Pekín y la emperatriz Cixi
El Palacio de Verano fue declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco. El lugar muestra un toque femenino
En desarrollo de este viaje por Oriente llego a la ciudad de Pekín. Es la última ciudad que visito antes de regresar a casa. Ya los asuntos laborales requieren presencia física. Eso de ser un nómada digital resulta muy interesante, pero también desgasta un poco, dado que ser turista y trabajador al mismo tiempo, sumado al cambio de horario, puede hacer que las horas de sueño comiencen a faltar, y agota.
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Se puede hacer, claro, pero requiere de una gran disciplina y a veces las ciudades visitadas tienen mucho que explorar, y distraen. Aún el mercado no está preparado solo para reuniones por video y se teme que la información sensible se filtre en esas reuniones virtuales. Y la cara hace milagros.
Llegué a Pekín, capital de China; desde tiempos prehistóricos se habla de dicha ciudad. Allí se encontraron los restos del Hombre de Pekín. Esta ciudad no siempre fue la capital, en principio era un centro comercial importante debido a su posición estratégica.
La Dinastía Yuan (1271-1368), en cabeza de Kublai Khan, emperador mongol, estableció a Pekín como la capital del imperio, llamándola Dadu. Tras la caída de la dinastía Qing, Pekín perdió su estatus de capital en favor de Nanjing, pero siguió siendo una ciudad importante. Con el surgimiento de la República Popular China, en 1949, Pekín fue declarada capital de esa nueva República Popular China. Hoy en día es una mole de cemento llena de parques, lujo y ventas. Acá son consumistas.
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Llegué a esta ciudad a través del tren bala tomado desde Xi´an, que viaja a 340 kilómetros por hora, en un cómodo vagón con acceso a internet. Es de noche y el clima es placentero. Esta vez vine a explorar temas banales y quiero descansar apagando el celular.
Historia de la emperatriz Cixi
El primer lugar que quiero explorar es el Palacio de Verano. Me traslado allí, acá están los colegios de vacaciones y todo resulta muy lleno. Entro y encuentro un lugar fantástico con lago, cientos de pinturas en la madera, barcos, templos, paisajismo. Comencé a explorar qué pasaba allí y mi acompañante me habló de Cixi, la emperatriz.
El Palacio de Verano, conocido como Yiheyuan, fue declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco. Fue construido en 1750 como un lugar de descanso y recreo para la familia imperial. Inmenso. Fue destruido durante la Segunda Guerra del Opio, en 1860, por las fuerzas anglo-francesas y reconstruido en 1886 por la emperatriz viuda Cixi.
Lo primero que me impactó de su historia fue enterarme de que China, un país con tendencia machista, tuviere en su historia una emperatriz. Nació en 1835 en una familia de clase baja. Fue seleccionada como una de las concubinas del emperador Xianfeng en 1851, pero se convirtió en la madre del futuro emperador, por ello ascendió en la jerarquía de la corte.
Cuando el emperador Xianfeng murió en 1861, su hijo tenía solo cinco años, entonces Cixi asumió la regencia del joven emperador. Cixi murió el 15 de noviembre de 1908. En este Palacio de Verano me dicen por acá que se rumora que Cixi también tenía sus concubinos, lo cual era inapropiado por ser viuda.
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Nada de ello tiene evidencia. Se dice que tomaba todas las noches polvo de perla para mantener su piel saludable y lo lograba. Inmediatamente pregunto si eso era verdad, y me comentan que la crema es famosa entre las mujeres de China, quienes usan esa crema todas las noches. El palacio de verano me permite percibir el toque femenino de Cixi y el orgullo que tienen en el fondo las mujeres de China de que una mujer haya manejado los hilos del poder, y el poder, en todo el país.
La gastronomía oriental
Se acaba mi recorrido de este día. Hora de ir a comer. Llego a un restaurante y me ofrecen pato laqueado. Esto es un espectáculo vivirlo. El mesero viene acompañado de una mesa donde reposa un pato que viene caramelizado. Lo parte con unas tijeras delante de los comensales y con fina delicadeza corta tajadas muy delgadas que acompaña con verduras y arroz. Delicioso. Dos copas de ‘baijiu’, licor nacional, con 50 grados de alcohol. Hora de dormir.
Me asiste interés el Distrito de Arte 798 de Pekín. Es una serie de antiguas fábricas industriales que han sido transformadas en galerías, estudios de artistas, tiendas, y espacios de exhibición. Allí entro a una de ellas y puedo observar el perro robot. Era grande y caminaba de un lugar a otro. Lo había visto en fotos, pero ante un chasquido de dedos se acercó.
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Es ver un robot de frente. Me doy cuenta de que el mundo cambiará completamente cuando se vuelvan comerciales estas máquinas y bajen de precio. Sigo mi camino por el Distrito 798 y me topo con un local donde ofrecen por 100 yuans la experiencia de vivir por 30 minutos las nuevas gafas de Apple que salieron a principio de 2024.
La verdad es la inmersión en otro mundo. Sin necesidad de computador o pantallas, ya con solo mover el dedo en el aire se puede entrar a cada una de las aplicaciones e interactuar con películas de dragones donde se camina por un desierto y todo un mundo nuevo que solo se veía en películas, con sonido ambiente perfecto.
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