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Residencia
Gabriel Boric y su pareja, Irina Karamanos, vivían en un departamento arrendado en el turístico barrio de Bellas Artes.EFE

¿Dónde vivirá Boric?, el dilema del nuevo presidente

Su departamento en arriendo en  Santiago y el palacio de La Moneda quedaron descartados. En este último no ha residido ningún mandatario en 70 años

A la conformación de su próximo gabinete, al presidente electo de Chile, Gabriel Boric, se le ha presentado un nuevo dolor de cabeza: buscar residencia oficial, una tarea para la que ya descartó su departamento en arriendo en el centro de Santiago y el palacio de La Moneda, sede del Gobierno.

Boric, que con 35 años y más de 4,6 millones de votos es el presidente electo más joven y más votado de la historia chilena, vive de alquiler desde que dejó con 17 años su casa familiar en la austral Punta Arenas, en el extremo sur de Chile.

Es la primera vez desde el retorno a la democracia que un jefe de Estado no tiene casa en propiedad.

El pequeño departamento que arrienda con su pareja, Irina Karamanos, en el bohemio y turístico barrio de Bellas Artes, en el centro de la capital, se desechó inmediatamente porque no cumple los parámetros mínimos de seguridad como, por ejemplo, tener más de un acceso.

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Durante algunas semanas, La Moneda fue una de las opciones que barajó su equipo, pese a que lleva más de 70 años deshabitada como residencia oficial.

"El último presidente que vivió allí fue Carlos Ibáñez del Campo en 1958. Su sucesor, Jorge Alessandri, tenía un departamento en el centro e instaló la tradición de que los mandatarios vivan en sus propias residencias", explicó a Efe Pía Montealegre, experta en patrimonio de la Universidad de Chile.

El palacio, de cuatro plantas y cerca de 20.000 metros cuadrados, es una de las primeras construcciones neoclásicas de Chile y se concibió para acuñar monedas en la época colonial.

Fue el presidente Manuel Bulnes quien lo reformó a mediados en 1846 y lo convirtió en residencia oficial durante un siglo.

El edificio, en el corazón capitalino y rodeado de comercios, bancos y oficinas, "se dejó de habitar porque las dependencias no eran muy prácticas", apuntó Montealegre.

Además, agregó la experta, la zona residencial se destruyó en el bombardeo durante el golpe de Estado de 1973 y habría que hacer una extensa obra en el caso de que se quiera volver a ocupar.

Una opción que el mismo Boric descartó hace unos días: "No están las condiciones y es importante separar el lugar de trabajo del lugar donde se duerme".

Chile es de los pocos países de la región que no cuenta con una residencia oficial, como la Quinta de Olivos (Argentina) o el Palacio de la Alvorada (Brasil).

En los años 2000, se pensó construir una casa presidencial estable, en la zona de Cerrillos, pero el proyecto terminó fracasando.

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"La ciudadanía ve con buenos ojos que los presidentes sean tratados más como ciudadanos que como príncipes y que vivan más en residencias comunes que en palacios", aseguró Montealegre.

Todos los mandatarios desde Salvador Allende (1970-1973) hasta Sebastián Piñera (2018-2022) han vivido en residencias personales en las comunas con mayores recursos de la capital, como Las Condes, Providencia y La Reina, en el denominado "Oriente de Santiago".

También lo hizo el general Augusto Pinochet, quien durante los 17 años que duró el régimen residió en una casona en Las Condes, que era la vivienda oficial del Comandante en Jefe del Ejército.

Si, como todo apunta, Boric elige otro barrio para vivir a partir del 11 de marzo cuando asuma el poder, "sería la primera vez que un presidente vive en una comuna de ingresos medios", afirmó a Efe Mauricio Morales, de la Universidad de Talca.

"Estoy segura que hay barrios residenciales en San Miguel y otras comunas donde se puede garantizar la seguridad tan bien como en el oriente. Sería una señal muy fuerte en términos simbólicos en este país tan clasista y segmentado", expresó por su parte la politóloga Claudia Heiss.

Bregado en las luchas estudiantiles y defensor acérrimo del proceso constituyente en el que está inmerso Chile, Boric promete una profunda agenda de cambios para construir un Estado de bienestar similar al europeo y acabar con la acuciante desigualdad socioeconómica que gatillaron las graves revueltas de 2019.

El debate en torno a la futura residencia de Boric, muy cercano al estallido social, puede ser una "metáfora" de cómo va a gobernar, "con tendencia a los simbólico pero con ciertas restricciones inherentes al cargo", señaló Rodrigo Pérez de Arce, del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES).

Para Jaime Abredapo, de la Universidad San Sebastián, el aún diputado por la austral Magallanes quiere "mandar el mensaje de que es un ciudadano más, con los mismos problemas de contaminación y transporte".

"Es una nueva forma de gobernar", concluyó.