Nessa Teran, la otra que ve a otras
Tiene 30 años y disfruta de leer tanto como de beber vino o cruzar la ciudad en bicicleta. Fotógrafa de las escenas cotidianas en las calles. Periodista con un masterado en Media Management.
El asfalto negro de las calles en Quito está recibiendo, rítmicas y puntiagudas, las primeras gotas de agua y granizo de la época invernal. Llueve repentinamente y son cuarto para las dos de la tarde, aunque por los ánimos de las personas encerradas en casa parezca medianoche.
En el centro histórico de la ciudad, entre calles inundadas y viento frío, está la cafetería que no pudo ver el rostro de Nessa Terán, por el clima desordenado, cruzar el umbral de la puerta. A la feminista, la fotógrafa de lo cotidiano, la instagramer, la editora y fundadora del espacio digital Soy la Zoila.
Vanessa Terán Iturralde, periodista y con un máster en Media Management por el New School de Nueva York, fundó en 2017 la revista digital Soy la Zoila, una plataforma dedicada a las ideas de mujeres.
“Sería genial que las mujeres, de todo tipo, se identifiquen con el feminismo”, dice Nessa quien —también— cree que los hombres interesados en el movimeinto pueden deconstruirse y cuestionarse la propia masculinidad, pero que el término correcto para ellos es ‘aliados’. Eso deja entrever que “la toma de liderazgo es de las mujeres”, confiesa, “porque hay muchísimas cosas que pueden hacer para fortalecer la equidad de género y beneficiarse del feminismo”.
Cuando escogió el nombre de Zoila Ugarte de Landívar, la primera mujer junto a Hipatia Cárdenas de Bustamante en ejercer la profesión de periodista en el país, para su revista, investigaba sobre el movimiento sufragista en Ecuador. Conocer los nombres de quienes sudaron liberación para que ella pueda votar, un derecho fundamental como sujeto político, la llevaron hasta ella.
Su trayectoria la impresionó, pero también confirmó su idea de que “se borran los aportes de las mujeres en la historia. Aunque hayan sido claves para nuestro presente”.
La lluvia en la capital cayó de repente y no parará pronto. Entonces, desde una computadora, pausándose a sí misma de lo cotidiano y las corridas del ajetreo, Nessa usa las articulaciones de sus dedos para responder, entre todas las cosas, por qué la literatura y escribir pueden salvar y construir el mundo de igualdad de oportunidades que, al menos ella, imagina y desea para las suyas.
¿Cómo escoges el contenido de las páginas de Zoila?
Hay colaboradoras que han llegado a mí con ideas para textos y desde ahí se ha trabajado, juntas. Hay otras, en cambio, a las que me les he acercado al considerar que su experiencia de vida podría ser interesante para un número en particular. Por ejemplo, cuando pensé en Paulina Simón, quien compartía pequeños textos muy graciosos acerca de su experiencia como madre en redes sociales. Sabía que su punto de vista iba a resonar en nuestras lectoras. Al crear la revista, que tarda más o menos dos meses en producirse, se va tejiendo una red, las colaboradoras conocen a otras mujeres.
¿Hay algo en el campo de la literatura que intentas corregir o señalar con esto?
No solo en la literatura, en el mundo. Trato de visibilizar y dar espacio a las mujeres, porque históricamente se las ha invisibilizado e ignorado. En mi pénsum escolar leí a poquísimas autoras, todos los ‘grandes autores’ eran hombres. Había un montón de escritoras que nunca había leído, desde Virginia Wolf hasta Úrsula K. Leguin. Desde hace tres años leo casi exclusivamente a mujeres y aún me falta leer a varias, fundamentales, como Doris Lessing y Octavia Spencer. Esto no es una crítica a los escritores hombres, muchos de mis grandes favoritos son varones, pero era una deuda que tenía pendiente.
¿Es necesario un espacio creado para y por mujeres, sin la intervención de hombres, como Soy la Zoila?
Hay un vacío en la opinión pública de voces femeninas. En los medios, las mujeres casi nunca son citadas como expertas. En un mes normal, solo un 22 % de los artículos de opinión de los principales diarios del país tienen su firma. Y menos del 20 % de los roles editoriales y ejecutivos en medios ecuatorianos son ocupados por ellas. En ese contexto, son necesarios espacios como Soy la Zoila, porque es un medio enfocado en que las voces femeninas tengan cosas por contar.
¿Qué podría aprender un hombre leyéndote?
Empatía, sobre todo. Y otras formas de ver el mundo.
Convertirse en feminista significa aprender y desaprender. ¿Qué es lo que más te costó desaprender y, en ese proceso, dejar ir?
Reconocer mis privilegios de clase. Cuesta desaprender, porque son años y años de crianza en un sistema patriarcal y no es fácil empezar a ver cómo la desigualdad está presente en absolutamente todos los aspectos. Esto trastorna los vínculos afectivos con tu familia, pareja y amigos. Te motiva a tener conversaciones difíciles con gente a la que adoras y bastante paciencia porque no es fácil ni obvio. Quizás eso ha sido lo más difícil: descubrir que hay mucho por hacer, armarse de paciencia, argumentos y datos para enfrentar al mundo. Resulta agotador, a veces.
Fotos: Karina Defas // EXPRESO. Producción y estilismo: Jeffrey Véliz. Maquillaje: Rosanna Costales (Instagram: @roxyrox91). Vestimenta: Forever 21 (Instagram: @forever21) y Mega Moda (Instagram: @megamoda.ec). Accesorios y zapatos: Veranera (Instagram: @veranera.ec). Agradecimiento por locación: Cine Ocho y Medio (Instagram: @ochoymedioclub).