El Niño: Cauchal, una isla en la provincia de Esmeraldas en riesgo de desaparecer
En lo que va de 2023, el mar ha carcomido 150 metros de la playa. Los pobladores reconstruyen sus viviendas arena arriba
A unas 20 millas desde el muelle de San Lorenzo, en el norte de Esmeraldas, sorteando los manglares espesos y llegando a mar abierto donde ya no se diferencia el agua del cielo, aparece como un espejismo Cauchal, una pequeña isla de playa virgen donde predomina la pesca artesanal, los cultivos, las conversaciones alrededor de las lanchas a pie descalzo y desde hace cuatro meses, también la intranquilidad.
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Leer másNo es un recinto violento. Todo lo contrario, si por algo se caracteriza esta isla escondida de ese brazo del mar del Pacífico, es por la paz entre sus pobladores. La amenaza latente que impacienta sobremanera a sus moradores viene desde la principal fuente de trabajo de casi el 100 % de la población: el mar.
Son las 09:00 de un miércoles y para la mayoría de moradores de Cauchal ya se ha avanzado en más del 40 % del trabajo diario. Una tenue llovizna cobija la playa y llega con un frío que se clava en los huesos, aunque para los locales sea como un pellizco que no advierten.
Bajo ese manto de chubasco y con ayuda de siete vecinos, Roldán Rodríguez de 42 años, sube orilla arriba su lancha, después de achicarla (sacar el agua del interior) con una bandeja. A pocos pasos de ahí está su casa de bloques de cemento, la misma que ha ido retrocediendo al menos 50 metros desde la orilla. Tanto así, que la vivienda parece darle la espalda a la playa. “Yo mismo la derrumbo y la vuelvo a construir más atrás. La voy atrasando unas cuatro veces”, le cuenta a EXPRESO.
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Es que ha tenido que acudir a ese recurso porque la primera vez, a inicios de este año, un fuerte oleaje se llevó la parte frontal de su casa y en las últimas semanas el agua le va ganando terreno.
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No es el único que ha tenido que retroceder su hogar por la braveza del mar. Delia Portocarrero, de 63 años, está rehaciendo su discoteca, la única del pueblo y su única fuente de ingresos, que hace dos meses quedó bajó el agua.
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Leer más“Ahora me voy al monte y con la venta de uno que otro cultivo sigo adelante. Pero estoy de a poco reconstruyendo más atrás la discoteca”, cuenta la pobladora, quien narra con lamento cómo una mañana de septiembre se levantó como de costumbre, pero con la vista aterradora de su negocio sellado por el mar, lanchas quebradas y trasmallos flotando por doquier.
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A lo largo de la orilla de esa playa hay por lo menos unos 50 esqueletos de viviendas y estructuras aniquiladas por el agua salada, que “de un momento a otro”, obligó a sus habitantes a correr por sus pertenencias y reconstruir sus casas arena arriba. Además de las viviendas, las edificaciones de cooperativas de pesca y la guardería del lugar, esta última incluso de hormigón, han quedado en nada y solo se ven sus columnas fundidas en la arena. Hay casas aún en pie, pero cuarteadas también por el mar.
En el último año, calculan sus habitantes, el mar se ha tragado 150 metros de la playa y amenaza con desaparecer a la isla entera cada vez que hay corrientes. Otro claro ejemplo de ello, es el faro de 40 metros que hace años estuvo bastante apartado de las casas y que hoy está a la par de las mismas.
- ESE PEQUEÑO ESPACIO. Cauchal mide unos 10 kilómetros cuadrados donde habitan 560 pobladores que viven de la pesca, la recolección de ostras y de algunos frutos como mangos, zapote negro, cacao y guanábana, que cultivan, acumulan en grandes cantidades y que cada sábado venden en el mercado de San Lorenzo. Pero la playa se achica, los oleajes cada vez son más fuertes y el trabajo se reduce.
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Los oleajes repentinos que han golpeado a la comunidad en los últimos cuatro meses, han hecho que los peces se alejen de los alrededores de la isla y sea para los pescadores más difícil la faena. Tanto así, cuenta Roldán, que la producción ha bajado en un 60 % y por lo tanto las ventas y su economía.
La Organización Meteorológica Mundial anticipó que el actual evento climático de El Niño continúe al menos hasta abril de 2024 y que por tanto el próximo año sea aún más cálido que 2023, ya encaminado a batir los récords de calor.
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“Cuando la marea está fuerte, el agua salada sube hasta 200 metros y nos rodea mucho. Incluso hay una laguna en el centro de la isla que se desborda y ahí no tenemos agua dulce. Alguna emergencia, no tendríamos por donde correr”, dice Laris Ordóñez, vicepresidente de la comunidad, quien en los últimos días se queda a cargo de las acciones en el sitio mientras el presidente se mueve entre otras islas más grandes o viaja hasta San Lorenzo buscando ayuda para los damnificados y para sobrellevar la amenaza.
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Leer másCauchal pertenece a la parroquia Ancón de Sardinas, cuya cabecera cantonal es Palma Real, una isla más grande también con amenaza de inundación, aunque en menor grado. Esa zona es jurisdicción del cantón San Lorenzo, cuyas autoridades, en compañía de personal de Riesgo y de instituciones como la Armada Nacional, han socializado varias veces con la población el alto riesgo que tiene el islote de desaparecer por los efectos del fenómeno de El Niño.
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Por ello, San Lorenzo ha dispuesto dos de sus instituciones como albergues para los pobladores de Cauchal a quienes ha incitado a salir de la isla lo más pronto, antes de que los efectos de El Niño se los impida en el último momento y se imposibilite la llegada del auxilio por mar. Sin embargo, la población se resiste a dejar sus casas, así deban reconstruirlas una y otra vez.
De acuerdo al Instituto Oceanográfico y Antártico de la Armada del Ecuador (Inocar), a mediados de noviembre habrá una tendencia al incremento del nivel del mar en el país y llegarán las primeras lluvias, efecto de El Niño. Las precipitaciones asociadas a este evento climático, llegarán a su periodo máximo para el trimestre de diciembre, enero y febrero. El Comité Nacional para el Estudio Regional del Fenómeno de El Niño ha informado que la provincia de Esmeraldas será uno de los puntos más afectados por las lluvias.
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Leer más“Si estamos preocupados, claro que sí. Pero esto es por temporadas, aunque sí es cierto que ahora el mar está mucho más bravo, pero confiamos en que no sea tan grave. Tenemos aquí nuestras casas y trabajo y nadie quiere ir a San Lorenzo por la violencia e inseguridad”, cuenta Ordóñez.
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Leer másSE RESISTEN A DEJAR SUS CASAS
Las autoridades de Riesgo de San Lorenzo han dispuesto para los pobladores la iglesia de la ciudad y la Unidad Educativa Mariscal Sucre, como albergues temporales en caso de que los cauchaleños tengan que evacuar la isla por la emergencia de la subida prolongada del mar.
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Los pobladores, algunos de más de 60 años de edad, que han vivido toda su vida en esa isla, no encuentra razones suficientes para dejar su hogar, conocen el mar y creen que los efectos de El fenómeno de El Niño no serán tan graves,
“Ahora nos preocupa la puja que llegará la próxima semana, esperemos que no llegue a mayores. Hace años pasamos una situación similar, resistimos y estamos aquí”, menciona Laris Ordóñez, poblador y vicepresidente de la comunidad.
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