El monopolio
Hay criterios divididos respecto de la actuación de las fuerzas del orden, y particularmente de las Fuerzas Armadas, en el caos que se propició montado sobre la protesta de grupos indígenas. De una parte están aquellos que piensan que la prudencia permitió que no se produzcan víctimas por acción de la autoridad, y por otro lado aquellos que sienten que la falta de firmeza generó saqueos, destrucción de la propiedad privada y pública, miedo, y sensación de desamparo. Además, algunos creemos que la imposición de las condiciones al Gobierno en la noche del ‘show’ para que cese el caos, se debió a su incapacidad para sostenerse si no aceptaba tales condiciones. En ese punto la responsabilidad constitucional de la fuerza pública de mantener el orden, infortunadamente no se cumplió.
Todos los actos tienen consecuencias: existe la sensación, en buena parte de la población, de que su seguridad no es más responsabilidad del Estado al que le paga impuestos, sino de los propios ciudadanos. Pero además, cuando se manotea, veja y humilla a la autoridad, como lo hizo algún desadaptado social, cuesta mucho confiar en ella. Parecería que la desconfianza no es solo del lado de quienes sintieron la agresión.
Pocos días después de haberle impuesto al país sus condiciones, puntualmente el 19 de octubre, el señor Jaime Vargas, presidente de la Conaie, en un discurso en Macas, dijo que el movimiento indígena debía tener su propio ejército. La verdad no me extraña, si tienen su propia justicia, donde se violan graciosamente derechos humanos básicos, ¿por qué no tener su propio ejército?
Cuando el mensaje de prudencia se confunde con ser malparado, el riesgo es perder la autoridad y con ello invitar a compartir con los demás el derecho al monopolio de la fuerza. Respecto del señor Vargas, ojalá se preocupe mejor para que su pueblo tenga científicos, ingenieros, médicos o artistas, y sepa que un punto clave en la historia fue cuando David venció a Goliat. En ese punto la inteligencia superó a la fuerza bruta. Acerque a su pueblo a la Era del Conocimiento y no pretenda regresarlo a la Edad de Piedra.