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Temor profesionales
Muchos profesionales temen exponer sus servicios en plataformas digitales.Foto: referencial / archivo

El miedo estanca a los profesionales

Muchos evitan exponer sus contactos en plataformas sociales o mediáticas, por temor a ser víctimas de extorsiones

Ya nada es igual. Las nuevas dinámicas delictivas del crimen organizado han afectado las actividades sociales y de desarrollo de la ciudadanía. Actualmente muchos profesionales temen exponer sus servicios.

¿Entonces cómo se promocionan? Muchos prefieren hacerlo a la antigua: por recomendaciones de otros clientes o solo se vinculan con conocidos. El publicar sus negocios o servicios en las redes sociales es algo que no todos suelen hacer por temor a ser extorsionados.

Erika tiene un negocio de tortas y dulces y ha preferido no difundirlo en ninguna red social. Si entrega volantes, solo indica su número de WhatsApp, pero no coloca la dirección del local por temor a que la ‘vacunen’.

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Otro profesional comenta a EXPRESO que a las empresas que refieren sus servicios les ha solicitado que indiquen a los clientes que lo contacten mediante un mensaje de texto, que le envíen una captura de la factura y del bien adquirido. Así constata que son de verdad clientes y no delincuentes, para atenderlos.

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A pesar de ello, admite que igual tiene miedo de que le hagan daño y le roben. No contesta números desconocidos.

Asimismo, hay profesionales de la salud que han decidido no publicar sus actividades porque han escuchado de colegas perjudicados por el crimen. O por temor a que los amenacen. Por esto, cuando un paciente le escribe a Francisco Martínez, le consulta quién lo refirió.

Ahora existe el temor de que la persona que solicita el servicio o producto, tenga otras intenciones, destaca Lorena Cuadrado, directora de UEES Mental Health Center de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo. “Vivimos en permanente zozobra”, lo que crea “mucha tensión, preocupación y estrés”.

Por ello, ahora los clientes, como por ejemplo pacientes que buscan atención médica, tienen que ser sometidos a un “escrutinio” por parte de quien brinda el servicio, como una medida de autocuidado, cuenta Martínez. Esto al principio molestaba a algunos, pero ahora que cuidarnos es una hipernecesidad, se muestra mayor tolerancia a ello y ya no les es molestoso, sino que lo comprenden.

El problema de fondo no es manejar las emociones ni es nuestro deber que cada uno se cuide de que no lo extorsionen o maten

Manuel Capella

Psicólogo clínico y social, docente de la UG

Por otra parte, la especialista comenta que muchos de sus colegas, en cambio, han optado por cerrar sus consultorios, debido a este temor. “Yo lo cerré por un tiempo por el tema de la inseguridad”. De esa manera, el trabajar se ha transformado en un reto para los profesionales, incluidos los de la salud, ya que esta crisis influye en “nuestra psiquis y para yo (poder) atender a la población, tengo que estar bien”.

Este miedo, señala Manuel Capella, psicólogo clínico y social, investigador miembro del Observatorio de Avances Académicos en Psicología y docente de la Universidad de Guayaquil, no quiere decir que se sufra un desorden patológico, sino que es una consecuencia lógica. Esto porque las circunstancias sociales en las que ahora vivimos los ecuatorianos no son normales ni peor deberían ser normalizadas, subraya.

Esto porque el derecho a la vida, a la salud, a la seguridad y al trabajo no están siendo garantizados, lamenta Capella. A su criterio, la conducta que tenga un profesional por resguardarse “no es un problema de salud mental, sino que el problema de fondo es económico, político, cultural y de gobernanza”. Y a eso corresponden las respuestas y las sensaciones de la población.

El ser humano es sociable y al limitarnos, no nos estamos desarrollando de manera óptima tanto a nivel físico, cognitivo y social

Lorena Cuadrado

Directora de UEES Mental Health Center

Por lo que a la ciudadanía le ha tocado hacer lo que está a su alcance, dice Martínez: desarrollar nuevos hábitos que nos den una sensación de seguridad. Por ello, hoy en día se habla de estrategias de autocuidado tanto para profesionales como familiares, dice el psicólogo, que en sí son protocolos o estrategias improvisadas’, porque no somos expertos en seguridad.

Eso ha producido en la sociedad una psicosis, advierte Cuadrado, porque no hay esa tranquilidad de poder actuar en libertad. A esto se suma que si alguien quiere frecuentar un lugar, este debe ser muy conocido o de alguna manera muy seguro. Pero existe la sensación de que en la ciudad ya no hay sitios cien por ciento seguros. Aunque antes se decía que el norte de Guayaquil lo era, ya no. Ahora la tendencia es reunirse en los domicilios en lugar de en lugares abiertos.

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La sociedad enfrenta de la mejor manera que puede los altos niveles actuales de criminalidad. Pero el inconveniente, explica Capella, es cuando el problema de la inseguridad es convertido en un asunto individual desde el discurso emitido por las fuentes oficiales, por el gobierno de turno, o reproducido en los medios de comunicación. Es decir, cuando se pide gestionar mejor el miedo, las emociones o la resiliencia individual, porque se invisibiliza el problema de raíz.

La inseguridad ya no es una percepción, es una realidad que produce agorafobia y que ha trastocado los hábitos en diversas disciplinas

Francisco Martínez

psicólogo clínico y docente

La contradicción que ve el psicólogo Capella es que el sistema social pide que las personas se cuiden, pero no les da los medios para hacerlo. También demanda que se ofrezcan servicios profesionales, pero eso no garantiza que no se atente contra las vidas. “Estas contradicciones no pasan por la psicología de los individuos, sino por las injusticias e iniquidades del abuso de poder y de las negligencias de los regímenes de turno”.

Para Martínez, la seguridad no es un tema que se solucionará de la noche a la mañana, porque esta crisis tampoco ocurrió así. Además, la solución también involucra “el otro lado”, es decir a los poderes Ejecutivo y Legislativo, y depende de si se involucran como deben, o siguen pensando en sus agendas electorales del próximo año. En todo caso, el control de esta situación implica un esfuerzo a largo plazo, reconoce.

Por otro lado, Capella sostiene que si se le dice a la población que todo va a estar bien o que estamos mejor y eso no es cierto, hay una manipulación con fines políticos, electorales o por beneficios económicos. Al final, las personas pierden la confianza en quien se los dice.

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