Mónica Palencia hundió sin piedad a sus interpelantes
Durante las tres horas, la ministra articuló una intervención meticulosamente ordenada y muy bien preparada
Mónica Palencia puso en ejecución una estrategia en el juicio político en su contra que resultó, independientemente del resultado de la votación por su censura, exitoso.
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La estrategia apuntaba a al menos cuatro objetivos: mostrarse como una figura política intelectual y moralmente muy superior a sus interpelantes correístas Paola Cabezas y Luis Berrezueta, posicionar la idea de que sus interpelantes y el correísmo hablan representando al crimen organizado, que son unos tramposos que han irrespetado el debido proceso durante todo el juicio y que, por cobardía indecorosa, no sostuvieron la acusación por la que se inició el juicio: la irrupción en la Embajada de México, país del que es originaria.
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Leer másDurante las tres horas, Palencia articuló una intervención meticulosamente ordenada y evidentemente muy bien preparada. No escatimó en sus recursos oratorios a los que salpicó con citas de filósofos, novelistas y hasta músicos como Chopin, de quien recogió un pensamiento sobre la nostalgia.
Hizo una pequeña y muy emotiva reseña de sus orígenes familiares y reveló que tiene una incapacidad física en sus pies por lo que tiene que estar mucho tiempo sobre una silla de ruedas. Contó cómo su abuela lloró la muerte de uno de sus hijos asesinado por el crimen organizado y cómo su abuela le vendaba los pies para enseñarle a caminar. “Nada de lo humano me es ajeno”, soltó.
Un discurso estratégico que dejó mal parados a interpelantes
Así, de arranque, se ubicó en una posición intelectual y humana muy superior a las de sus interpelantes a quienes los pintó como tramposos y desleales.
Con la meticulosidad y rigurosidad de colegiala aventajada, Palencia mostró al pleno todas las pruebas y hechos que Cabezas y Berrezueta ilegalmente introdujeron (o quitaron) del juicio y de cómo habían mutilado videos o testimonios para perjudicarla.
Tramposos y desleales les dijo en algunas ocasiones lo cual, para cualquier periodista que hubiere seguido el proceso, es completamente cierto. Fue un operativo quirúrgico ante el cual los dos interpelantes quedaron completamente descolocados. Tan es así que, en la contrarréplica, ni Cabezas ni Berrezueta atinaron a dar una defensa mínimamente creíble.
Sus menciones al caso Metástasis y a los vínculos entre el correísmo y el muerto narcotraficante Leandro Norero, fueron contundentes y quedaron resonando en el hemiciclo. La ministra utilizó una metáfora relacionada con el juego de 40 para dejarlos como tramposos y mal perdedores.
Lo de México fue contundente. Palencia, sin nunca dejar de hacer referencias líricas y emotivas sobre su doble nacionalidad, se encargó de introducir en la sesión el tema de la irrupción a la Embajada de México por parte del gobierno de Daniel Noboa.
El argumento relacionado con Jorge Glas desapareció de la postura correísta
Este tema había sido la primera causal del juicio y, de forma inexplicable, los interpelantes y el correísmo no volvieron a mencionar.
Incluso con cierta sorna se refirió a Jorge Glas diciendo que los “compañeritos” lo habían abandonado. En realidad, cuando comenzó a tramitarse el juicio en contra de la ministra, el tema de la irrupción a la Embajada mexicana era lo más importante para el correísmo, ya sea porque se lo concibió como una vendetta por lo que pasó con Jorge Glas o porque se planteó como una forma de legitimar las acciones legales internacionales que planteó México en tribunales internacionales.
Pero como en el transcurso del proceso, se vio que defender la postura mexicana era tremendamente impopular por ser vista incluso como antipatriota y como Estados Unidos certificó de alguna forma que Glas es un corrupto al que no se le puede permitir ingresar a su territorio, se decidió meter bajo la alfombra el tema.
“Dejaron solo a su compañerito Jorge Glas”, lanzó como puya que debió doler mucho en la bancada correísta.
Una solicitud de asilo que jamás existió
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Leer másDemostró, además, que ni siquiera había habido una solicitud formal de asilo de parte del Gobierno mexicano y que todo se redujo a un tuit de la Cancillería de ese país en el que, luego de rotas las relaciones, decía que “habían acordado en darle el asilo”.
Palencia, independientemente de que haya tenido razón o no en todo lo que dijo, dejó con inmensa contundencia (a propósito, claro) la sensación en la Asamblea Nacional de que ella pertenece a un estrato político muy superior al de los correístas. En resumen, su estrategia le funcionó y Cabezas como Berrezueta quedaron como políticos parroquiales, estridentes y tramposos.
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