Escena. Francisco Yagual muestra los años viejos que confecciona.

Los monigotes reviven recuerdos en Playas

“El agua dulce era pura, limpia y cristalina. Nunca nadie se enfermó por consumir agua de pozo”. Así comienza su relato Francisco Yagual Lázaro, de 66 años, mientras sus ágiles manos le van dando forma a un burro cargando dos barriles de agua en su tal

“El agua dulce era pura, limpia y cristalina. Nunca nadie se enfermó por consumir agua de pozo”. Así comienza su relato Francisco Yagual Lázaro, de 66 años, mientras sus ágiles manos le van dando forma a un burro cargando dos barriles de agua en su taller de ebanistería del barrio San Jacinto.

Este año Yagual ha escenificado a través de estos monigotes aquellos tiempos de la parroquia Playas, cuando el abastecimiento de agua se hacía en burros que cargaban dos barriles con el líquido extraído de los pozos que había cerca de la playa, y que ahora es el malecón.

Este artesano dedicado a la microempresa participa todos los años en el concurso de años viejos que organiza el Municipio, haciendo monigotes que representan alguna vivencia real de lo que aconteció en Playas el año que termina, o recordando épocas pasadas. En este caso representó cómo era antes el abastecimiento del agua.

Junto a la armazón de los asnos, está un pozo de agua hecho con cartón y madera, igual a los que existieron hasta la década de los 70, cuando los burros comenzaron a ser remplazados por los tanqueros, que igual sacaban el agua de los pozos, pero con bombas y no a pulso con baldes y cabos como lo hacían los acarreadores. Esa agua que también consumieron el desaparecido Hotel Internacional Humboldt, la residencial Cattan y el hotel Miraglia, estos últimos aún en pie; esa agua con la que se bañó julio Jaramillo, el actor y cantante Enrique Guzmán de México y otros artistas internacionales.

Al menos 12 familias subsistían de cargar el agua en cuadrillas de hasta 20 burros, entre ellas la de David Crespín, Norberto Yagual, Dionicio Yagual, Lucho Lindao, entre otros. A la voz de “Tráigame una carga de agua” por parte de las amas de casa, los borriquitos se ‘estacionaban’ al pie de las pipas y las llenaban con ocho barriles a cinco reales cada uno, recuerda Fernando Escalante, otro descendiente de las familias proveedoras de agua. (F)