Yenny Elizalde
Yenny Elizalde migró a los Estados Unidos con el sueño de darle un mejor futuro a sus cuatro hijos.CORTESÍA

“Mi hijo me dijo: no te vayas, ya no te haremos gastar mucho”

Yenny migró a EE.UU. en busca de un mejor futuro y con la promesa de volver a reunirse con sus hijos para nunca más separarse

Cinco años le costó a Yenny Elizalde poder concretar el tan anhelado viaje a los Estados Unidos. La falta de oportunidades en Ecuador, ser madre soltera y el deseo de una mejor vida para sus hijos, fueron la dosis de motivación y el impulso necesario para que tomara la decisión de dejarlo todo atrás y migrar con la esperanza de una vida más digna, para ella y su familia. 

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El 17 de noviembre de 2023, Yenny, de 34 años, dejó su natal Guajalanche (Puyango, Loja), para embarcarse en un viaje que marcaría el inicio de una nueva etapa en su vida. Una maleta cargada de ilusiones, sueños y, por sobre todo, la promesa de un día volver a encontrarse con sus cuatro niños -como ella los llama-, fue su principal compañía. 

Así arrancó su odisea. Como muchos otros migrantes ecuatorianos, viajó en avión desde Guayaquil hasta El Salvador, junto a dos familiares. Desde allí, continuaron por tierra hasta el muro que divide la frontera entre México y Estados Unidos. Esta travesía -la que les habían recomendado para evitar pasar por la peligrosa selva del Darién- les tomó alrededor de dos semanas. 

El 4 de diciembre de 2023, Yenny completó -con éxito- la primera parte de su sueño americano: por fin, había llegado a Nueva York. Allí fue recibida por su hermano mayor, Stalin, quien reside desde hace 8 años en los Estados Unidos.

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Dejar a sus hijos en Ecuador, la decisión más difícil

Yenny, la protagonista de esta historia, narra a EXPRESO que la decisión más difícil de su vida fue dejar a sus cuatro hijos en Ecuador. Pese a eso, afirma sentirse tranquila al contar que ellos quedaron bajo el cuidado y protección de sus abuelos maternos.

"Mis hijos se quedaron con mis papás y, de hecho, ellos fueron quienes me dieron fuerzas para que tomara la decisión de viajar", refiere con un leve -pero notable- quebranto en su voz.

Al preguntarle sobre cuál fue la reacción de sus hijos cuando se enteraron de que su madre viajaría a los Estados Unidos, inmediatamente piensa en Aaron, de 9 años. “Mamita no te vayas. Ya no te vamos a hacer gastar mucho”, le dijo. Estas palabras quedaron marcadas -como un tatuaje en la piel- en la memoria de Yenny, al punto de provocarle lagrimas cada vez que las recuerda.

Yenny Elizalde
Aaron (derecha), es el hijo menor de Yenny. Tiene 9 años.CORTESÍA

Para Milta Padro, madre de Yenny, quedarse a cargo de sus nietos representa un compromiso mucho más grande, pero afirma que lo asume con toda responsabilidad y cariño. “Ahora tengo que estar mucho más pendiente de ellos. Le pido a Dios que me tenga con salud para poder ayudarlos”.

Milta Prado
Carlos Elizalde y Milta Prado, padres de Yenny, quienes ahora están a cargo de sus cuatro nietos.CORTESÍA

Además, doña Milta cuenta que este proceso ha sido “duro” para ella. “Como madre me dio bastante pena que mi hija se vaya a otro país. No fue fácil, pero al final lo acepté porque era por el bien de mis nietos”, asegura.

El testimonio de la madre de Yenny es el de miles de madres que no encuentran tranquilidad hasta saber que sus hijos o hijas, que decidieron salir a otros países por distintas razones, llegaron sanos y salvos. “Uno sufre hasta el momento en que le dicen: buenos días, mamita, ya llegué a mi destino”, explica.

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Llegar a Nueva York fue solo el inicio de un gran sueño

Yenny cuenta que corrió con suerte. Tres días después de su llegada, consiguió su primer empleo. Algo que a muchos otros migrantes les toma semanas e incluso meses. “Está muy duro conseguir trabajo, hay quienes vinieron conmigo y todavía no encuentran. Gracias a Dios, yo logré conseguir a los tres días”, relata.

Actualmente, labora en un restaurante de comida italiana, de martes a viernes. Los sábados, domingos y lunes trabaja haciendo limpieza. Prácticamente, no tiene un solo día de descanso, pero al consultarle si valió la pena toda esta travesía, no duda en responder afirmativamente. "Voy aquí apenas seis meses y cuando mis hijos necesitan dinero para comprar algo, tengo de donde darles. En cambio, en Ecuador, podíamos necesitar todos y no había de donde".

Aún así, aconseja a otras mujeres y madres que se encuentren en una situación similar, "pensarlo bien y ponerlo todo en una balanza". Con lagrimas en sus ojos resalta que "ni todo el dinero del mundo que se pueda tener, se compara con el amor de los hijos".

El objetivo de Yenny es poder, algún día, llevar a sus hijos a los Estados Unidos. En sus planes -al menos por ahora- no está la idea de regresar a Ecuador. Su objetivo principal es dedicarse a trabajar y más adelante intentar conseguir la residencia permanente en ese país.

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