra el Consejo de la Judicatura y otro más contra el CPCCS, pero contra los siete, incluida la sobrina amada en quien Luis Almeida tiene sus complacencias. Una vez más el orden de los juicios pone al descubierto las intenciones de la mayoría: no les interesa destituir a supuestos corruptos sino nombrar a los suyos propios. El caso es que, cuando se tiene la mayoría, “conocer e investigar un incumplimiento de funciones” solo puede significar una cosa: destituir.

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Fue ese proyecto de resolución firmado por Mireya Pazmiño la causa de la explosión de Guadalupe Llori en el Twitter la tarde del viernes. Básicamente, la presidenta llama a las cosas por su nombre y trapea el piso con los rebeldes y patrióticos: “Al menos dejen que otra bancada CONSPIRE -les dice- y no demuestren la ambición, la inmadurez política y la asquerosa actitud de ser desechables de UNES. ¡SON LA PEOR VERGÜENZA!”.

Mientras tanto, otro capítulo de la conspiración se libraba soterradamente en el CAL, donde el vicepresidente Virgilio Saquicela, de la bancada oficialista, tiene en pindingas a todo el mundo. ¿Se viró? ¿No se viró? Que sí, dicen los correístas. Que son rumores, responde el jefe del bloque de CREO, Fernando Flores. Que “tiene interés en tomar distancia de la bancada”, confirma y no confirma Nathalie Arias. “No me he enterado de nada”, sale por la tangente el aludido, interrogado por este Diario. Y luego va a la sesión del CAL y, en el debate sobre el orden de calificación de los juicios políticos, vota correísta. Fin de capítulo. El ataque de la tribu de motociclistas posapocalípticos no ha hecho sino comenzar.

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La estrategia de la nueva mayoría parlamentaria es la misma de los motociclistas posapocalípticos de las películas de Mad Max: entrar a saco y romperlo todo.

Bochorno

Guadalupe Llori trapea el piso con sus excompañeros: “No demuestren la ambición, la inmadurez política y la asquerosa actitud de ser desechables de UNES”, les dice.