El 'Santo Grial' de los piratas está en una isla de África, con diamantes y mucho oro ocultos
La historia de un tesoro que un parece libreto de Hollywood, ha ido pasando de generación en generación en las islas Seychelles y La Reunión.
La historia narra que segundos antes de que una cuerda adosada a su huella le diera el paso a la otra vida, el legendario pirata francés Olivier Levasseur, alias 'El Gavilán', lanzó un grito que dio pie a un misterio que casi tres siglos todavía está por resolver . "¡Que encuentre mi tesoro el que pueda entenderlo!", clamó ese día.
Por si fuera poco, el botín de Levasseur representa "el Santo Grial de la piratería, como el faraón Tutankamón lo es para la egiptología", sostiene JohnCruise-Wilkins, el historiador que ha escudriñado, palmo a palmo, más de 16 hectáreas de terreno costero en Bel Ombre, un distrito administrativo del archipiélago de Seychelles ubicado en la costa del norte de la isla principal de la nación, Mahé. Tiene una superficie de un tan solo 9 km2 y una población que ronda las 4.000 personas.
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Leer másLa multitud congregada el 7 de julio de 1730 en Saint-Denis, en la colonia francesa de la isla de Bourbon (actual Reunión), donde Levasseur fue condenado a la horca por sus correrías, quedó estupefacta por la inesperada exclamación 'in extremis'.
Acto seguido, el filibustero, ya con la soga al cuello y a las puertas del sueño eterno, sacó de un collar un criptograma de 17 renglones y lo arrojó al gentío, que a golpes -y hasta mordiscos- intentó atrapar el pergamino.
UN PIRATA DE PARCHE EN EL OJO
Levasseur, pirata de los de parche en el ojo de verdad (una herida en combate le dejó medio tuerto), se curtió como corsario en la Guerra de Sucesión Española (1701-1715) y ya como bucanero en el Caribe, donde aprendió a oler el oro y se ganó el mote de 'El Gavilán' por la rapidez con que pasaba a cuchillo a sus enemigos.
Acosado en las Antillas por Inglaterra, 'El Gavilán' buscó fortuna en el océano Índico y montó su cuartel general en Madagascar, con el ojo -el sano, claro- puesto en los galeones portugueses que retornaban de sus posesiones en la India.
Levasseur, que en vez de utilizar la tradicional bandera pirata, la temible 'Jolly Roger', izaba una más temible -si cabe- enseña blanca decorada con un esqueleto negro, se asoció con el infame pirata inglés John Taylor, entre otros filibusteros.
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Leer másJuntos perpetraron en abril de 1721 uno de los ataques más famosos de la historia de la piratería: la captura del galeón portugués "Nuestra Señora del Cabo", un buque de 800 toneladas lleno hasta los topes de un tesoro perteneciente al virrey luso de Goa y al obispo de ese estado de la India, que volvían a Lisboa.
Fue un premio fácil. Los piratas asaltaron el navío sin disparar un solo tiro porque sus 72 cañones habían sido arrojados por la borda para evitar un naufragio, tras quedar el navío desarbolado en una tormenta, por lo que estaba en reparaciones en Bourbon.
UN GALEÓN LLENO DE ORO Y PLATA
Levasseur no daba crédito: el botín contenía cofres a rebosar de lingotes de oro y plata; cajas abarrotadas de diamantes, guineas, perlas, seda y -cómo no- la célebre Cruz Ardiente de Goa, hecha de oro con incrustaciones de diamantes, rubíes y esmeraldas. La cruz pesaba tanto, que hicieron falta tres hombres para cargar con ella.
Tras repartirse el trofeo con Taylor y compañía, 'El Gavilán' -quien, por cierto, se llevó la cruz, entre otros preciados objetos- se ocultó años después en la granítica isla de Mahé, en las Seychelles, en desacuerdo con una amnistía declarada por el Gobierno francés a los malhechores del Índico que renunciaran a la piratería.
FACT: Anse Forbans beach in Seychelles, was once a pirates hideout in the Indian Ocean.
— Facts East Africa (@east_facts) July 7, 2020
It is believed that famous pirate Olivier Levasseur hid in this place, a treasure worth more than $160,000 that remains unfound. pic.twitter.com/nCaFQlSXYR
Detenido eventualmente en Madagascar y trasladado a Saint-Denis, Levasseur murió ahorcado, como es sabido, pero su último grito en vida resonó dos siglos después en los oídos de la señora Rose Savy, quien en 1923, durante un paseo por una playa del distrito de Bel Ombre en Mahé, avistó unas marcas extrañas esculpidas en unas rocas.
