Paola Guzmán: El primer caso de abuso sexual escolar en la Corte IDH
Paola Guzmán, de 16 años, se suicidó en 2002, tras ser víctima de abuso sexual por el vicerrector de su colegio. El caso va ahora a la Corte IDH.
Tras 17 años años de impunidad por la muerte de Paola Guzmán Albarracín, su madre ve esperanza en la justicia. Mañana, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) realizará la audiencia de juicio de este caso, en San José, Costa Rica.
“Se ha normalizado el abuso sexual hacia las niñas a un punto vergonzoso”
Leer másPaola fue víctima de acoso y abuso sexual por parte de Bolívar Espín, entonces vicerrector del colegio público Miguel Martínez Serrano de Guayaquil. Espín, quien tenía 64 años, le había ofrecido modificar sus calificaciones a cambio de relaciones sexuales. Producto de ese abuso, ella quedó embarazada.
Espín la obligó a realizarse un aborto, aseguró Catalina Martínez, directora regional para América Latina y el Caribe de la ONG Centro de Derechos Reproductivos en la audiencia de fondo en la que el caso fue presentado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ante la Corte IDH, en 2015.
El 12 de diciembre de 2002, la adolescente ingirió fósforo blanco antes de subir al bus que la llevaba a clases. En el colegio, luego de contar a sus amigas lo que había hecho, acudió a la enfermería en estado de emergencia.
Su suicidio fue un acto de denuncia, explicó —en esa audiencia de 2015— la médica Ximena Cortés, quien realizó el peritaje psiquiátrico y psicológico de Paola.
En 2019, cuatro años después de esa audiencia —a la que el Estado ecuatoriano no asistió— la Corte admitió el caso, el primero de violencia sexual en el ámbito educativo que llega a este organismo.
@CepamGuayaquil logra llevar a caso de #PaolaGuzman ante la #CorteIDH. El primer caso de violencia sexual a niña en contexto educativo.#NiñasNoMadres pic.twitter.com/xES3gfrdCo
— CDH.GYE (@CDHGYE) January 24, 2020
En el colegio, las autoridades no le brindaron atención médica a Paola.
El médico Raúl Ortega Gálvez dijo que no había nada que hacer y la inspectora general le sugirió que se ponga a rezar y a “pedirle perdón a Dios” por lo que había hecho. El vicerrector, su agresor, se limitó a cuestionar los motivos de su decisión.
Ningún representante del colegio llamó a su madre, Petita Albarracín, a decirle que su hija estaba muriendo. Fue una de las compañeras quien hizo la llamada. En el hospital le dijeron que Paola iba a morir. Había pasado demasiado tiempo.
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Leer másCon la ayuda económica de su hermana, Albarracín trasladó a su hija a una clínica privada, buscando salvar su vida, pero durante la noche estuvo agonizando, por lo que fue llevada a terapia intensiva. Pero ahí murió. Hoy, tendría 33 años.
En el hospital, Albarracín se enteró del motivo de su hija para suicidarse, según contó en la audiencia de 2015. Una reportera de televisión que seguía el caso le sugirió denunciar a Espín por abuso, algo que luego corroboraron las amigas de Paola.
Tras saber esto, Petita solicitó al personal responsable de la autopsia verificar si Paola estaba embarazada. La respuesta fue mostrarle el cuerpo abierto de su hija, para supuestamente demostrar que su útero estaba vacío.
Al día siguiente, el padre de Paola colocó una denuncia y, en octubre de 2003, Albarracín formuló la acusación penal particular en contra de Espín, por acoso sexual, violación e instigación al suicidio.
Sin embargo, solo se investigó el acoso sexual, haciendo omisión a las acusaciones por los otros dos delitos. Y, aunque existió una orden de detención contra Espín, esta nunca se efectuó, alegando que se encontraba prófugo, aunque se sabía —como adujo Catalina Martínez en la audiencia de 2015— que nunca salió de Guayaquil.
Espín fue destituido por abandono del cargo. En 2008, la orden de detención en su contra prescribió. Hoy, no se sabe qué pasó con él.
Paola no fue la única víctima. Tras su muerte salieron a la luz casos similares de otras estudiantes. Incluso, una profesora reveló que había sufrido acoso sexual. En todos, el agresor era el vicerrector.
La violencia sexual contra menores sigue siendo alarmante en el país y en la región.
Según Unicef, más de un millón de niñas y adolescentes en América Latina ha sufrido abuso sexual. En Ecuador, ocho de cada 10 víctimas de abuso sexual son niñas menores de 14 años, dice el informe Vidas Robadas, de Fundación Desafío. Este abuso suele ocurrir en entornos cercanos, como la familia y el colegio.
La defensa busca no solo la reparación integral para la familia, sino también crear mecanismos que permitan establecer estándares obligatorios sobre consentimiento, así como de prevención y atención de la violencia sexual. Esto podría sentar un precedente en la región.
La Corte IDH deberá dictar la sentencia en un año.
Las noticias desdibujaron los abusos sexuales como relación amorosa
En 2003, la Dirección Provincial de Educación del Guayas emitió un informe concluyendo que la evidencia demostraba que Paola se enamoró del vicerrector y que no existía certeza de que él hubiera motivado o correspondido dicho enamoramiento.
Ese argumento fue no solo utilizado para deslegitimar la denuncia y la honra de Paola, sino que además fue replicado en diversos medios de comunicación. Una noticia publicada en un diario guayaquileño en 2002 habla de “un amor no correspondido” como la “causa principal” para que Paola y otra dos jóvenes (en otros casos) se quitaran la vida ingiriendo diablillos ese diciembre. “La desesperación que hace una semana sentía Paola Guzmán, de 16 años, la llevó a tomar la fatal decisión, más aún, al conocer que estaba esperando un hijo de Bolívar Espín Zurita, vicerrector del colegio Manuel Martínez Serrano, donde cursaba el quinto año”, dice el artículo.
Paola fue, además, representada como “seductora”. Poco se habló de la diferencia de edad entre ella y Espín y de las asimetrías de poder entre ambos, que configuraban esa relación como abuso.
Espín tenía 64 años. Paola, 16. Según el Código de la Niñez, “constituye abuso sexual todo contacto físico, sugerencia de naturaleza sexual, a los que se somete un niño, niña o adolescente, aun con su aparente consentimiento, mediante seducción, chantaje, intimidación, engaños, amenazas, o cualquier otro medio”.
Amiga de Paola
Un programa de televisión nacional realizó un reportaje con dramatizado en el que, indirectamente, se creaba la idea de que la adolescente había buscado la situación y que estaba plenamente consciente de lo que sucedía.
“Cuando nos dijeron que había muerto nos siguieron mucho las noticias y recuerdo que trataban de acusar en vez de defender a Paola”, recuerda Vanessa Troncoso, quien describe a Paola como su “mejor amiga”. Fue ella quien llamó a Petita Albarracín desde el colegio, cuando la joven estaba grave.
“Ese video que hacen del colegio, que lo hacen como una novela, lo hicieron mal. Me la perjudicaron más a mi hija, porque no era así. Dan a entender que ella lo buscaba, que ella se salía del aula, cuando no era así. Paola era una niña humilde, sencilla”, dijo Albarracín en la audiencia de fondo de 2015, cuando se presentó el caso ante la Corte IDH.