Los padres tambien se van de vacaciones
8 de abril, 07:00, inicia el cronograma académico en el régimen Costa del año lectivo 2019-2020.
Dice Elsy Moreira Muñoz que la pequeña Larissa quiso irse temprano a la cama la noche del jueves. Dice que desde el domingo pasado ella le había anunciado, como primicia, que al día siguiente comenzaba la cuenta regresiva. Es por eso que la mañana de ayer no hubo que insistirle para que saltara de la cama, que amaneció con una enorme sonrisa y que apenas pudo preguntó algo incrédula: ¿Mami, es el último día, verdad?
Con la misma sonrisa y algo de ese escepticismo inocente se despidió de la madre al pie de la unidad educativa Santa Luisa de Marillac, en el sector de las calles Avenida del Ejército y Esmeraldas. Se iba así a cumplir el último día de clases.
“Hasta a mí me cuesta creer que el lunes ya no tendremos que madrugar ni preocuparnos por hacer el viaje diario hasta la escuela”, menciona esta madre de familia, una asesora de ventas, quien evidencia aquello de que detrás de una buena alumna siempre hay una madre preocupada. Además de cumplir sus ocupaciones profesionales, debe estar pendiente de que en casa la niña haga sus deberes. “Una debe ocuparse no solo de que el uniforme esté bien planchado, sino de que cumpla bien sus tareas”.
El Marillac es uno de los 110 mil planteles de la región Costa que ayer cumplieron la jornada número 193 del año lectivo 2018-2019. En cada uno se evidenció esa doble alegría. Por un lado los alumnos, del otro, sus padres. Y en muchos casos, hasta los abuelos.
“Cuando los padres no están, soy yo la que ayuda a resolver los ejercicios de matemática. Si no puedo, ella llama al papá o a la mamá”, dice Mariana Viteri, quien no quiso perderse la oportunidad de llevar a su nieta a que viviera la jornada de ayer, un día en el que 495 mil estudiantes llegaron a sus planteles con una sonrisa marcada en sus rostros.
En estos 193 días, los padres cumplieron una labor especial. Diferentes en muchos casos. Levantar a los hijos de la cama, prepararles el desayuno. Un día, dejar listo el uniforme, la maleta con los cuadernos de acuerdo a las materias que les toca al día siguiente.
En muchos casos y dependiendo de la edad del hijo, estas tareas deben cumplirlas ellos. Aunque, “una nunca deja de estar vigilando”, dice Doris Véliz, otra madre de familia, auxiliar contable, que viaja en la Metrovía desde el sector del Barrio del Seguro para dejar a su hija en el colegio. “También hago de expreso escolar”.
Para los esposos Francisco Rodríguez e Ivón Jouvín también serán dos meses de descanso, o al menos no madrugarán a las 04:30 para preparar el desayuno y arreglar los útiles escolares de sus hijos Madisson (12) y Adonis (8).
La menor estudia en el colegio La Providencia y antes de las 06:00 debe estar lista para tomar a tiempo el expreso que la recoge en su domicilio, situado en La Pradera II, con dirección al centro de la ciudad.
La pareja de esposos se turna para llevar al más pequeño de la casa hasta la Unidad Educativa Santiago de las Praderas (Uespra), en La Pradera I. En esta ocasión le tocó a Ivón, quien con un paraguas trataba de evitar que el aguacero que caía en ese momento mojara a su niño.
“Las clases deberían culminar en diciembre, como en mis tiempos. El temporal de enero y febrero enferma a los chicos, ojalá las autoridades lo analicen”, opina la progenitora, tras comentar que en el reciente año lectivo Adonis se ausentó de clases en dos ocasiones por problemas de salud.
Mientras esperan las calificaciones, los esposos planifican los vacacionales para que Madisson y Adonis permanezcan activos hasta el retorno a clases.
Eran cerca de las 07:30 y en los exteriores de la Uespra, los pocos conductores de expresos escolares aprovecharon para conversar con padres de familia con el objetivo de asegurar un cupo en el vehículo para el próximo período lectivo.