Ola Bini: la actividad en el país del presunto socio de Assange
Es un informático de prestigio que aboga por la privacidad. Iba a Japón a practicar artes marciales
Aunque Ola Bini y Julian Assange compartan actualmente un notorio parecido físico, no siempre fue así. Por 2013, el sueco de 36 años llevaba el cabello corto y negro cuando dictó en inglés, en Quito, la charla ‘Ecuador como paraíso para la privacidad’, una de sus primeras en el país.
Desde ese año, el experto en seguridad informática y criptografía, hoy detenido por su presunta vinculación con Assange y WikiLeaks, hizo de Ecuador su casa. Aún no domina el español, pero aquí se ha dedicado, según sus cercanos y las actividades que siempre hizo públicas, a promover el uso de software libre orientado a la privacidad y a mejorar la seguridad de sus comunicaciones.
En 2014 su perfil se hizo nacional con una aparición en Campus Party Quito, donde lideró una iniciativa para promover el uso del cifrado de la información, que incluyó una charla en vivo y compartida con Assange desde la Embajada de Ecuador en Londres, además de un taller para periodistas en el que participó EXPRESO.
A ambos, en aquel año, los movía la idea de tirar abajo la justificación de que “la privacidad de los ciudadanos es el precio que hay que pagar por la seguridad de los Estados”.
Bini defendía que lo que en un inicio se presentó en varios países como una estrategia para promover la protección de los ciudadanos en contra del terrorismo, el lavado de activos, o la trata de blancas, enmascaraba un propósito totalmente distinto: “El espionaje masivo de los usuarios de Internet”.
Para evitarlo, enseñaba a todo el que se lo pedía los pasos básicos para la encriptación.
Bini trabajaba hasta hace un año en ThoughtWorks, una empresa desarrolladora de software importante a nivel mundial, famosa por contratar a los mejores programadores (en el 2010, Computerworld en Suecia lo nombró el sexto mejor desarrollador de la nación). En 2017 salió de ahí para formar parte de la organización Somos CAD, dedicada a proteger la privacidad, que abrió una oficina en Quito. Y hoy el Gobierno sospecha de su intensa colaboración con WikiLeaks, de sus doce visitas a Julian Assange en Londres y de su último viaje a Venezuela en las mismas fechas que el excanciller Ricardo Patiño, según ha detallado la ministra del Interior, María Paula Romo,
La noticia de su detención y las sospechas sobre sus actividades han sorprendido a sus allegados. Entre ellos, a Mauricio Reinoso, su profesor de artes marciales desde hace dos años, quien lo describe como “un chico muy amable y respetuoso”.
También asegura que el día que fue apresado, estaba viajando a Kashiwa City (a una hora y media del centro de Tokio) para un entrenamiento con el “sensei máximo”. El viaje, según su maestro, estaba planeado desde octubre del año pasado. A Rafael Bonifaz, otro promotor de la privacidad y la criptografía, tampoco le cuadró el perfil malicioso que se le ha achacado desde el jueves. Él lo describe en Twitter como “una persona que sabe mucho y le gusta compartir su conocimiento”.
Ataques informáticos
Muchos, pero aún invisibles
La magnitud de los ataques informáticos que recibió el país este jueves y viernes aún no puede medirse. Los expertos aseguran que han sido muchos, pero aún se desconoce su alcance, pues es necesario validar la información con un análisis forense que podría tardar semanas.
Hasta ahora, la mayoría han sido de DoS, según Bruno Sánchez, gerente de GMS. Es decir, ataques de denegación de servicio, que logran deshabilitar páginas por una sobrecarga de los recursos computacionales del sistema atacado.
Aparentemente un tipo de intromisión inofensiva. Sin embargo, el experto explica que puede tratarse de una etapa de evaluación. “Primero, escanean. Segundo, levantan información de por dónde pueden entrar. Tercero, generan el ataque, que puede ser a gran escala. Y cuarto, borran sus huellas”.