IGLESIA LA DOLOROSA (7237899)
Las misas de la parroquia La Dolorosa se transmiten en vivo por Facebook Live; feligreses participan desde sus casas.GUSTAVO GUAMAN / EXPRESO

Los medios virtuales, una vía para la espiritualidad

Con la pandemia, las iglesias Católica y Cristiana establecieron las transmisiones en vivo de sus celebraciones, por redes sociales, para seguir acompañando a sus comunidades

“Buenos días, hermanos y hermanas. Bienvenidos a nuestra celebración dominical, acojamos también a las personas que a través de las redes virtuales se unen a nuestra celebración”. Con estas palabras, el padre Homero Fuentes S.J. -jesuita- comenzaba la misa del domingo 24 de octubre, en la parroquia La Dolorosa, en el norte de Quito, transmitida en vivo por Facebook Live.

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A través de una pantalla con conexión a Internet, cerca de 400 personas escuchaban al padre Homero dirigir la misa, detrás de un altar rodeado de flores, con la imagen de la Virgen de la Dolorosa y un Jesucristo clavado en la cruz, al fondo.

Los feligreses, en sus casas, participaban de la eucaristía a través de comentarios en Facebook, con peticiones por el “eterno descanso” de sus familiares, la salud, el trabajo, sus familias; también agradecían a Dios y a la Virgen de La Dolorosa por las bendiciones recibidas.

Al momento de la comunión, el padre invitaba a “quienes se unen a través de las redes virtuales y están preparados” a recibir “la comunión espiritual”.

Las transmisiones por Facebook son un camino alternativo, pero no suplen. La gente quiere llegar al templo.

padre Homero Fuentes, párroco de la parroquia La Dolorosa.

La tecnología no solo permitió que las personas puedan seguir trabajando o educándose durante la pandemia, también que aquellos que son creyentes en Dios puedan seguir practicando su espiritualidad, a través de la participación virtual en actividades que hacían con regularidad como la asistencia a la iglesia.

En la parroquia La Dolorosa, desde 2016 comenzaron a transmitir una de las misas del domingo, por Facebook, enfocada principalmente a aquellas personas que no podían asistir al templo por condiciones de salud. Pero, con la pandemia, ahora se transmiten las cuatro misas del domingo y una de martes a sábado, a las 08:30.

La iglesia se apoya de tres cámaras en diferentes planos: una en dirección al altar, otra hacia el centro de lecturas bíblicas y otra, desde un segundo piso, que ofrece una vista panorámica. Para la grabación y transmisión por streaming utilizan el programa OBS, que opera una persona desde una cabina ubicada detrás del altar.

El aforo permitido actualmente para las iglesias es del 50 %. La parroquia La Dolorosa tiene capacidad para 1.200 personas; sin embargo, solo está recibiendo 340, para poder cumplir con el distanciamiento social.

“Las transmisiones por Facebook son un camino alternativo, pero no suplen. La gente quiere llegar al templo”, considera el padre Homero Fuentes, para quien esto también ha significado un cambio de mentalidad.

Esta alternativa también ha acercado a sus antiguas parroquias a los migrantes, con las que ya tenían un sentido de pertenencia. Andreína González, migrante venezolana en Quito, comenzó a asistir virtualmente, vía YouTube, a la celebración de la eucaristía de la que fue su parroquia de siempre, La Sagrada Familia, en el estado Miranda, Venezuela.

Para lograrlo con éxito, buscaba un espacio adecuado en su casa, que le permitiera concentrarse en la ceremonia. “Es la mejor manera en la que yo establecía la conexión con Dios en ese momento. Sí lo lograba, espiritualmente sí me conectaba”, dice, aunque para ella la mejor manera de asistir a la misa seguirá siendo presencial.

Para el padre Juan Carlos Garzón, vicario episcopal de la Arquidiócesis de Quito, estos cambios impulsados por la pandemia le permitieron a la Iglesia católica descubrir otras formas de evangelizar. “La misión es acompañar a nuestro pueblo y este nos exigía que lo sigamos haciendo desde la virtualidad”, comenta.

En este desafío, los jóvenes –catequistas o sacerdotes–, han asistido a los sacerdotes de mayor edad, explica el vicario episcopal, quien ejemplifica que la misma situación se ha presentado en casa con los abuelos, asistidos por sus nietos o personas más jóvenes para que puedan participar de la eucaristía desde sus casas.

“La virtualidad llegó para quedarse, pero no lo es todo. Nosotros privilegiamos la presencialidad. El amor es encuentro y esto nunca será reemplazado por la virtualidad”, subraya el representante de la Arquidiócesis y recuerda que la pobreza también ha golpeado a muchas familias que no tienen Internet ni acceso a equipos tecnológicos.

Para la comunidad cristiana en Ecuador, la tecnología también ha sido una herramienta fundamental para seguir conectándose con su espiritualidad.

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La iglesia Centro Cristiano de Guayaquil, en el norte del Puerto Principal, realiza transmisiones por Facebook y YouTube de sus cultos del domingo y cultos de oración entre semana. Desde sus celulares o tabletas, las personas escuchan las alabanzas a Dios y las lecturas de la Biblia, que se acompañan con textos en el video e imágenes alusivas a la lectura.

Para Elsa Zurita y su familia es una tradición asistir los domingos a esta iglesia, con la pandemia han continuado haciéndolo a través de la red social Facebook. Elsa se conecta con su esposo, Oswaldo Tapia, al primer culto del domingo, a las 08:00. Aunque desde hace poco tiempo ya pueden asistir físicamente; cuando les resulta imposible, lo hacen al menos virtualmente.

“La fe nos ha dado la tranquilidad de saber que estamos cuidados”, comenta Elsa, quien además está acostumbrada a consultar la Biblia desde una aplicación móvil, con frecuencia.

UN ENCUENTRO ONLINE PARA ORAR

Cada martes a las 19:00, Daniela Arias lidera la célula, un grupo de oración y alabanza a Dios, cuyo objetivo es brindar un soporte para las circunstancias difíciles, a través de mensajes bíblicos. “Es una atención más personalizada. El líder te guía a través de la palabra de Dios”, comenta Daniela, quien es miembro de la iglesia cristiana Comunidad de Fe.

La célula que dirige Daniela se reunía anteriormente en su casa, en Quito. Desde que comenzó la pandemia, lo hacen por la aplicación Google Meet.

El grupo está integrado por 11 personas, aunque no siempre se conectan todas. El martes 26 de octubre lo hicieron cuatro mujeres. Al comenzar, cada una hizo una petición particular. Luego, Daniela cantó una alabanza, con música de fondo, para dar paso a la lectura de la Biblia, dedicada ese día a cómo responder a los ataques. Algunas de las participantes comentaban sobre la lectura y episodios en sus vidas en los que han aplicado los mensajes de Dios.

Evelyn Tapia, una de las integrantes, realizó la oración final de la actividad. Para ella, la célula fue la mejor forma de liberar estrés y todas las preocupaciones que significaron en su vida los primeros meses de la pandemia, en los que estuvo viviendo lejos de su familia. “Era el momento de la semana que me reanimaba y me daba paz. He sido más consecuente con los encuentros con la pandemia”. La virtualidad también le ha permitido conectarse a los cultos de su iglesia en Guayaquil, desde Quito, donde trabaja.