Caficultoras colombianas sueñan con conquistar el mundo con calidad de su grano
Luz Marina Peñalosa y sus compañeras cultivan el café que comercializan a través de su asociación de mujeres caficultoras
En una finca remota del municipio de Viotá, en el departamento colombiano de Cundinamarca (centro), Luz Marina Peñalosa y sus compañeras cultivan el café que comercializan a través de su asociación de mujeres caficultoras y sueñan con que algún día salga del país y llegue a otras latitudes. La plantación está en una zona montañosa a la que se accede por una carretera estrecha y rocosa rodeada por el verde de cultivos de plátano.
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Leer más"El negocio del café ha sido exclusivo con las mujeres toda la vida. Antes los 'grupos de amistad' (en los que los caficultores se agrupaban para debatir sobre sus negocios) no nos permitían acudir a las reuniones, así que decidimos hacer nuestra propia asociación de mujeres", explica Luz Marina, que dirige la Asociación de Mujeres Caficultoras de Viotá y Tequendama (Asomucavit).
Muchas de ellas tuvieron problemas con sus maridos porque no aceptaban que formaran parte de asociaciones, llegando incluso a hacerlas elegir entre ese trabajo y el hogar, por lo que añade que el machismo sigue vigente aunque poco a poco han conseguido la independencia económica.
Gracias a recursos y herramientas proporcionados por empresas como la Promotora de Café de Colombia (Procafecol), que comercializa la marca Juan Valdez, legalizaron su asociación y desarrollan su labor de forma conjunta, creciendo y "valorándonos mucho más", añade la caficultora.
Asociación de mujeres
Cuando este grupo de mujeres creó Asomucavit, en 2013, también se sumaron hombres, pero siempre han sido ellas las que han manejado la asociación, reclamando principalmente el reconocimiento de su trabajo como productoras de café compaginado con el de amas de casa.
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Leer más"Nosotras estábamos muy excluidas, veníamos de generaciones de abuelos y padres cafeteros pero no sabíamos diferenciar la calidad, los factores o los atributos del producto", recuerda Luz Marina, y añade que a día de hoy son muy conscientes de todo eso y el proceso de aprendizaje ha sido "muy bonito".
Entre las ayudas que recibieron estuvo la asesoría de una trabajadora social que les animó a formar la agrupación y les enseñó la importancia de trabajar juntas, sin depender económicamente de sus maridos o de los dueños de las fincas.
En la actualidad, la asociación tiene alrededor de 30 miembros, en su mayoría "pequeñas productoras" que también producen aguacates, mangos o bananos para que no les falten recursos cuando no es época de cosecha.
Marcely Cañón, dueña de una parcela cafetera que cultiva y recolecta sola, explicó que no necesita hectáreas de tierra porque su pequeño terreno le da unos 40 kilos diarios en temporada de cosecha y eso es suficiente.
Mientras conversa, Marcely se coloca el arnés que sujeta el cubo en el que mete los granos de café que recoge de las plantas y comenta entre risas: "Antes lo sujetábamos con una cuerda a la cintura, pero ahora dicen que es malo para la espalda".
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Leer másMás allá de las fronteras
Las mujeres de esta asociación dicen compartir un mismo sueño: que su café trascienda las fronteras nacionales y llegue a "muchos más países", como otros granos colombianos. Marcely explica que están vendiendo "muy bien" su café y añade que uno de los proyectos que tienen como asociación es abrir una tienda en Viotá para comercializar mejor su producto.
Por otro lado, esperan que las nuevas generaciones continúen con ese trabajo y no abandonen el campo. "No queremos quedarnos aquí, queremos incluir a mujeres más jóvenes en la asociación para que esto continúe y no se acabe, que siga un proceso de evolución", manifiesta Luz Marina.
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