Memoria historica
El paro de transportistas registrado en estos días, para presionar al régimen a retomar los subsidios a los combustibles, nos recordó al caótico país de décadas pasadas. Sin embargo, el servicio y el trato a los usuarios no han cambiado sustancialmente en años. Las unidades siguen siendo ineficientes, mientras que el irrespeto por las leyes de tránsito se ha convertido en un problema crónico. Cada día se ven buses excediendo los límites de velocidad en las carreteras, poniendo en peligro miles de vidas humanas. Pero no solo se trata de una cuestión técnica, sino también de la actitud de los conductores profesionales, que acumulan multas de tránsito en sus registros, mientras siguen ejerciendo. Lo mismo ocurre con el taxismo, que continúa ignorando el uso del taxímetro e imponiendo tarifas a su antojo, descuidando aspectos básicos como la integridad del pasajero, que se siente desprotegido ante el embate de la delincuencia. De esto no hablan los dirigentes, quienes insisten en sus anacrónicas estrategias de caotizar el país y no se preocupan por optimizar sus actividades. El derecho a la protesta es válido, siempre y cuando exista la voluntad de asumir responsabilidades con la comunidad. De lo contrario, hay el riesgo de caer en el vandalismo.