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La Universidad Americana de Bagdad.EFE/ Carles Grau Sivera

El palacio y cárcel de Sadam Husein es ahora una Universidad Americana

Algunos estudiantes consultados, aseguran que ir a clase es parecido a ir a un aeropuerto o cruzar una frontera

Construido en un paradisíaco lago artificial de Bagdad en la década de 1990 por Sadam Husein, el majestuoso complejo de palacios de Al Faw se convirtió en una de las principales bases en Irak de las tropas de Estados Unidos durante la invasión y, allí, el dictador también permaneció cautivo hasta su ejecución. Pero ahora, por ironías de la vida o “justicia poética”, es la Universidad Americana de Bagdad.

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“Hay una especie de justicia poética, realmente, entre lo que estaba haciendo Sadam Husein y lo que estamos haciendo ahora, que es una institución educativa para el beneficio de todo el país”, dice  el presidente de esta nueva universidad, el estadounidense Michael Mulnix, desde su oficina, cuyo techo está recubierto con azulejos decorados con las iniciales del dictador.

Sadam Husein no pasó mucho tiempo en esta residencia, conocida también como el Palacio de Agua, pero la megalomanía del tirano todavía pervive en las inscripciones de sus poemas y de su nombre, esparcidos por las paredes y techos que la Universidad Americana ha querido preservar.

 

El complejo fue bombardeado por las fuerzas estadounidenses durante la invasión de 2003, y allí se asentaron las tropas, que transformaron el lugar en la base Camp Victory, donde Sadam fue trasladado tras ser capturado ese mismo año.

Incluso algunas de las sesiones de su juicio por crímenes contra la humanidad se celebraron en estos palacios, que él mismo ordenó edificar para conmemorar la recuperación de la península de Al Faw tras ocho años de guerra con Irán.

Pero desde la retirada de las tropas norteamericanas en 2011 el recinto permaneció completamente abandonado hasta que, en 2017, un empresario iraquí acordó con el Gobierno empezar las obras para convertir los despachos y salones de Sadam en aulas.

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“Todos estos azulejos estaban destruidos, colgando, había pájaros revoloteando por las ventanas, serpientes en el suelo, zorros… Simplemente estaba abandonado”, recuerda Mulnix sobre el estado en el que se encontraban gran parte de los palacios del complejo, que tras la retirada de las tropas de Estados Unidos quedaron a merced de la flora y fauna de Bagdad.

 

La directiva y los fundadores iraquíes de la institución apostaron por renovar los palacios y devolverlos a su estado original después de mantener “serias conversaciones” acerca del impacto que podría generar convertir un palacio de Sadam Husein en una universidad estadounidense, algo que fue duramente criticado en un inicio.

“Fue una discusión interesante, en cuanto a si deberíamos entrar aquí y eliminar todo lo relacionado con Sadam Husein (...) pero finalmente decidimos que no, que este es un lugar histórico, estas cosas sucedieron”, dice Mulnix.

La joya de la corona del campus universitario es el palacio principal, que fue la residencia personal del dictador, rodeado de aguas por las que nada la popularmente conocida como "lubina de Sadam", un pez cultivado y creado por el autócrata.

El acceso al palacio principal está restringido de momento por las obras de renovación que aún continúan en el exterior, pero también en su interior, donde quedan restos de la oficina del dictador y sus dormitorios.

El presidente de la universidad estima que hasta ahora la renovación del complejo ha costado unos 300 millones de dólares.

Mulnix describe que la primera vez que entró al edificio fue “increíblemente inspirador”, mientras que otro palacete ubicado a unos kilómetros de distancia alberga la celda donde Sadam Husein permaneció cautivo hasta su ejecución.

Entrar ahí “da una sensación muy extraña”, asevera.

 

Acceder al campus no es tarea fácil. Hay que pasar numerosos controles de seguridad, incluso uno de perros especializados en detección de explosivos y armas.

Algunos estudiantes consultados  aseguran que ir a clase es parecido a ir a un aeropuerto o cruzar una frontera.

“Aquí hay problemas de seguridad. Esperamos que algún día Irak se estabilice hasta el punto en que las puertas estén abiertas y la gente entre y salga (...) Hay medidas de seguridad bastante estrictas, no queremos que nadie... Que le pase nada malo a nadie”, asevera Mulnix.

Ya dentro del recinto, varios autobuses transportan a los universitarios al centro del campus, descrito por el presidente como “una ciudad dentro de una ciudad”, donde se encuentran pistas de tenis, supermercados, cantinas, y hay planes para establecer tiendas de ropa y cines.