Terremoto en Turquía: postales que deja la desgracia

En el sudeste de Turquía y el norte de Siria, dos terremotos de magnitudes 7,8 y 7,5, y sus réplicas, han causado grandes daños y miles de víctimas. Las historias desgarradoras que deja el desastre también son numerosas y conmovedoras. 

El paso de las horas y las bajas temperaturas dificultan los trabajos de los rescate, con los especialistas intentando apurar el tiempo porque las posibilidades de encontrar a supervivientes se desvanecen.

EL RESCATE DE UN BEBÉ DE 10 DÍAS

En la provincia de Hatayos, un equipo de rescate turco logró liberar a un bebé de 10 días y a su madre de una montaña de escombros, cinco días después del terremoto que deja más de 21.700 muertos en Turquía y Siria. 

Este desastre natural ha conmocionado al mundo entero. Otra imagen es la de un rescatista que rompe en llanto tras salvar a una niña de los escombros en Turquía. 

También aparecen otras imágenes que en estos días recogen el desamparo de los sobrevivientes de los terremotos en Turquía y Siria. Un hombre con una chaqueta naranja llamativa y una expresión perdida, sentado en las ruinas de un edificio destruido después de un terremoto en Turquía, se volvió viral. Él protege su mano derecha del frío extremo y con la sujeta la mano de su hija de 15 años, Irmak, quien falleció en el terremoto. La escena representa el dolor y el sufrimiento de un padre después de perder a su hija en una catástrofe.

Otra vida entre las ruinas. Una niña recién nacida fue encontrada con vida bajo los escombros. Tenía el cordón umbilical aún conectado a su madre, quien fue encontrada muerta de debajo de un edificio derrumbado en la pequeña ciudad de Jinderis, junto a la frontera turca. La bebé fue el único miembro de su familia que sobrevivió al derrumbe. 

El alcalde de Estambul, Ekrem İmamoğlu, ha descrito en redes sociales su emoción al ver como los rescatistas hidratan al pequeño Muhammed. 

Un niño refugiado sirio, que se encontraba bajo los escombros de un edificio derrumbado. Después de pasar atrapado 45 horas y con la ayuda del tapón de botella, el niño sonríe agradecido con cada gota de agua que toma, mientras se escucha la alegría que muestran los voluntarios al ver la reacción del pequeño.