La musica y folclor indigena recorren las calles otavalenas
Los kichwas celebran el Inti Raymi o fiesta del sol con eventos artísticos. Danzan en círculo en una forma de agradecimiento al astro rey por las cosechas.
El cuerno de un toro comienza a sonar, mientras decenas de hombres y mujeres danzan, cantan y tocan instrumentos andinos durante su recorrido por las calles Antonio José de Sucre y Cristóbal Colón, en el centro de Otavalo, provincia de Imbabura.
Como es tradicional, cada año, a finales de junio, los indígenas que habitan en el Valle del Amanecer salieron a las calles de la urbe para agradecer a la Pachamama a través de la danza y la música.
Con música, ritmo y alegría vivieron la Fiesta del Sol, la celebración más importante del pueblo kichwa. Los festejos se realizaron de manera especial en horas de la noche.
Wilmer Camuendo es uno de los que disfrutó del festival. El joven, de 27 años, es oriundo de la comunidad de la Compañía.
Él vistió un zamarro, camisa blanca y una máscara del Aya Huma, personaje central de esa festividad andina, que fue heredada por sus abuelos.
El joven procura recrear a un ser mitológico que representa el pasado y futuro, además del día y la noche. Su presencia es importante en el recorrido porque guía a todos los danzantes para que con el zapateo saquen toda la energía acumulada durante todo el año calendario y así empiecen un nuevo y renovado ciclo.
Camuendo toca el cacho como lo hacían sus ancestros. Ese instrumento se usaba para llamar y comunicar a la gente que los danzantes se acercaban a las casas para bailar.
El grupo de Wilmer lo conformaban diez personas, entre familiares y amigos, pero en el trayecto de más de dos horas bailando, decenas se juntaron.
Los indígenas danzan en círculo y es un acto de gratitud al Sol por las cosechas.
Rumiñahui Cachimuel, gestor de San Juan Capilla, dijo que en junio es la época donde el Sol está inclinado, pero también donde sale a flote la espiritualidad. Es un espacio donde el hombre se conecta con la naturaleza, además de un tiempo de reflexión.
Los dotes artísticos andinos
Este festejo comunitario es, además, la ocasión para mostrar los dotes artísticos. José Anrango, de 64 años, llegó desde el sector de Punyaro y tocaba la armónica, como le enseñó su papá Pedro, hace más de cuatro décadas. A José lo acompaña Charik Anrango, de 23 años. Hace tiempo migró a la ciudad de Ibarra, pero no olvida sus raíces y asegura que la mayor parte de los indígenas nace con el don de hacer música en las venas y otros aprenden solo viendo a los mayores de las comunas. Por eso, cada junio él llega a tocar su instrumento y vivir esta tradicional celebración.
En ese mismo grupo se encuentra José Pineda, de 49 años, quien es oriundo de la comuna de Karabuela de Ilumán. Él toca la quena. Aseguró que es un tiempo de encuentro entre los kichwas.
Luis Alberto Lema, de 43, es violinista y dice que aunque parte de la tradición se ha perdido, procura enseñarle a su hijo, de 13 años, la guitarra y más instrumentos.