Los migrantes heridos en el volcamiento en México piden ayuda para retornar
Los familiares narran el drama y la situación económica que los movió a esa aventura. Realizan una venta de hornado en Riobamba para recaudar fondos.
Con la venta de hornado en el sector del mercado Bolívar Chiriboga, los primos y hermanos de Tito y Servio Martínez Rosero -heridos en el volcamiento de un tráiler lleno de migrantes ilegales en México en el que murieron al menos 55 personas-, trataban ayer de reunir dinero para paliar la complicada situación económica que atraviesa la familia.
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Leer másEllos sobrevivieron a la terrible tragedia ocurrida el jueves 9 de diciembre en una carretera del estado mexicano de Chiapas, cuando el tráiler en que viajaban más de 150 personas hacinadas se estrelló contra un muro, dejando decenas de muertos y heridos.
Este lunes deben trasladarse hasta Quito para tomar contacto con la Cruz Roja Internacional y la Cancillería. En tanto, les preocupa el estado de salud de los compatriotas. “Los doctores no dicen nada, solo hoy (sábado) hablamos con ellos, Servio espera la operación y Tito se queja de fuertes dolores en la columna”, indicó Marina Gavilánez, esposa de Servio.
A través de una videollamada, Tito relata a EXPRESO que el tráiler iba lleno. “Éramos bastantes, yo estaba por el medio, bien apretado, ya eran unas tres horas que íbamos, cuando sentí un sacudón y se levantó la parte de atrás. No recuerdo más, me debo haber desmayado, cuando recuperé el sentido, había muertos, quebrados brazos, era terrible. Llamaba a mi hermano, no me podía mover”, rememora. Su hablar es lento. Tiene un vendaje en la cabeza y no puede cerrar su ojo izquierdo.
Los Martínez Rosero no son ajenos a la desgracia. Oriundos de la parroquia Santa Fe de Galán (Guano, Chimborazo), migraron jóvenes durante la erupción del volcán Tungurahua, en 2006. “Trabajamos en el campo, pero con el volcán no quedó nada, no había cómo trabajar, ahí vinieron hasta Riobamba a buscar la vida, ya se casaron y se quedaron aquí”, recuerda su madre Angélica Rosero.
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Leer másHan laborado en todo lo que han podido conseguir, desde la construcción hasta últimamente como choferes de taxi. “Con cada crisis, hemos buscado dónde laborar, ya no había trabajo, la pandemia complicó todo”, acota su hermano.
Servio, de 38 años, se casó con Marina y procreó tres hijos, todos aún menores de edad. El último tuvo un accidente y se fracturó una pierna. Su recuperación agravó más su economía, pero la familia tenía fe de que trabajando duro saldrían adelante. Mas, poco después, Servio tuvo un accidente de tránsito con el taxi, lo que aumentó sus deudas y lo dejó con convulsiones y desmayos.
Los dos hermanos lograron levantar sus pequeñas casas juntas en el barrio 11 de Noviembre, cerca de la Laguna de San Antonio. La mujer reconoce que no tienen alcantarillado ni tampoco escrituras, y para rematar, su suegra se enfermó y tuvieron que colaborar para sus múltiples operaciones. "Se complicó los riñones y la vejiga, le operaron varias veces, ya no puede trabajar", dice.
Todo este panorama iba fijando en ellos la idea del denominado ‘sueño americano’: intentar llegar a Estados Unidos. Uno de sus amigos había logrado hacerlo y comenzó a enviar dinero a su familia, lo que terminó por decidir a los hermano. “Le rogué, no te vayas, tus hijos te necesitan, él me respondió, apóyame gordita, pagamos las deudas y por el futuro de ellos”, cuenta la esposa muy afligida.
El contacto con los coyoteros fue por redes sociales; documentos y comprobantes de depósito se envían por esta vía. El primer desembolso fue de 5.000 dólares y luego pidieron 3.000 más. Al salir, el pasado 27 de noviembre, enviaron una foto de cómo iban vestidos para que los reconocieran.
En la travesía se comunicaban con la familia hasta que el fatídica jueves Tito despertó debajo de una veintena de muertos. Entonces, llamó enseguida para comunicar que estaban con vida y pedir que no le contaran del accidente a sus hijos.
Los familiares ponen sus esperanzas en la comunidad. “Por favor el que nos pueda colaborar, que nos ayude, no nos juzguen, Dios nos dio otra oportunidad, quiero ir con mis hijos”, suplica Tito.