Monsenor Luna

El 7 de febrero, en la Casa Sacerdotal de La Armenia, en el valle de Los Chillos, al suroriente de Quito, falleció a los 93 años de edad monseñor Luis Alberto Luna Tobar, arzobispo emérito de Cuenca, ciudad a la que fue trasladado su féretro para su velatorio en la catedral de la Inmaculada Concepción, a fin de que el pueblo cuencano pudiera despedirse de quien fue su pastor por cerca de 20 años, hasta que se retiró del apostolado debido a su estado de salud, siendo muy querido, especialmente por las clases menos favorecidas, a las que dedicó su labor. Fue militante de la Teología de la Liberación y un activo seguidor del ejemplo y obra de monseñor Leonidas Proaño, a quien admiraba profundamente.

Se ha relievado que después de la visita del papa Juan Pablo II a Cuenca, hace 32 años, la catedral no había tenido tanto movimiento como en estos días, desde el 8 de febrero, en que se abrieron sus puertas para que los católicos seguidores de monseñor Luna pudieran ingresar a su velatorio, hasta el viernes 10 cuando, tras la misa oficiada por el nuncio apostólico, monseñor Giácomo Ottonello, en representación del papa Francisco, el cuerpo de monseñor Luna Tobar fue trasladado a la cripta construida para su entierro en la parte baja de la catedral, lugar destinado exclusivamente para los poetas, escritores y religiosos que dieron lustre a la ciudad. Aunque monseñor Luna, a quien los sectores sociales y políticos más conservadores del Azuay y del país llegaran a tildar de “cura rojo” cuando su figura se empezó a constituir como símbolo de resistencia, encabezando y organizando movilizaciones populares en defensa de los derechos de los indígenas y los trabajadores, es probable que hubiera preferido ocupar una sencilla bóveda o la tumba de un cementerio común, más a la vista y el recuerdo de la gente a la que comprendió y amó, por la que luchó y a la que hizo respetar.

El presidente Rafael Correa, quien tomó parte en la ceremonia del velatorio, escribió en su cuenta de Twitter: “Tu huella permanecerá siempre en nuestra historia como una semilla de justicia y verdad”.

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