Coronavirus: Una Semana Santa inédita
Entre el 5 y el 11 de abril se recuerda esta fase cumbre del cristianismo. Esta vez, sin procesiones y con muchos curas muertos e infectados con el COVID-19.
El papa Francisco se prepara a celebrar una Semana Santa inédita en la historia, por la pandemia de COVID-19, sin procesiones de fieles y marcada por la muerte en Italia de al menos unos 67 curas por la neumonía. Uno de los momentos más importantes de la tradición católica, que conmemora la muerte de Jesús en la cruz, se llevará a cabo sin la presencia de los fieles, sin el tradicional lavado de pies y sin el conmovedor Vía Crucis precedido por el pontífice, según anunció este miércoles el Vaticano. Se trata de una decisión sin precedentes en la historia reciente de la Iglesia y fue tomada “debido a la actual emergencia sanitaria”.
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Leer másEl papa Francisco presidirá a puerta cerrada en abril el Domingo de Ramos, el Jueves y Viernes Santo con el Vía Crucis en el Coliseo Romano, la Vigilia Pascual, y el domingo de Resurrección con la tradicional bendición ‘Urbi et Orbi’, a la ciudad y al mundo. Con un decreto divulgado este miércoles, la Congregación para el Culto Divino prohibió las misas con fieles durante la Semana Santa en los países afectados por la pandemia. “Debemos detener el contagio multiplicando nuestra oración”, explicó el secretario de la congregación, el arzobispo Arthur Roche, al portal oficial de la Santa Sede, Vatican News.
“La fecha de la Pascua no puede ser pospuesta. La celebraremos después de la preparación de este tiempo especial de Cuaresma, tan marcado por el dolor, el miedo, la incertidumbre”, manifestó.
La Iglesia católica dedicará de todos modos un momento especial a los curas y monjas que han muerto por el virus y a los cientos de religiosos y religiosas contagiados en las naciones afectadas. Según el diario Avvenire, de la Conferencia Episcopal italiana, 67 curas fallecieron por el coronavirus, la mayoría ancianos que residían en el norte de Italia, la zona más golpeada. Sólo en Bérgamo, la ciudad mártir por el elevado número de muertes, 22 religiosos fallecieron en las últimas dos semanas, entre ellos un arzobispo, un párroco de 59 años y el capellán de la cárcel, de 67 años. “El cura debe estar con su gente, en el bien y en el mal. Para ello vive”, resumió Giulio Dellavite, del arzobispado de Bérgamo.
Hace dos semanas, el pontífice argentino instó a los religiosos a “tener el coraje” de acompañar a sus fieles enfermos en estos momentos difíciles, pese a que el gobierno había prohibido el contacto con todo enfermo. En un reciente programa de la televisión pública RAI, dedicado a la situación en Bérgamo, se puede ver claramente a un sacerdote con mascarilla y guante que ofrece la extrema unción a un paciente al borde de la muerte.
Francisco, un papa online en medio de la crisis del coronavirus
Leer másSin embargo, no se trata de una imagen común y la mayoría de los 7.500 decesos contabilizados en Italia ocurren en solitario, en las salas de cuidados intensivos o en residencias para ancianos, sin familiares cercanos ni curas. El papa por su parte está retransmitiendo por primera vez las misas de las siete de la mañana en la Casa Santa Marta, su residencia, donde ha rezado en varias ocasiones por las familias y los médicos que luchan contra la pandemia. Francisco agradeció el martes a todos los curas que han inventado sistemas para estar cerca de los necesitados, con misas por Internet o ingresos limitados en las parroquias. “Muchos fieles rezan el rosario conectándose a través de la radio, la televisión o la web. Vivimos un momento excepcional. No olvidemos que Jesús habla de la oración personal invitándonos a rezarla en nuestras habitaciones y por lo tanto en nuestras casas”, dijo Roche.
En nombre del papa, el cardenal Konrad Krajewski visitó esta semana dos institutos de monjas en Roma, donde sesenta religiosas se encuentran en cuarentena por resultar contagiadas, entre ellas una en estado grave.