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Pakistán se convierte en un campo minado a una semana de las elecciones generales
Funcionarios de seguridad paquistaníes hacen guardia frente a la residencia del ex primer ministro condenado Imran Khan, en Islamabad, el 1 de febrero de 2024.EFE

Pakistán se convierte en un campo minado a una semana de las elecciones generales

Una ola de violencia azota provincias fronterizas con Afganistán e Irán. Los comicios son este 8 de febrero de 2024

La campaña electoral en Pakistán entró este jueves 1 de febrero de 2024 en la recta final, a una semana de los comicios generales del 8 de febrero, marcada por un aumento de los ataques en las zonas fronterizas y las condenas judiciales contra el ex primer ministro Imran Khan, una de las figuras más relevantes de la política nacional.

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La campaña arrancó formalmente el pasado enero con un aumento desconcertante de las actividades insurgentes, que aumentaron un 102 por ciento en comparación con diciembre del año pasado, según datos del Instituto Paquistaní de Estudios de Conflictos y Seguridad (PICSS).

Una ola de violencia que azota sobre todo a las provincias de Khyber Pakthunkhwa y Baluchistán, fronterizas con Afganistán e Irán.

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Este jueves, al tiempo que la Comisión Electoral de Pakistán convocó una reunión extraordinaria sobre las medidas de orden público en esta dos provincias debido a la violencia armada, tres explosiones en Baluchistán causaron la muerte de una persona e hirieron a otras cinco.

Los ataques fueron perpetrados con explosivos y granadas, dijo a EFE Jamshed Khan, un oficial de la sala de control de la Policía en la ciudad de Quetta.

Khan confirmó también la muerte, un día antes, de un líder local del Partido Nacional Awami (ANP), mientras que otras ocho personas resultaron heridas en ataques separados contra oficinas electorales y residencias de los candidatos del partido político en Baluchistán.

Otro aspirante independiente a los comicios, Rehan Zaib, fue asesinado en el distrito tribal de Bajaur en Khyber Pakthunkhwa el mismo día.

El PICSS, un grupo de expertos con sede en Islamabad, publicó estadísticas alarmantes que documentan al menos 93 ataques militantes en todo el país en enero, que resultaron en 90 muertes, 135 heridos y el secuestro de 15 personas.

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Entre los muertos se incluyen 41 civiles, 37 miembros de las fuerzas de seguridad y 12 insurgentes. Entre los heridos había 81 civiles y 54 miembros de las fuerzas de seguridad, según el grupo.

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La provincia de Baluchistán sufrió la peor parte de la ofensiva, con 33 ataques reportados, mientras que Khyber Pakthunkhwa experimentó 30, según el informe.

"Las acciones contra actividades relacionadas con las elecciones, incluidos las agresiones contra candidatos, han aumentado", señaló el PICSS que "registró 21 ataques de este tipo en enero, cobrando 10 vidas e hiriendo a 25".

Hasta ahora, dos candidatos independientes han muerto en acciones armadas.

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El portavoz de la Comisión Electoral paquistaní, Nadeem Haider, aseguró que más de 700.000 efectivos de seguridad, el doble del número regular e incluyendo al Ejército, serán desplegados para las labores electorales.

Más de la mitad de los centros de votación han sido designados como en riesgo de sufrir violencia.

"A nadie se le permitirá caer en la violencia en nombre de la actividad política y sabotear el ejercicio democrático", indicaron los servicios de comunicación del Ejército paquistaní, el ISPR.

EL PROTAGONISTA ENCARCELADO

Las próximas elecciones se consideran una de las batallas más polarizadas en la historia política del país, ya que la nación sigue claramente dividida en una serie de cuestiones que van desde la ideología política hasta la celebración misma de las elecciones.

Si bien la violencia supone un peligro para el desarrollo cívico del proceso, la campaña gira entorno a las rivalidades políticas y la amarga situación económica.

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Khan, posiblemente el líder más popular del país y antigua estrella del críquet, quedó impedido de participar en unos comicios en los que habría sido un gran favorito, por una medida judicial a la que se sumaron esta semana dos sentencias distintas de 10 y 14 años de prisión.

Su partido, el Pakistán Tehreek-e-Insaf (PTI) intenta mantenerse en la carrera pese que cientos de sus partidarios, incluidos sus principales líderes, están en prisión acusados de participar y promover una ola de protestas que de desató el año pasado tras la detención de Khan.

Su nombre no estará en las papeletas, aunque el disgusto de sus seguidores y del propio líder opositor atiza polarización y la volatilidad del país en unas elecciones en las que su principal rival será la Liga Musulmana-N (PML-N) del ex primer ministro Nawaz Sharif.

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