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El jueves 24 de noviembre se cumplieron nueve meses del ataque al suelo ucraniano. Las necesidades son muchas. EFE/ ROMAN PILIPEY

Jersón sigue bajo el fuego de Putin pese a la retirada

Ucrania necesita urgentemente generadores eléctricos. Los próximos meses son muy duros, con un crudo invierno. Reparar las subestaciones, la prioridad

En medio de una situación humanitaria complicada, Jersón sigue bajo el fuego ruso con múltiples víctimas civiles, y Ucrania alerta este viernes 25 de noviembre  de 2022 que Rusia todavía posee muchos misiles S-300 con los que atacar a ciudades cerca del frente.

“Pensé que los daños a las infraestructuras iban a ser nuestro mayor problema, pero me equivoqué”, escribe Evgenia en su página de Facebook, donde ha venido describiendo la situación en la ciudad, de la que se marcharon las tropas rusas hace unos días.

Como otros residentes de Jersón, ella ha vivido el incremento de los ataques rusos, que de momento han costado la vida este jueves 24 de noviembre  de siete personas y que continuaban ayer.

Cuenta que su barrio fue bombardeado al menos entre nueve y diez veces la pasada noche. En cada ocasión el ataque duró unos diez minutos y la siguiente oleada sucedía después de unos quince minutos. Evgenia solo pudo dormir unas horas cuando el bombardeo se centró en otra zona de la urbe.

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Los ciudadanos creen que Rusia emplea bombas de racimo en su ofensiva contra Jersón, que es objeto de ataques en todos sus distritos. Olena Afanasieva, que huyó de la ciudad durante la ocupación, comparte una foto que recibió de un amigo en Jersón que le muestra la palma de su mano con varios fragmentos como clavos y que recogió tras el bombardeo cerca de su vivienda.

Olena explica que sus amigos le envían mensajes a pesar de la falta de una conexión estable a Internet y de telefonía móvil. Por ellos sabe que calles enteras pueden haber sido destruidas por el bombardeo de la última noche y que algunos ciudadanos al parecer han huido hacia Mikolaiv.

“El bombardeo no cesa”, dice Oksana Pogomij, miembro del gobierno local, quien consigue hablar por teléfono con EFE desde la ciudad.

Fuentes oficiales indican que unas 7 personas murieron y 21 resultaron heridas en los bombardeos del jueves. Al mismo tiempo, Pogomij y su equipo están ocupados en la distribución de ayuda humanitaria que llevaron sus amigos de la fundación benéfica Petro Poroshenko a la ciudad, que lleva sin agua, electricidad y calefacción desde hace más de tres semanas.

“Nos centramos en los ‘burzhuikas’ (hornos de leña portátiles) y en comida rápida. Son también ahora muy necesarios productos de higiene, como pañales para niños y para personas con deficiencias”, agrega.

Evgenia destaca que los habitantes de Jersón salen de sus viviendas para calentarse en el exterior. “Ayer se estaba más caliente fuera que en casa”. La gente o bien hace cola para conseguir agua o se mete en la cama bajo dos o tres mantas.

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Varios representantes de las autoridades ucranianas advirtieron recientemente que Rusia se puede estar quedando ya sin misiles de largo alcance, pero tiene todavía reservas de los de más corto radio, los S-300.

La guerra en Ucrania ha cruzado el umbral de los nueve meses de combates sin grandes cambios en el campo de batalla, pero con el Ejército ruso bombardeando repetidamente la infraestructura civil ucraniana a las puertas del invierno.

Los combates en el Donbás siguen siendo cruentos, pero la noticia está ahora (desde mediados de octubre) en los ataques masivos rusos contra la red energética ucraniana.

Justo cuando las temperaturas empiezan a bajar de cero grados, los ucranianos se están quedando sin luz, calefacción e Internet, lo que amenaza con provocar una crisis humanitaria similar a la creada por el inicio de la guerra en febrero.

En la retaguardia ucraniana la auténtica guerra la libran ahora los equipos de emergencia y de reparación de subestaciones, plantas distribuidoras de gas, calderas, canales, torres eléctricas, antenas de telecomunicaciones y, en ocasiones, centrales nucleares.

La prioridad la tienen los servicios públicos, sobre todo escuelas y hospitales, por lo que las viviendas se quedan a oscuras y, en ocasiones, también sin agua. La corporación estatal Ukrenergo dijo que el 70 % de las necesidades energéticas de los ucranianos estaban ya satisfechas.

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