Sin velo no hay dentista, la marginación que sufren las iraníes
El Gobierno realiza una campaña para que las mujeres se cubran con el hijab su rostro
“No prestamos servicios a mujeres sin velo bajo ningún concepto”. Esa fue la respuesta que recibió una joven en una clínica odontológica de Teherán, en medio de una campaña estatal para que las mujeres se cubran con el hijab en la República Islámica de Irán.
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Leer másMaryam, joven universitaria de 22 años, no podía dar crédito. Desde hace meses no usa el velo como gesto de desobediencia civil tras la muerte en septiembre de Mahsa Amini, tras ser detenida precisamente por no llevar bien puesto el hijab.
Sin embargo, ante un fuerte dolor de muelas no tuvo más remedio que capitular y cubrirse con el velo de su madre, que la acompañaba en la clínica el pasado sábado, cuenta la joven.
Una vez que se cubrió el cabello, el dentista examinó a la paciente y llevó a cabo la endodoncia que necesitaba. "Me sentí maltratada", afirma la estudiante.
"El uso del velo debería ser una opción personal y no deberían poder negarse a tratarme", dice. Al igual que Maryam, muchas iraníes se han enfrentado con taxistas que se niegan a llevarlas, a tiendas donde no las atienden o a dificultades para usar el transporte público por no llevar velo.
Todo esto pone de manifiesto la situación en la que viven muchas iraníes que no usan el velo desde el 15 de abril que el Gobierno iraní pusiese en marcha una campaña para reimponer el uso de esta prenda obligatoria en el país desde 1983.
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Leer másEsa campaña es una respuesta a las melenas al viento que se ven por las calles del país, especialmente en Teherán, desde la muerte de Amini, que provocó unas fuertes protestas en las que se pedía el fin de la República Islámica al grito de "mujer, vida, libertad”.
Las protestas lograron acabar con la llamada Policía de la Moral, que vigilaba que se cumpliesen las estrictas normas de vestimenta en el país, y ahora las autoridades recurren a otros métodos para imponerlas.
Esos métodos incluyen el uso de cámaras para identificar a las infractoras por la calle o en coche, así como a la prohibición de ser atendidas en comercios o restaurantes, recibir educación o usar el transporte público.