
La natacion olimpica reduce sus opciones en la ciudad
Otras opciones. En Guayaquil hay otras dos piscinas olímpicas, de 50 metros, la de la Infantería de la Marina y del Liceo Naval que pueden ser utilizadas solo por sus miembros para entrenamientos.
Aunque la natación es un deporte que le ha dado muchas alegrías a Ecuador, en Guayaquil son pocas las opciones para quienes deseen practicar esta disciplina. En esta ciudad, con 2’644.891 habitantes, solo hay cuatro piscinas reglamentarias donde niños y jóvenes pueden entrenarse con miras a seguir los pasos de grandes deportistas guayaquileños que destacaron en la natación a nivel internacional.
Dos piscinas pertenecen a la Federación Deportiva del Guayas (Fedeguayas): Los Cuatro Mosqueteros, ubicada en la avenida 25 de Julio y la Perimetral, sur de la ciudad; y la Olímpica, que funciona en José Mascote y Luque, en el centro del Puerto Principal.
Estas atienden al público en general de lunes a viernes, con el visto bueno de la Fedeguayas; y los fines de semanas y feriados acoge a quienes realizan entrenamientos para participar en diversas competencias.
Las otras dos son privadas: el Club Deportivo Diana Quintana y el Club Deportivo Jorge Delgado Panchana, que trabajan en la vía Samborondón y la Alborada, respectivamente.
Pero hay otras piscinas como la Municipal, en Malecón Simón Bolívar y Loja, que dejó de funcionar hace varios años, y que hace dos semanas comenzó a ser demolida para la construcción de una de las cuatro estaciones de la Aerovía: un modelo de transporte, tipo teleférico, que promete reducir el viaje entre Durán y Guayaquil a 20 minutos y de paso, aliviar el tráfico vehicular.
También está la piscina Parque Forestal, situada en Venezuela y Guaranda, junto al parque del mismo nombre. Esta no funciona hace más de cuatro años, desde que el Ministerio del Deporte la tomó a su cargo para darle mantenimiento, situación que no se ha concretado por lo que su infraestructura está deteriorada.
Y a esto se suman otras tantas, al menos diez, todas públicas, que son semiolímpicas, de 25 metros de largo, y están abiertas al público, en su mayoría, los siete días de la semana.
Sin embargo, para expertos como Omar Quintana, propietario del Club deportivo Diana Quintana, estas infraestructuras no son suficientes. “Ahora es una obligación enseñarle a los hijos a nadar. La gente de estratos bajos lo requiere, la misma gente que intenta especializarse en ello, lo necesita...”. Y para ello, dice, el Estado debería invertir.
Quintana lamenta que por esta causa el deporte, en casi todas sus especialidades, esté estancado. No hay cultura: falta interés. “Para tener presencia, tener buenos nadadores, deportistas, el Ministerio de Educación debería obligar a que cada centro de estudio tenga al menos un 30 % de áreas verdes para que puedan ejercitarse, correr”.
Jorge Delgado, propietario del Club que lleva su nombre, opina de forma parecida. Si bien hay suficientes piscinas, dice, falta cultura para sentir pasión y amor por entrenar. “En Guayaquil los chicos están más interesados en otras actividades sociales. Además, las políticas de uso de las piscinas no aportan a ello. “En la piscina del Forestal, por ejemplo, vive la desidia y empezando por quienes viven en el entorno han perdido el interés por usarlas o querer ser nadadores profesionales porque están abandonadas o tiene políticas de uso que no a todos convence ”.
A Jaime Arévalo, por ejemplo, le incomoda que la Piscina Olímpica Asisclo Garay (una de las dos que integra la sede, la otra es la Alberto Vallarino), no atienda todos los feriados. “Muchos tenemos libres solo esos días, que te pongan esas trabas, para muchos diminutas, me obliga a inclinarme por otro deporte, como el fútbol”.
De hecho, agrega Delgado, las ganas de entrenar está más desarrollada en la Sierra. “Quito y Cuenca hoy por hoy nos superan en cultura acuática”. Hay menos piscinas, dice Quintana, pero más formación y apoyo.