A Mayra no le pagan lo que se merece
Mafiosos, jueces, políticos... Si Mayra Salazar no existiera, ellos tendrían que inventarla. Porque les haría una falta inmensa
“Necesito hacer plata”, le escribe Mayra Salazar a su amiga Joha en el WhatsApp. Es agosto de 2023 y lleva años intentándolo todo y relacionándose con la gente más impresentable del país para ganar dinero, incluyendo a los peores asesinos; mafiosos que lavan fortunas desde la prisión o desde Miami; operadores políticos acaudalados que trafican tierras y corrompen jueces para asegurarse golpes millonarios desde la Asamblea; prófugos con billeteras ilimitadas para financiar campañas desde Europa… Les ha servido lo mejor que ha podido, pero nada: “estos delincuentes”, le dice a Joha, calificándolos con el más soez de los epítetos, “no comparten”. Y remata: “ya no sé qué inventarme”. Y si ella no sabe qué inventarse, la cosa es grave. El chat es significativo porque revela hasta dónde está dispuesta a llegar Mayra Salazar para volverse rica: hablan de mandar cocaína en un avión a México u Holanda. Tienen la nave; tienen el piloto, que “manejaba las avionetas de Correa, algo así”; tienen los contactos internacionales, gente que trabaja con los hijos del Chapo; tienen, al parecer, hasta la droga. Pero… ¿tienen el coraje?
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Narcotraficante o no, personajes como ella son quienes hacen posible la narcopolítica en el Ecuador. Hoy, Mayra Salazar es la figura del momento. Desde que estalló el caso Purga, una investigación que fue posible gracias a los hallazgos de la Fiscalía en su teléfono celular, el país se encuentra perdidamente enganchado con la telenovela por entregas de sus aventuras en el mundo del hampa. Con un capítulo nuevo cada día, en los diarios de circulación nacional o en los noticieros de la noche, vivimos de asombro en asombro. El lunes aparecía lavando dinero de los narcos; el martes, consiguiendo prostitutas para los jueces; el miércoles, arreglando rituales de santería en Cuba, para la presidenta de la Corte de Justicia del Guayas… ¿Qué vendrá luego? Y sobre todo, ¿con quién? Recibe un sueldo mensual del socialcristiano Pablo Muentes, hombre de confianza de Jaime Nebot; viaja a México a reunirse con Rafael Correa; y confía en que la victoria de Daniel Noboa en las presidenciales le ayude a vender una casa para salir de apuros. Ubicua, recursiva, versátil, incansable, endiabladamente bien contactada, sexy, seductora, tan voluble en su apariencia física como en sus actividades (¿no parece una persona diferente en cada foto que se hace pública?), Mayra Salazar es el punto en el que se cruzan todos los caminos de la mafia, de la justicia y de la política, tres personas diferentes para un solo fantasma verdadero: la narcopolítica.
Aquí nadie se hace cargo de su perro
Leer másMás una facilitadora que una operadora propiamente dicha, Mayra Salazar despliega una lista de actividades que da vértigo. Uno se pregunta de dónde sacaba tiempo para tantas cosas. Con semejante capacidad de trabajo puesta al servicio de causas nobles, podría cambiar el país. A continuación, una lista incompleta de sus tareas, que no son suyas propiamente: son las tareas cotidianas del Ecuador político.
- Maneja la agenda de entrevistas y eventos de la presidenta de la Corte de Justicia del Guayas, Fabiola Gallardo. Organiza viajes para ella y otros jueces. Lleva a un grupo a Washington, a una reunión de la OEA en la que no tenían función alguna que cumplir, salvo pasear e ir de compras. Con Cristina Reyes, la presidenta del Parlamento Andino, a quien también asesora, palanquea un viaje oficial a Bogotá para la presidenta. Las tres se fotografían con la sonrisa de oreja a oreja.
- Desde su puesto de comunicadora de la Función Judicial del Guayas intermedia entre Leandro Norero y los jueces que le sirven. Brinda también servicios de operación judicial al pandillero y exasambleísta del correísmo Ronny Aleaga, alias Ruso.
- Lava dinero sucio de Norero. Con esa actividad pretende financiarse la compra de una casa. En uno de sus chats dice que para terminar de pagarla debe ponerse a “lavar en serio”.
- Gracias a sus contactos con la farándula (daba clases en un instituto de televisión y trabajó un tiempo en el canal TC) organiza fiestas de disfraces con celebridades, a las que invita a jueces de Guayaquil, entre ellos el juez distrital de lo contencioso administrativo Mario Proaño Quevedo, que trabaja en su mismo edificio y con quien acostumbra tomar café con bolón en compañía de Fabiola Gallardo. “Marido”, le dice.
- Opera un troll center que pone al servicio de sus contactos políticos. Así, por ejemplo, por pedido de Pablo Muentes, que le paga un salario mensual de 2.500 dólares según el expediente del caso Purga, organiza una campaña de desprestigio en redes contra Ricardo Noboa, el abogado del Banco del Pacífico a quien el socialcristiano pretende dar un golpe financiero de 4 millones de dólares.
- Preside una fundación para la atención de personas privadas de la libertad. Planifica usar los contactos y facilidades de esa fundación para introducir objetos ilegales a las cárceles. Logra entrar, por ejemplo, carpas para organizar eventos. Para darse lustre, vincula en esta actividad a políticos reconocidos, como Cristina Reyes, quien vuelve a fotografiarse con ella en la movida.
- Participa en la campaña correísta, coordinando la entrega de materiales para Ronny Aleaga.
- Ante un llamado del expresidente prófugo Rafael Correa, viaja a México a entrevistarse con él en compañía de la entonces candidata correísta a la Alcaldía de Simón Bolívar, María Fernanda Vargas, estrella de Only Fans.
- Por pedido de personas no identificadas, participa en el hackeo del medio digital Plan V para tumbar una página sobre el caso León de Troya.
En el reino del conflicto de interés
Leer más- Con Pablo Muentes organiza la campaña del juez Hugo González para sustituir a Gallardo en la presidencia de la Corte del Guayas. Reparte sánduches de El Sanduchón, la sanduchería de Muentes, entre los jueces.
- Coordina los servicios sexuales de chicas de televisión para clientes de mucho dinero.
- Contrata, siempre bajo pedido, gorilas para mandar a pegar o asustar a otras personas. “Tranquilidad, lo hará alguien realmente malo”, dice en el chat respectivo.
- Gestiona rituales de santería para que Fabiola Gallardo se sienta protegida por las divinidades afrocubanas.
- Gestiona colocaciones y contratos en el sector público a cambio de comisiones. Entre ellos, un contrato de limpieza con el Municipio de Guayaquil y un puesto de trabajo en el SRI.
Imposible calcular las comisiones, mordidas, retribuciones, importes y tarifas por cada uno de estos servicios. Sume los 2.500 dólares de Pablo Muentes. Los 3.000 del Parlamento Andino. Y una cifra parecida por sus servicios en la Corte del Guayas. Todo es poco para Mayra Salazar. “Necesito hacer dinero”, le dice a su amiga Joha. Esta codicia desenfrenada es lo que hace de ella un personaje imprescindible para la política ecuatoriana. Leandro Norero y Xavier Jordán; Ronny Aleaga y Pablo Muentes; Rafael Correa y Jaime Nebot; jueces, políticos, mafiosos… Si Mayra Salazar no existiera, entre todos ellos tendrían que inventarla.