La señora Savy pensó que podía tratarse de señales piratas y, atraída por la curiosidad, obtuvo una copia del criptograma de 'El Gavilán' con ayuda de un sobrino archivero y conocedor de Levasseur. El documento fue autentificado por la Biblioteca Nacional de París.
La mujer excavó y descubrió esqueletos con pendientes de oro, quizás de piratas de baja estofa que, según la leyenda, Levasseur ejecutó para salvaguardar el secreto de la ubicación del tesoro.
Pero, incapaz de descifrar el enigma, la señora Savy abandonó la búsqueda y vendió el papel a Reginald Cruise-Wilkins, un exguardia de Coldstream, famoso regimiento del Ejército del Reino Unido que protege las residencias oficiales de la monarquía británica.
SÍMBOLOS MASÓNICOS, LLAVE DEL TESORO
Cruise-Wilkins, un 'cazador blanco' residente en Nairobi que dio con sus huesos en Seychelles para recuperarse de la malaria, había descifrado códigos secretos con el Ejército y, tras examinar el documento, comprobó que se basaba en la simbología masónica.
El exmilitar llegó a una conclusión: Levasseur enterró el botín de acuerdo con un complejo acertijo inspirado en los 'Doce trabajos de Hércules' de la mitología griega, que representan las pistas que hay que decodificar para localizar el tesoro.
Cruise-Wilkins rastreó y excavó durante 27 años el litoral de Bel Ombre, rodeado de un mar turquesa, exuberante vegetación y enormes rocas de granito lisas esculpidas por las olas. Tras empeñar ahorros y salud en la búsqueda, el infatigable cazador de tesoros murió en 1977 antes de descifrar un último eslabón del criptograma. En una cueva, viejas pistolas, monedas, sarcófagos piratas y estatuas de porcelana fue todo lo que halló.
Su hijo John Cruise-Wilkins, tan tozudo como su padre o más, tomó el testigo. "¡Oh, sí. Claro que aún buscamos el tesoro!", confirma desde Seychelles este historiador con el entusiasmo de un niño que acaba de leer las aventuras del pirata Barbanegra.
"Pero, de momento, hemos parado las operaciones por la COVID-19", explica Cruise-Wilkins, de 62 años, que negocia con el Gobierno seychellense la renovación de la licencia con la que continuar las excavaciones.
El tesoro -subraya- tendría hoy un valor de "unos 200 millones de libras esterlinas (253,5 millones de dólares)", aunque si llegara a descubrirse, el 50 % sería para el Gobierno por ley.
EL DESEO DE VENCER AL PIRATA
"No me canso, pero he perdido todo mi dinero en esto. Le he dedicado toda mi vida", admite Cruise-Wilkins, que necesita financiación para poder cumplir su sueño.
El 'hombre del tesoro', como le llaman en Mahé, ha desenterrado huesos, pistolas, balas de mosquetes y estatuas, pero ni un sólo lingote de oro. Sin embargo, se resiste a tirar la toalla porque no sólo quiere reivindicar a su padre, sino "vencer al pirata en su propio juego".
Sus pesquisas se centran en una cueva que da a una playa, una concavidad bloqueada por peñascos y a la que sólo se puede acceder por un túnel submarino, a merced de las mareas.
"Hemos hecho la parte metodológica del trabajo (...). Las pruebas arqueológicas halladas son abrumadoras. Ahora sólo tenemos que examinar los puntos calientes. Y en uno de esos puntos calientes yace el tesoro", asegura Cruise-Wilkins.
En Mahé, una isla pequeña donde se conoce todo el mundo, cada cual guarda una opinión sobre el tesoro de Levasseur, desde quienes toman por loco a John Cruise-Wilkins a quienes otorgan cierta credibilidad al pirata, como el escritor local Glynn Burridge.
"Es completamente posible que exista (el botín)", comenta por correo electrónico Burridge, al destacar que ese misterio se ha convertido en un "enorme factor de atracción" turística en Bel Ombre. "Aunque el verdadero tesoro -añade Burridge- es la historia del tesoro".