La catástrofe ecológica del mar de Aral
La lucha por salvarlo en Uzbekistán es enorme. El agua desapareció hace décadas. Barcos vetustos están sobre la arena
Barcos oxidados descansan en el desierto de arena bajo un mar de nubes en la antigua ciudad portuaria de Moynaq. El agua desapareció hace décadas. Del enorme mar de Aral, que alguna vez fue fuente de vida en Uzbekistán y el resto de Asia Central, solo quedan algunos carteles explicativos que documentan su desaparición.
Este lago de agua salada, llamado también mar interior, se está secando desde hace 60 años. Hace tiempo que quedó atomizado en pequeñas partes. La parte norte, en la república centroasiática de Kazajistán, está estabilizada, según afirma el gobierno. Allí viven incluso algunos peces. Aquí, en la parte occidental en Uzbekistán, el paisaje es árido y está marcado por la erosión y los desprendimientos de rocas.
Los refugios de coral también están condenados a desaparecer
Leer másNaciones Unidas considera a la región "un símbolo de la destrucción del planeta por parte del ser humano". Según demuestran estudios, el agua se retira cada año unos 500 metros tan solo en la parte occidental.
El 90 por ciento del lago tal como se veía en 1960 desapareció. De acuerdo con el Fondo Internacional para Salvar el Mar de Aral, éste se sigue secando. "En cinco a siete años el proceso será irreversible", opina el jefe del fondo, Vadim Sokolov, en la capital de Uzbekistán, Taskent.
A los grandes desiertos de Karakum y Kyzyl Kum de la región se sumó ahora en la cuenca seca el nuevo Aralkum, apunta. "El peligro de este nuevo desierto reside en que lanza a la atmósfera enormes masas de sal y polvo ultrafino", explica Sokolov.
El ingeniero hidráulico afirma que son llamativos los problemas de salud de algunas personas, que padecen desde enfermedades renales, hepáticas, cardiovasculares y respiratorias hasta cáncer y tuberculosis. Además, el experto señala que se está produciendo una extinción masiva de especies del mundo vegetal y animal.
La parte occidental del mar de Aral es con 270 gramos de minerales por litro de agua tan salada hoy en día que ya no puede vivir allí ningún pez, precisa. "En 1960 todavía había 30 especies de peces, de las cuales 20 se podían aprovechar", agrega.
Sokolow relata que hasta los años 60 se pescaban hasta 40.000 toneladas de pescado al año, pero que con la retirada del agua, el lago se volvió cada vez más salado. Primero murieron los peces, luego perdieron el trabajo decenas de miles de personas en las pescaderías, la agricultura y la ganadería, ya que los suelos también se volvieron estériles.
Para la pregunta acerca de la desaparición de estas aguas, Sokolov tiene una larga respuesta preparada: "Los motivos de esta tragedia ecológica se basan en que las personas perdieron la moral, la conciencia y la responsabilidad por la naturaleza. La agricultura y la industrialización han provocado la muerte", asegura.
Sokolov cuenta que, a pesar de las advertencias tempranas, se desvió agua de los ríos Amu Daria y Sir Daria, que alimentaban el lago, para destinarla a la agricultura.
El lago tuvo en su momento una superficie de alrededor de 69.000 kilómetros cuadrados (es decir, casi tanto como Irlanda). Con sus alrededor de 1.080 kilómetros cúbicos (km3), este mar interior tenía en el pasado una función reguladora del clima.
Hoy solo queda el 10 por ciento. Sokolov explica que, para mantener este nivel, se necesitan de siete a 11 kilómetros cúbicos de agua al año. "Ahora contamos con apenas dos kilómetros cúbicos, es decir, ni siquiera un tercio", advierte. Un kilómetro cúbico representa un billón de litros de agua.
El presidente uzbeko, Shavkat Mirziyoyev, se ha propuesto volver a llevar vida a la región como uno de sus más importantes objetivos políticos. Cree que el país debería usar sus amplias superficies para instalar generadores de energía solar y éolica. Además, quiere aumentar la proporción de las energías renovables a 25 por ciento hasta 2030.
Asimismo se están perforando pozos de agua potable y se están instalando plantas desalinizadoras para salvar a los últimos asentamientos de la región de Aral de la extinción. También se redujo la producción de algodón, que consume mucha agua. Además, se considera la posibilidad de desarrollar el turismo siguiendo el ejemplo del mar Muerto en Israel.
El jefe del Fondo Internacional para Salvar el Mar de Aral, Sokolov, cree que uno de los grandes problemas es que hay muchos buenos proyectos en el papel, pero no hay dinero para realizarlos. "El dinero llega a cuentagotas", dice Sokolov, quien recibe dos millones de dólares estadounidenses (1,77 millones de euros) al año para su fondo.
Según el experto, se necesitan 400 millones de dólares para construir tan solo la infraestructura necesaria para mantener el statu quo, el estado actual. Afirma que hay decenas de organizaciones e incontables proyectos y organizaciones de ayuda, pero falta coordinación. Añade que hay muchos llamados a la acción, pero poca ayuda real.
Sokolov no quiere tirar la toalla pero ve pocas posibilidades de detener la desaparición del lago, que muchos ya dieron por perdido. "Perdimos décadas por no hacer nada", sentencia. Faltan lluvias. Además, la región desértica se recalienta cada vez más, lo que hace que se evapore el agua.
En su opinión, el mar de Aral demuestra que basta tan solo con una generación para llevar al borde de la desaparición uno de los mares interiores más hermosos y grandes del mundo.