El humor, una tradición política estadounidense
El exmandatario no deja de acudir a una buena broma en sus discursos; y eso hizo al apoyar a Kamala Harris
El comediante Jerry Seinfeld tuvo el acierto de invitar al expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, a su programa “Comedians in cars getting coffees” (Comediantes en autos por un café). Dijo que si bien no era en rigor un humorista, su buena cantidad de chistes lo calificaban para el show. Tenía razón.
(Te puede interesar: Obama insta a EE.UU. a respaldar a Kamala Harris para la presidencia )
Gaza recibe vacunas contra la polio mientras Israel mantiene ofensiva en la Franja
Leer másEl exmandatario no deja de acudir a una buena broma en sus discursos; y eso hizo al apoyar a Kamala Harris como candidata para ocupar la Casa Blanca. En la Convención Nacional Demócrata, Obama tuvo el recurso de los grandes humoristas: reírse de sí mismo y que resulta un arma eficaz para desacreditar al otro:
“Estas convenciones siempre han sido buenas para aquellos chicos de nombres graciosos que creen en un país en todo es posible”. Las carcajadas se escucharon en el United Center de Chicago. Quizá valga un poco de memoria: él solía decir, cuando era Presidente, que tenía una gran popularidad entre los niños hasta los ocho años porque sus enormes orejas lo convertían en un dibujo animado y pronuncian su nombre “como una sola palabra, Barackobama, como si fuera Nickelodeon”.
La idea que intentó posicionar Donald Trump
Sin embargo, en la Convención, hubo algo más de fondo: por su nombre, Trump instaló la idea de que no nació en Estados Unidos, es musulmán y socialista. En 2013, durante la cena de la Asociación de Corresponsales, cuando comediantes y presidentes se desafían a puro chiste y se van contra todos, Obama dijo: “me miro en el espejo y debo admitirlo: ya no soy el fornido joven musulmán socialista que solía ser”.
Te invitamos a leer: El cierre de la planta de General Motors en Ecuador atrae a otros actores )
Once países americanos rechazan la decisión del TSJ sobre el triunfo de Maduro
Leer másQuizá su mejor chiste lo hizo al ser el primer Presidente de EE.UU. en dar un discurso al Parlamento británico en Westminster. Con tono solemne, como corresponde en un sitio y un momento así, comenzó su discurso.
“He conocido pocos honores tan grandes como el estar en la madre de los parlamentos, en Westminster Hall (...) Me han dicho que los tres últimos oradores aquí fueron el Papa, su majestad la Reina y Nelson Mandela. Lo que quiere decir que han elevado mucho la vara o es el inicio de un chiste muy gracioso”.
Donald Trump carece de sentido de humor. Apenas sabe ‘bulear’ al otro. Durante su mandato (2017-2021), solo se realizó una cena de corresponsales, a la que no asistió. Sin embargo, los republicanos tuvieron a dos grandes humoristas: Ronald Reagan y George W. Bush.
El primero no dejó jamás de reírse de las críticas por su edad. Es famosa su respuesta en el debate presidencial de 1984 frente a Walter Mondale. Tenía entonces 73 años, 17 más que su rival. “No usaré la edad como un tema de campaña y no voy a aprovecharme por razones políticas de la juventud e inexperiencia de mi oponente”. En un Mensaje a la Nación, citó a George Washington.
(Sigue leyendo: Medicina: El 36.7% de evaluados no aprobó examen de habilitación del Caces )
Orgullo ecuatoriano en Bilbao: El Buque Escuela Guayas cautiva con música y cultura
Leer másPara nuestros amigos de la prensa a los que les gusta tanto la precisión, debo aclararles que yo no lo escuché decir eso”. En la cena de corresponsales, Bush se burlaba de su incapacidad para pronunciar “nuclear” o de sus pocas lecturas. En la del 2005, le dio paso a su esposa, Laura, para que contara cómo es la vida familiar.
“A las nueve de la noche, él está dormido; yo veo Amas de casa desesperadas. Amigos, yo soy una ama de casa desesperada” o “yo era una bibliotecaria que pasaba 12 horas en la biblioteca y de alguna manera conocí a George”.
Las cenas de corresponsales volvieron con Joe Biden. Se rió también de su edad. Y aunque no tenía el don de lo gracioso, quedaba en claro que el humor es la delgada cuerda de la que se sostiene una democracia. Por su parte, Trump, no asistió al primero, no se organizó el segundo y luego por la pandemia no se pudo organizar. en sus apariciones
Para leer contenido internacional, SUSCRÍBETE A EXPRESO