Las mujeres rurales necesitan mejorar su entorno
La diferencia entre quienes viven en el campo y las ciudades es grande.
En los territorios rurales en donde se abren las posibilidades de participación de las mujeres mejora la realización de sus derechos como personas, “pero es todavía mejor para el desarrollo económico de dichos territorios, porque la participación de las mujeres trae innovación, diversificación de actividades, mayor responsabilidad en los actores locales y real empoderamiento”.
El director del Grupo Diálogo Rural, Ney Barrionuevo, habla de la necesidad de promover una participación real en las actividades económicas y dirigenciales, en un entorno en donde aún existen enormes brechas en entre las mujeres rurales y las citadinas.
Entre hombres y mujeres jóvenes rurales se observa la mayor brecha de género: 4 veces mayor que la observada a nivel nacional y 2,6 veces mayor que entre hombres y mujeres jóvenes urbanos, según el estudio realizado por el Observatorio de Género: Mujeres y Territorios del Rimisp (Centro Latinoamericano de Desarrollo Rural). La investigación se basa en información estadística del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
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La brecha de género es mayor en los jóvenes del campo. Los ingresos de las mujeres son un 27 % menor que los de los hombres y un 14 % menor que el las mujeres jóvenes urbanas frente a sus pares hombres.
Entre las mujeres rurales y urbanas también hay diferencias, donde los ingresos de las primeras son un 42% menor que los de las segundas. Asimismo, los ingresos de las mujeres indígenas son un 44% menor que el promedio de las mujeres a nivel nacional.
Una investigación del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) reveló que gran parte de las mujeres rurales participa en un tipo de agricultura familiar, que se da como una extensión del trabajo doméstico y generalmente no es remunerado. Esto se debe en parte a una subestimación de su labor, a raíz de la discriminación que históricamente han tenido que enfrentar.
Lo cierto es que las mujeres rurales hacen parte del sistema productivo y contribuyen tanto a sus hogares como a la economía de su región. Por eso, el empoderamiento y la visibilidad de las iniciativas que ellas impulsan son fundamentales para hacer realidad la visión de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Sin su participación y mano de obra no hay un mañana para la agricultura. Ahora, es tarea del Gobierno, la sociedad civil, la industria de alimentos y las empresas del sector, conseguir que se escuche su voz y asegurar el cumplimiento de los compromisos de la Agenda 2030 en materia de igualdad de género.