El estado de excepción solo suaviza la violencia creciente

“En el último día, puedo contarles que hemos reducido notablemente el número de muertes violentas”, dijo el presidente Guillermo Lasso sobre el efecto del estado de excepción que decretó el 29 de abril pasado con el objetivo de combatir la escalada delincuencial y de criminalidad, en la posesión de la nueva cúpula policial y militar, el 16 de mayo.

A esa conclusión llegó el presidente después de analizar los informes que recibe por las mañanas por parte del Ministerio del Interior. La Policía mide ese indicador con base en un promedio diario de muertes violentas. Con ese criterio, antes del 29 de abril, se calculaban unas 8,14 muertes violentas. Mientras que en los últimos 18 días, el promedio diario se ubica en 5,87, es decir, unas dos víctimas menos.

Según esos registros, en Guayaquil, estos eventos trágicos, caracterizados por heridas provocadas por armas de fuego, en cambio, experimentan solo un punto a la baja: de 4,91 a 3,71 muertes violentas por día, en promedio.

“Entonces sí hay una disminución. Si los sumamos por el número de días, por lo menos, una vida diaria se ha evitado (de perderse durante el estado de excepción)”, dice Fausto Salinas, comandante de la Policía Nacional, al finalizar una rueda de prensa en Guayaquil en la que se dio detalles sobre el hurto de unas 150 pistolas del rastrillo del Cuartel Modelo.

Salinas destaca que la reducción de muertes violentas se debe a los operativos ejecutados en territorio: “(Hay un efecto disuasivo) al ver la presencia policial, los operativos, las salidas focalizadas (de personal) en los sectores”.

No obstante, en un análisis realizado por Diario EXPRESO a las cifras registradas en el período del 29 de abril al 17 de mayo, de 2021 y 2022, se evidencia que el número de asesinatos no ha disminuido. Al contrario, las cifras son mayores en las tres provincias donde rige el estado de excepción.

En el Distrito Metropolitano de Guayaquil, también conocida como la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón), del 29 de abril al 17 de mayo del año pasado, se registraron 24 muertes violentas. Mientras que en ese mismo lapso del presente año, los asesinatos aumentaron a 64, es decir, 40 eventos más.

En Manabí también hay un incremento: en los 18 días de transcurrido el estado de excepción, se contabilizan unas 13 víctimas más que en el mismo tiempo de 2021. Esmeraldas se encuentra en esa tendencia de violencia, con 9 sucesos de sangre adicionales.

A nivel nacional, el análisis refleja unas 151 muertes violentas por sobre la cifra de 2021. En ese año, las autoridades registraron 89 fallecidos en ese tipo de circunstancia, versus las 240 de este año, en ese período de días.

Una de las últimas muertes violentas en el país se registró la mañana de ayer en la cooperativa 27 de Enero, en Mapasingue Este, en el norte de la urbe porteña. Ahí un motorizado descargó su arma en contra del taxista José Mawyin, de 32 años. “Él era una persona tranquila”, se limitó a decir una mujer que conocía a la víctima número 519 de la Zona 8, hasta ese momento.

Por ese tipo de atentados, ciudadanos evitan salir de sus casas, pues tienen miedo de convertirse en víctimas colaterales de disparos, más aún con el armamento pesado que tienen sicarios y bandas.

Faltan 30.000 policías en el país

Para la Policía Nacional, el hecho de que los uniformados ejecuten un operativo en determinado sector, hace que no se cometan delitos en el lugar. Esto a propósito del estado de excepción. En Guayaquil existen 8.281 uniformados. Mientras que en todo el Ecuador se cuenta con 51.280 policías y faltan todavía 30.000 policías para una cobertura total de la población.

“Pero ya vienen los primeros 700 que se graduarán a fin de mes y algunos van a venir para Guayaquil, Quito y otras unidades especiales”, indica Fausto Salinas, comandante de la Policía Nacional.

De acuerdo a los estándares internacionales, se estima que al menos existan 4 policías por cada mil habitantes. Salinas sostiene que no se ha llegado aún a la meta, especialmente en Guayaquil, que es la ciudad más conflictiva.

“Vamos a hacer el análisis, por ende, le toca un poco más por cuestiones de seguridad”, agrega.