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Refugiados sudaneses se reúnen en El Cairo en un punto de encuentro para los autobuses organizados para su retorno voluntario de Egipto a Sudán, el 12 de abril de 2025.EFE

El amargo regreso de los sudaneses en Egipto hacia su país de origen

ada día, entre 30 y 40 autobuses parten desde distintos puntos de la capital egipcia rumbo a la frontera con Sudán

Lágrimas, abrazos y miradas llenas de incertidumbre despiden cada día a cientos de sudaneses en las terminales de autobuses de El Cairo que van hacia la frontera con Sudán, en un viaje de retorno voluntario al país después de que el Ejército sudanés lograra recuperar el control de Jartum y otras zonas del país al grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).

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Estas recientes victorias han motivado a miles de sudaneses a volver a su país desde Egipto, que acogió a más de 1,5 millones de desplazados desde que el 15 abril de 2023 empezara la guerra allí, según cifras de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Sin embargo, entre los que vuelven, no todos creen que Sudán esté listo: "Lo que vemos en los medios de comunicación no es alentador", cuenta Abas a EFE desde una terminal de autobús en el centro de El Cairo.

Abas, de 63 años y originario del estado central de Gezira, llegó a Egipto en julio de 2024 escapando de los bombardeos, el miedo y el hambre, y cruzó el desierto en condiciones inhumanas. "Nos enfrentamos a temperaturas de más de 45 grados. Viajamos 24 horas en un vehículo al descubierto", narró, y recordó, rompiendo en llanto, lo que dejó atrás: "Tres de mis primos murieron (...) Los niños tienen fobia del sonido de las armas. Fue un sufrimiento extremo".

Él denuncia que la mayoría vuelve por necesidad, no por voluntad, porque en Egipto se encontraron con otra forma de sufrimiento: los alquileres caros, el empleo escaso y la ausencia de ayuda internacional: "El Gobierno egipcio y su gente han hecho lo que han podido, pero la ONU y la Embajada sudanesa no nos han brindado ningún apoyo".

Hoy, Abas ha tomado la decisión de volver a Sudán, pero lo hace con miedo: "La economía de mi país está destruida, no hay agua ni luz... Lo que vemos en los medios de comunicación no es alentador. Las FAR siguen atacando... La situación no es tranquilizadora".

Pero la vida como desplazada tampoco es una opción viable para Aya Hussein, médica de 29 años especializada en cirugía general. No pudo continuar su formación en Egipto, y en Sudán, pese a los riesgos, ve más posibilidades. "La gente se ha visto a escoger entre seguir con la situación difícil de estar desplazados o volver a un país en guerra", afirmó Aya sin ocultar la pena de dejar a su familia atrás.

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Refugiados sudaneses descargan su equipaje en un punto de reunión para los autobuses organizados para su regreso voluntario de Egipto a Sudán.EFE

Un viaje no exento de riesgos

Cada día, entre 30 y 40 autobuses parten desde distintos puntos de la capital egipcia rumbo a la frontera con Sudán, con unos 1.500 pasajeros, según datos de la empresa de transporte Al Shorouk y Armada.

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Desde la terminal de la empresa de Transportes Bilduna y Abu Omar, Suha explicó a EFE que todos los días salen entre dos y cuatro autobuses - depende de las reservas- con 50 pasajeros. El incremento de viajes, aseguró, se empezó a ver en las última semanas por los avances del Ejército de Sudán en varias zonas.

Estos viajes de retorno algunos los pagan de su bolsillo, pero otros son financiados por organizaciones o importantes personalidades sudanesas como caridad, aunque estas ayudas no llegan a todos.

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Mujeres refugiadas sudanesas en El Cairo en un punto de reunión para los autobuses organizados para su regreso voluntario de Egipto a Sudán.EFE

El viaje, que dura entre cuatro días y una semana, no está exento de riesgos, porque muchos al llegar al paso fronterizo de Argeen toman el camino hacia sus estados pasando por zonas donde sigue habiendo enfrentamientos activos como en Al Dabbah o Dongola.

Pese a los riesgos y al miedo a volver a un país en guerra, Sit al Banat de 62 años, es optimista y quiere ayudar a reconstruir Sudán. Ella era profesora en un instituto en una localidad del estado de Sennar, al sureste, pero desde que llegó a Egipto en mayo de 2024 no pudo trabajar ni un día.

"Si no vamos y todos tenemos miedo de la situación, el país no volverá a la normalidad", añadió Al Banat.

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