Es oficial: el correísmo grita más
Fracasó en la Asamblea la comparecencia de los ministros del Interior, Relaciones Exteriores y Defensa
El correísmo volvió del receso parlamentario dispuesto a enfrentarse con la bancada de gobierno de la manera que mejor sabe: a grito pelado. Con la confusa idea de que nadie sino ellos puede interrogar a las ministras del Interior y de Relaciones Exteriores sobre la crisis diplomática con México, un nutrido grupo de asambleístas de la revolución ciudadana ocupó la sala donde se hallaba reunida la Comisión de Relaciones Internacionales, metiendo tal escándalo que la sesión en curso no pudo seguir adelante. Con tanto correísta gritando al mismo tiempo (Viviana Veloz, Pamela Aguirre, Fernando Cedeño, Jhajaira Urresta, Ricardo Ulcuango, Raisa Corral, Victoria Desintonio y otros, a cuál más estridente) era imposible entenderse. Las ministras Mónica Palencia, Gabriela Sommerfeld y el ministro de Defensa, Gian Carlo Lofredo, que habían sido llamados a declarar, no pudieron continuar y la sesión tuvo que suspenderse.
Todo empezó con una disputa entre comisiones por el derecho de interrogar a los ministros. El pasado domingo, poco después de las seis de la tarde, los había citado la de Fiscalización, entregada al correísmo al inicio de la legislatura con el consentimiento del propio gobierno y presidida por Pamela Aguirre. Para el miércoles 10 a las ocho y media. Dos horas después hizo lo propio el presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales, el gobiernista Jonathan Parra: llamó a los ministros para el miércoles 10 a las ocho y veinte. Que la convocatoria era ilegal, protestaron los correístas. No sin razón: la Ley Orgánica de la Función Legislativa prohíbe a las comisiones asumir un proceso de fiscalización que haya sido anunciado previamente por otra. Sin embargo, como si de la hora de inicio dependiera todo, una infantil disputa por reunirse más temprano empezó en ese momento. Aguirre adelantó su convocatoria para las siete de la mañana. Parra movió la suya para las seis y cincuenta. Aguirre volvió cambiarla para las seis y 45. Finalmente los ministros llegaron a las siete y diez y fueron directamente a la comisión donde habrían de ser mejor tratados: aquella controlada por el gobierno.
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Leer másLo demás fue una sola gritadera. Una veintena de correístas llegaron a la sala de sesiones, incluida la propia Pamela Aguirre, que se quedó parada detrás de las ministras, dando voces destempladas que obligaron a Mónica Palencia a permanecer buena parte del tiempo con las manos en las orejas. Algunos de ellos, como clamaba Fernando Cedeño, habían oficializado por escrito su presencia, con lo cual avalaron una sesión que consideraban ilegítima. “¡Señor presidente, orden, orden!”, vociferaba Victoria Desintonio, sembrando el desorden. Todos al mismo tiempo.
Sólo una hora después pudo tomar la palabra la ministra del Interior. Ella habló de su condición de ciudadana con doble nacionalidad, ecuatoriana y mexicana, y reconoció un conflicto de intereses por el cual, dijo, se excusó en marzo de manejar el conflicto diplomático. Sin embargo, ya para entonces había mantenido varias reuniones con los funcionarios de la embajada, solicitando la devolución de Jorge Glas y recordándoles la calidad de delincuente sentenciado por delitos comunes del exvicepresidente. Con respecto al operativo de ingreso a la embajada, anunció que entregaría una carpeta de documentos reservados. La exsocialcristiana Lucía Jaramillo pidió entonces que se despejara la sala y continuara la sesión a puerta cerrada y en secreto. Ricardo Ulcuango apeló la presidencia y volvió a arder Troya.
Una hora y media, con dos recesos forzados de por medio tardaron en votar ambas mociones: la apelación a la presidencia y la de declarar reservada la sesión. La primera fue negada: Jonathan Parra mantuvo la calma a pesar de las circunstancias y conservó su lugar. La segunda fue aceptada pero la escolta legislativa fracasó en su intento de desalojar a los correístas de la sala. La sesión quedó suspendida. El nuevo intento será, seguramente, con policías en la puerta.
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