Navidades amargas en Venezuela
Cada diciembre, el niño Jesús es el encargado de llevarle los regalos a los niños venezolanos. Pero Bismary Rivero, de 39 años, no tiene ni idea de qué es lo que le traerá a su hija de nueve años.
Cada diciembre, el niño Jesús es el encargado de llevarle los regalos a los niños venezolanos. Pero Bismary Rivero, de 39 años, no tiene ni idea de qué es lo que le traerá a su hija de nueve años.
Bismary llegó a la fila del Banco Central de Venezuela (BCV) en Caracas a las 04:00 de ayer con 100.000 bolívares en billetes de 100 para canjearlos. A mediodía, aún estaba lejos de la entrada y desconsolada.
Miles de venezolanos han tenido que acudir al BCV luego de que el presidente Nicolás Maduro ordenó sacar de circulación hace menos de una semana los billetes de 100 bolívares -el de mayor valor y circulación del país, que equivale a $ 0,15 a la tasa oficial más alta-, para golpear a mafias que asegura los acaparan en la frontera con Colombia para destruir la economía del país.
“Desde anoche que salí ando con mi niña muerta del hambre, no tengo dinero y no me están aceptando en ningún lado los billetes de 100”, relata Bismary, un ama de casa que viajó 450 km desde Punta de Mata, en el estado oriental de Monagas.
Maduro dio primero un plazo de 72 horas para depositar los billetes en los bancos públicos y privados, pero fue insuficiente. Desde el viernes solo se puede hacer en el BCV. La desesperación de la gente aumentó pues el presidente acortó de diez a cinco días el proceso de canje de la moneda.
“Cuando me dijeron que solo dio cinco días y que ya no iban a recibir más dinero en los bancos casi me dio un infarto”, cuenta Bismary, quien dijo haber llegado a Caracas en un autobús que el gobierno dispuso para trasladar a quienes acudirían ayer a una marcha gubernamental.
La angustia y la rabia contenida de esta madre soltera comenzaba a aflorar. Tenía a su hija de 9 años tomada de la mano y, contra su pecho, un bolso escolar donde llevaba el único dinero que tiene y espera cambiar.
Para peor, los nuevos billetes, el más alto de 20.000 bolívares, aún no salen a la calle, por lo que la gente entrega su dinero y el BCV se lo deposita en sus cuentas bancarias, de donde lo retiran -cuando hay efectivo- en fajos de 10, 20 o 50 bolívares. Todo un cargamento en un país con inflación de tres dígitos.
Maduro continúa echando a otros la culpa. Ayer denunció que la razón por la que la familia de nuevos billetes no ha llegado al país es un “sabotaje internacional” para afectar la economía. También culpó a la oposición de orquestar las protestas por la falta de efectivo, por las que 135 personas fueron detenidas.
Según anunció Maduro, el BCV dispondrá de 150 taquillas que trabajarán las 24 horas para agilizar el canje de los billetes de 100, y se daría prioridad a las personas mayores. Pero en las largas filas, que fueron fraccionadas por cuadras, no había distinciones y el avance era lento.
“Iré a dormir en la calle. Hay personas que se han devuelto porque no les han cambiado el dinero. Esto está colapsado”, opina Bismary, quien vive con otros dos hijos y una nieta.
Ante el fuerte malestar porque aún no están los nuevos billetes, que debían circular desde el pasado jueves, Maduro pidió “comprensión” para que el proceso de transición “termine de salir bien”.
Pero los venezolanos, que ya aguantan la inflación más alta del mundo y una grave escasez de alimentos y medicinas, pierden la paciencia. En varias ciudades del país se reportaron protestas y saqueos, como los de la localidad de Guasdualito, en el estado Apure, y en El Callao, en Bolívar.
“Aquí quemaron los tres únicos bancos que tiene el municipio, por lo que la ciudad esta militarizada hoy. Hubo heridos y más de 100 detenidos”, informó la exalcaldesa de Guasdualito, la opositora Lumay Barreto.
La mayoría de la población de Apure reside en municipios rurales, en los que viven campesinos, que según Barreto “hicieron colas desde el lunes para depositar el dinero y les fue imposible”. “Perder tu dinero, no tener qué comer y tampoco qué comprar desató la desesperación de la gente”, dijo.
El diputado opositor Ángel Medina, por su parte, informó la muerte de tres personas en El Callao, en disturbios por fallas en el suministro de dinero en efectivo.
“Autoridades municipales me confirman 3 fallecidos en El Callao, un comerciante asiático, un hombre y una mujer. Saldo lamentable”, tuiteó el parlamentario. Según Medina más de 30 comercios en El Callao fueron “saqueados” y “destruidos” lo que, dijo, “es bastante para el poblado”.
Bismary asegura que también está cerca de perder la calma. “Que yo tenga que venir aquí con una miseria de rial (dinero) a cambiarlo al BCV para poder comer. Esto es una locura, yo ya estoy cansada. Este presidente se tiene que ir, nos están matando del hambre”, manifestó.
No obstante, parece resignada a seguir en la fila. “No me puedo devolver a la casa con esos reales otra vez”, asegura Bismary, para quien solo “un milagro” puede resolver la situación del país.
El trago amargo lo es más en estas fechas. “Antes había adornos, luces. Ahora no, la gente va pendiente de la comida”, contó Zaira Ruiz, de 32 años, una ama de casa en Caracas que dice que, a pesar de las dificultades que sufre, “nada acaba con la Navidad. El nacimiento se pone”.
A su lado, Carmen Calma, de 47 años, también luce frustrada. Ella se dedica a hacer por encargo un tamal típico de Venezuela que se come para las fiestas, y apenas ha podido recibir pedidos.
“Este año no hay Navidad. No hay nada. No hay harina de maíz para hacer la hallaca”, ni billetes para comprar, dice frustrada.
“Con hambre y sin libertad”
Le duele tanto lo que pasa en su país que la voz se acorta al relatar la verdadera situación de Venezuela. Prefiere que la identifique por un solo nombre, Josefina, teme al poder del Gobierno venezolano. Ella llegó a Guayaquil hace ocho meses e instaló un negocio en el cual trabaja con su esposo. Dice a Diario EXPRESO que en Venezuela se vive realmente el día. “No se sabe si al día siguiente habrá comida”, resalta.
Para el presidente Nicolás Maduro todo es un efecto de la oposición y de las mafias económicas y políticas complotadas en EE. UU. y Colombia”. Pero Josefina habla de falta de medicina, de comida, de servicios básicos y ahora escasez de billetes. Se hacen filas de unas ocho horas tratando de cambiar el billete de 100 que dejará de circular.
Para Josefina se está cumpliendo lo que el libertador Simón Bolívar dijo casi proféticamente, “nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo”. El efecto de ello es lo que vive Venezuela, estar con hambre y sin libertad.