La Operacion Corrupcion
Se conoció como Plan Cóndor y también como la Operación Cóndor, un plan de coordinación de acciones y mutuo apoyo entre los regímenes dictatoriales del cono sur de América: Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia, y en cortas etapas en Pe
Se conoció como Plan Cóndor y también como la Operación Cóndor, un plan de coordinación de acciones y mutuo apoyo entre los regímenes dictatoriales del cono sur de América: Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia, y en cortas etapas en Perú, Colombia, Venezuela y Ecuador, llevado a cabo en la década de 1970 a 1980, con el objeto de hacer seguimiento, vigilancia, detención, interrogatorios y desaparición de personas consideradas por dichos regímenes como subversivas o contrarias al pensamiento político de las dictaduras militares de la región, la mayoría de ellas pertenecientes a movimientos de la izquierda política.
Por suerte se superó esa época y hemos vivido en democracia durante un buen tiempo, con poca influencia de los Estados Unidos, que se embarcó a intentar enseñar a vivir en democracia a los pueblos del Medio Oriente, pueblos acostumbrados a vivir con gobiernos totalitarios y partidos únicos.
Empezaron los cambios. En plena era del ‘boom’ petrolero que benefició a pocos países, especialmente a los de la península Arábiga y a Venezuela, la política internacional empezó a sufrir cambios. Surgió Chávez y se le ocurrió implantar lo que él llamó el “socialismo del siglo XXI”, se acercó a Fidel Castro y empezó a repartir petróleo. Primero a Cuba, país que se ahogaba en materia económica, y luego a pequeñas naciones del Caribe que, con gusto, se afiliaron a la ALBA, organismo creado por Chávez que le permitía ejercer una influencia muy grande sobre ellos.
Además, este mandatario, dándose cuenta de las pocas posibilidades que tenía de influenciar en la OEA, empujó a los gobernantes que demostraban ciertas simpatías con sus ideas a formar la Unasur para hacer realidad los sueños de los libertadores Bolívar y San Martín de formar una gran nación con los territorios que fueron liberados del poder español. Desgraciadamente se le olvidó que era una misión imposible con la que, desde un principio, fracasaron esos dos grandes hombres. De todos modos logró convencer a Brasil para que haga de cabeza y se fundó otra organización más, que solo sirve para alojar, en un bello y costoso edificio, a un grupo de burócratas internacionales bien pagados, sin oficio ni beneficio.
El desbande. Muerto Chávez se ha producido un desbande. Raúl Castro, pragmático por excelencia, a falta de la ayuda petrolera venezolana se arrimó a los Estados Unidos, consiguiendo que Obama respete el camino escogido de imitar a China en pequeñito: un gobierno políticamente comunista, pero en lo económico capitalista. Ahora que están llegando capitales, dólares sin impuestos, turistas, etc., cada vez importará menos la declaración del levantamiento del embargo y la devolución de Guantánamo.
Pero allí no queda la cosa. Aparentemente Chávez ha dejado a sus amigos gobernantes un camino trazado para eternizarse en el poder, pero la cosa no ha marchado bien: Maduro perdió las elecciones en forma apabullante para conformar la nueva Asamblea en Venezuela, asediado por las acusaciones de corrupción de sus familiares y colaboradores. En Brasil, la corrupción supera todos los límites. Se derrumba el mito Lula y su compañera Rousseff está empeñada en salvarlo y salvarse ella.
En Argentina, Cristina Fernández perdió la oportunidad de volver a ser reelecta y perdió su candidatura. Pero lo más grave es que está destapándose la olla y se encuentra corrupción por donde ella ha metido la mano. La corrupción en ese país ha sido tan grande que a su sucesor le será muy difícil limpiarlo de tantos mafiosos.
Don Evo Morales ya cayó en la trampa. Su examante representa intereses económicos muy vinculados al régimen boliviano y, a más de buscar a su presunto hijo, le será muy difícil demostrar que su gobierno no tiene nada que hacer con tantos negociados que todos los días salen a luz. Además, ha perdido la confianza del pueblo que le dijo no, en el plebiscito, a su deseo de eternizarse en el poder.
Y no por estar un poco lejos, se nos puede escapar el pequeño Somoza, Daniel Ortega, presidente de Nicaragua que negocia con un multimillonario chino la apertura de un canal en su país, cuya construcción inundará tierras cultivables que poseen y trabajan los agricultores de esa región. Como es normal, él no quiere dejar el poder.
La operación no funciona. En conclusión, ha sido fácil detectar esta nueva operación que la llamamos ‘El Plan Corrupción’, porque hay mucha similitud en lo que ha pasado y está pasando en los gobiernos nombrados: “Había que asaltar las arcas fiscales para lograr ganar indefinidamente futuras elecciones y olvidarse de las sucesiones presidenciales, por obsoletas”.