Migración disminuye por miedo a la ruta
Entre un 40 % se ha reducido el éxodo en las comunidades de Tungurahua. La peligrosa ruta de Darién los detiene
Rosa Toapanta quiere salir de Ecuador, asegura que la inseguridad la tiene con los nervios de punta, pero tampoco quiere arriesgar su vida en un viaje incierto.
La joven, de 25 años, trabaja en un gabinete de belleza en el sur de Ambato, y pese a que siempre la van a visitar los policías para preguntarle novedades, sus deseos por ir en busca de un mejor trabajo las mantiene.
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No lo ha hecho, porque teme pasar la misma experiencia que su hermana mayor, quien hace un año se fue con su hijo de 2 años y esposo por la travesía de la selva de Darién. Fue secuestrada y vejada por grupos delincuenciales que pidieron dinero para que se reencuentre nuevamente con su familia.
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Leer más“Aunque no nos cuente, ella sufrió mucho, al igual que su familia en su camino a Estados Unidos. Ahora está trabajando y prefiere no recordar. ¡Eso me detiene!”, mencionó la joven.
Esa experiencia contada por migrantes de lo vivido durante la travesía ha permitido que mucha gente frene las ganas de migrar. Aunque los coyoteros les ofrecen otras ‘rutas más seguras’.
En comunidades -donde antes salían con sus familias y en demasía- se ha frenado hasta en un 40 % la migración, aseguró Segundo Poalacín, vicepresidente del Movimiento Indígena de Tungurahua (MIT).
Mencionó que en los últimos dos meses se ha evidenciado que hay disminución de personas que migran, sobre todo de las comunidades, que con relación a los años anteriores está entre el 30 % al 40 % menos.
“No se puede decir que ha terminado la migración, pero de lo que antes salían unas diez personas de una comunidad, ahora son cuatro o cinco”, aseguró. Poalacín dijo que el miedo es una de las razones para que haya menos personas que deciden emprender el viaje de manera irregular hacia ‘el sueño americano’.
Los peligros que se escuchan y se exponen cuando se atraviesa la selva de Darién han puesto a pensar a los comuneros. En la actualidad se observa que hacen créditos y se endeudan para emprender en su tierra, antes que sacar dinero para pagar a los coyoteros.
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“Hay casos de familias que pidieron a las cooperativas $ 15.000 o $ 20.000 para el viaje, otras han vendido sus bienes, pero han regresado deportados o porque no pudieron llegar y se han quedado más endeudados que antes (...) los peligros que han pasado, el sufrimiento que han tenido, los problemas económicos, físicos e incluso mentales, y han decidido no salir”, expresó Poalacín.
Aunque no nos cuente, ella sufrió mucho, al igual que su familia en su camino a Estados Unidos. Ahora está trabajando y prefiere no recordar. ¡Eso me detiene!”
También indicó que continúan averiguando si hay comuneros que “son los enganchadores” con los coyoteros, y al encontrarlos recibirán castigo.
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Leer másDe su parte, Amable Chaluis, presidente del Consorcio de Gobiernos Parroquiales de Tungurahua (Conogopare), aseguró que trabajan con proyectos para promover los emprendimientos en las parroquias y así los jóvenes tengan más incentivos para emprender sin necesidad de emigrar.
Rosa continúa con sus planes, pero dice que “quiere hacerlo bien”. Va a ahorrar y buscar turno para aplicar para la visa. “Me gustaría abrazar a mi hermana, trabajar un determinado tiempo y regresar nuevamente a mi país”, acotó.
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