En Perú las adolescentes son forzadas a ser madres
Ellas reclaman atención urgente para detener los embarazos por abusos en menores de 14 años Este año, unas 800 niñas se convirtieron en mamá
Las niñas y adolescentes peruanas víctimas de violencia sexual necesitan tener acceso a la protección de su salud para evitar los embarazos en menores de 14 años, una edad en la que este año unas 800 niñas se convirtieron en madres en el país.
Aunque Perú tiene normas para dar educación sexual integral en las escuelas y entregar la anticoncepción oral de emergencia en caso de violación sexual, en la práctica muchas adolescentes no acceden a la información oportuna y son pocas las víctimas de abuso que reciben la llamada píldora ‘del día siguiente’.
En lo que va del 2021, “alrededor de 791 niñas menores de 14 años fueron prácticamente obligadas a continuar un embarazo y es una realidad que nos afecta”, declaró la coordinadora del programa de derechos sexuales y ciudadanía en salud del Centro de la Mujer Flora Tristán, Eleana Rodríguez.
“Se convierte en un problema de salud pública que el propio Estado peruano tiene que tomar responsabilidad para garantizar el derecho a decidir, el derecho a vivir una sexualidad saludable, pero también con mucha prevención, ahí es responsabilidad del sector salud y del sector educación”, agregó.
De las 791 menores que tuvieron un parto a raíz de una violación sexual, cinco fueron niñas menores de 10 años, según las cifras del Ministerio de Salud.
En el 2020, un total de 47.398 partos fueron de adolescentes entre los 15 y 19 años, mientras que de enero a septiembre de este año se han producido 32.226 partos en adolescentes de la misma edad.
El 67 % de los padres de esos nacimientos fueron adultos de entre 18 y 58 años, de acuerdo a las cifras oficiales.
Rodríguez lamentó que “nunca se ha logrado detener o bajar el embarazo adolescente, siempre ha ido en aumento” y “ha ido en aumento durante la pandemia”.
Mientras que el porcentaje de embarazo adolescente a nivel nacional rondaba el 13 %, en localidades amazónicas como Atalaya, Purús o Iquitos llegaba a 30 %, o incluso a 60 % en las zonas más alejadas del país, comentó la portavoz de Flora Tristán. Con la llegada de la pandemia, los servicios de salud se volcaron a la atención de la COVID-19 y los referidos a la salud sexual y reproductiva se mantuvieron cerrados por varios meses en el 2020.
“Esto ha hecho que muchas más mujeres se vean expuestas a tener relaciones sexuales sin protección, o relaciones forzadas, porque en confinamiento aumentó también la violencia sexual en niñas y adolescentes”, afirmó Rodríguez.
Uno de los principales obstáculos para la atención de las menores víctimas de violencia sexual es la falta de información y de canales de comunicación, que se han reducido además desde que la escuela es virtual por la pandemia.
“Como adolescente en el colegio no conocía que podía ir a un centro de salud y pedir información sobre métodos anticonceptivos, o prevención del embarazo adolescente”, expresó Mía Calderón, representante del colectivo juvenil Vayamos, ubicado en el distrito de San Juan de Lurigancho, el más poblado del país.
La joven indicó que los profesores ya no hablan con sus alumnas sobre temas que no tengan que ver con los cursos durante las clases virtuales, dado que en Perú solo 200.000 de más de 8 millones de escolares están haciendo clases presenciales.
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Leer más“Se les debe informar que ellas pueden acceder al kit de emergencia, pero al estar encerradas en sus casas no lo obtienen, teniendo en cuenta que muchas veces los agresores pueden estar dentro de sus casas”, expresó Calderón.
El kit de emergencia se debe entregar de forma gratuita en los centros de salud y contiene medicamentos para prevenir enfermedades de transmisión sexual, el VIH-sida, una prueba de descarte de embarazo y la anticoncepción oral de emergencia.
No obstante, el acceso al kit de emergencia es muy reducido teniendo en consideración las cifras de embarazo adolescente en el país, pues hasta septiembre del 2020 se entregaron tan solo 747 a nivel nacional, más del doble de un año antes. Las adolescentes reclaman más atención.