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Protegidos. María Gabriela y Pedro se muestran alegres con la llegada del primogénito de la familia.Cortesía

Nacidos en medio de la pandemia

Fueron concebidos en un tiempo de mucho miedo. Tras 9 meses, arriban a un mundo que sigue alerta. Están encerrados, esta vez, por orden de sus padres

En los días en los que el pequeño Aquiles Elías fue concebido, la humanidad vivía uno de los más estrictos confinamientos a lo largo de su historia. Hoy, que observa el mundo con los ojos de un recién nacido (9 de diciembre del 2020), del otro lado de las cuatro paredes de su casa ya nadie está enclaustrado. Sin embargo, sus padres han decidido que ninguna persona puede invadir ese recinto. Lo han sellado a punta de alcohol y mascarilla, y marcado con el rigor del distanciamiento social. Tienen la certeza de que aún esto no termina.

Así son los primeros días de vida de uno de los tantos niños que fueron concebidos y gestados durante la crisis sanitaria que comenzó en marzo del año pasado y que a principios de 2021 encara su tercera ola y el hallazgo en el Reino Unido de una cepa más virulenta que ya ha sido descubierta entre varias personas en Babahoyo, la ciudad donde se identificó el llamado caso cero en el Ecuador del nuevo coronavirus, que ha provocado una epidemia que ya ocasionó más de 1,9 millones de muertos en el mundo.

“Ya lo presentamos a la familia, pero todo ha sido por videollamadas y fotos distribuidas por WhatsApp”, dice el padre, Aquiles Martínez Villacís, quien es el único de la familia, compuesta por su esposa Raquel Rendón Pérez y Alessia Paulette, de cinco años, la primogénita, que cada día deja aquel recinto. “Debo atender mis ocupaciones como periodista independiente, además de los dos negocios que tenemos, un acuario -lo atiende mi esposa- y una empresa de limpieza, que la administro yo”.

Casos COVID-19En el hospital 'Alfredo G. Paulson', de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, de marzo pasado a diciembre, se atendieron 52 mujeres gestantes que presentaban contagios de COVID-19. El nivel de mortalidad se mantuvo en cero.

Solo en el hospital Alfredo G. Paulson, de la Junta de Beneficencia, arribaron al mundo 263 niños, del 15 al 31 de diciembre pasado. Mientras que entre 1 de enero y el 12, nacieron 165. Todos concebidos en días en los que por primera vez en más de un siglo, Guayaquil se encerró de manera absoluta, con la finalidad de contener la propagación de un virus que entre el 16 de marzo y todo el mes de abril provocó la muerte de unas 16.000 personas, 13.000 más que en el mismo período de 2019. Casi el 90 % de estos ocurrió en Guayaquil.

Había miedo, mucho miedo, es lo que recuerda Yadira Chóez, una médica que atendía los pedidos de ayuda en el inicio de la emergencia sanitaria a través del sistema de alerta del ECU 911. Pero fue en aquellos momentos, dramáticos, en los que le sucedió algo por lo que había estado luchando en los últimos dos años: volver a quedar embarazada.

No lo esperaban. Es más, la pareja se recuperaba del contagio del virus que ella sufrió cuando atendía las urgencias médicas. Tampoco preveían que después de mayo ella sería parte de los despidos de profesionales que ejecutó su patrono, el Ministerio de Salud Pública.

La madre sonríe hoy cuando sus parientes bromean con aquello de que no respetó el distanciamiento social. En todo caso, tras los cuidados adecuados, José David arribó al mundo este 8 de enero, en otro encierro, pero en una reclusión impuesta por sus padres, tras el recrudecimiento de la pandemia. “Nadie puede visitarnos”, dice ella.

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Además de las afectaciones en términos de vida, hay efectos económicos. Hasta septiembre pasado el parón había generado en el país 173.000 despidos laborales.

El padre del pequeño Liam Ezequiel no es parte de ese rubro. Su despido llegó justo 10 días antes de que se decretara la emergencia sanitaria. Su madre, una ingeniera comercial, se mantuvo en teletrabajo para la CNEL. Hasta ahora, ninguno ha contraído el virus. Aunque la mamá y la hermana de Pedro Gómez Ocejo, el padre de Liam, sí se contagiaron (por separado) al inicio y durante la segunda ola. “Nos llevamos un susto cuando a inicios de mayo mi esposa sintió ciertos malestares. Pero en su caso, no es que perdió el olfato, sino que se le sensibilizó: todo le olía mal”.

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En casa. Aquiles y Raquel en una foto familiar, a los pocos días de que el segundo de sus miembros llegó al mundo.Cortesía

María Gabriela Barrezueta dio a luz sin mayores complicaciones a las 07:20 del 31 de diciembre. Así culminaban nueve meses en los que la preocupación por el virus fue latente. En las visitas al ginecólogo, durante el parto. Pruebas continuas. Llevando siempre mascarillas. Pero los cuidados siguen, porque la pandemia no se ha ido. El pequeño Liam Ezequiel es el primer nieto para las familias Gómez Ocejo y Barrezueta Arroyo, pero la mayoría solo lo conoce a través de fotos o videollamadas. En su casa están prohibidas las visitas.

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Karlina Escobar se enteró en pleno encierro (abril) de su embarazo (el parto está programado para hoy). Reconoce que lo peor se dio en las primeras semanas. Ella maneja un expreso escolar, cuyo uso quedó suspendido. Su pareja labora en una ferretería, por lo que se le complicó pagar los $ 80 por cada visita al ginecólogo. Los primeros dos meses fueron duros. “Me tocó acudir a centros de salud. Los enfermos llegaban casi muertos”. Una de las batallas ganadas por su familia es que nadie se ha contagiado. “Vamos bien”, dice.

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Confinados. Yadira Chóez muestra en sus brazos al pequeño José David, quien se mantiene enclaustrado con su madre.Cortesía

No ha sido un buen tiempo para concebir

Eliana Robles Granda, ginecóloga, aclara que en las circunstancias actuales debido a la pandemia, varias mujeres embarazadas han estado sometidas a situaciones de mucho estrés, lo cual puede influir, de una u otra manera, en el desarrollo fetal.

“Ya sabemos que la madre y el niño están realmente conectados, no solamente por un vínculo físico como es la placenta, sino que también hay este vínculo emocional-psicoafectivo que ya ha sido estudiado”, asegura.

Durante el 2020, señala la especialista, atendió a embarazadas que tuvieron partos prematuros. “El estrés materno puede conllevar trastornos placentarios, la disminución del aporte de oxígeno y nutrientes que requiere el bebé, retardo de crecimiento intrauterino, y en el peor de los casos, un desprendimiento placentario”, subrayó. MAPQ