La NASA improvisa una cura en órbita
Un astronauta presentó un coágulo en la yugular. Ese episodio reabre el debate sobre los riesgos físicos de los viajes espaciales
No sabemos la fecha exacta, pero la NASA vivió recientemente otro momento "Houston", tenemos un problema”. El susto llegó durante un experimento rutinario en la Estación Espacial Internacional (ISS), de los cientos que se realizan en la nave para estudiar los efectos de la escasez de gravedad. Al escanear el cuello de uno de los tripulantes se halló un coágulo en su yugular. Las peligrosas consecuencias de este diagnóstico obligaron a improvisar decisiones médicas por la escasez de tratamientos a bordo de la nave. Este trombo, el primero que se detecta en un astronauta fuera de la Tierra, muestra que en los viajes espaciales todavía hay riesgos para la salud desconocidos.
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Leer más“Estos nuevos hallazgos demuestran que el cuerpo humano todavía nos sorprende en el espacio”, asegura la doctora Serena Auñón-Chancellor, que además de ser astronauta de la NASA está certificada como experta en medicina del espacio, una especialidad sobre la que ha publicado ya varios estudios científicos. “Todavía no hemos aprendido todo sobre medicina aeroespacial o fisiología espacial”, añade Auñón, quien firma junto a tres colegas un estudio, publicado en la prestigiosa New England Journal of Medicine, en el que han hecho públicos los pormenores de la afección y el tratamiento, pero manteniendo el secreto sobre la persona de la tripulación que sufrió esta complicación.
El astronauta afectado llevaba ya dos meses en la ISS, cuando la máquina de ultrasonidos que estudiaba la salud vascular de los tripulantes detectó ese trombo en la vena yugular. Ese cuadro puede tener complicaciones potencialmente mortales, como sepsis sistémica y embolia pulmonar, por lo que era urgente actuar aunque el paciente estuviera en órbita. La nave contaba con anticoagulantes, pero solo 20 dosis inyectables y jeringas limitadas, y no llegarían nuevos suministros hasta pasados 40 días. En esta tesitura, los médicos de la NASA optaron por acudir a un especialista en trombos ajeno a la agencia espacial, el doctor Stephan Moll, de la Universidad de Carolina del Norte, quien estableció un plan para racionar las dosis hasta que llegaran las provisiones.
“Mi primera reacción cuando la NASA me contactó fue preguntar si podía visitar la ISS para examinar al paciente yo mismo. No podían llevarme al espacio lo suficientemente rápido, así que procedí con el proceso de evaluación y tratamiento desde aquí”, bromea el doctor Moll.
La pregunta que queda es, ¿cómo lidiaríamos con esto en una misión de exploración en Marte?
Este astronauta se estuvo inyectando las dosis recomendadas por Moll durante cuarenta días, mientras seguía la evolución de su trombo con las indicaciones de dos radiólogos de la NASA desde la Tierra. Fue entonces cuando llegaron los suministros, con un anticoagulante más apropiado que se toma en pastillas. El trombo fue remitiendo como se esperaba, pero el paciente espacial solo dejó de medicarse cuatro días antes de volver a casa, por el peligro de una hemorragia en el aterrizaje. En total pasó unos seis meses en órbita, cuatro de ellos con el coágulo diagnosticado, para el que no era población de riesgo en ninguno de los factores posibles. “Si no es por el estudio [que detectó el coágulo]”, aseguran en la Universidad de Carolina del Norte, “no sabemos cuáles habrían sido las consecuencias”.
“La pregunta más importante que queda es, ¿cómo lidiaríamos con esto en una misión de exploración en Marte? ¿Cómo nos prepararíamos médicamente? Se debe investigar más para entender mejor la formación de coágulos en este entorno y las posibles contramedidas”, señala la astronauta Auñón en una nota ofrecida por la Universidad Estatal de Luisiana, en la que investiga.