El papa abre la Iglesia a los divorciados vueltos a casar
Francisco pidió ayer por una Iglesia que sea menos rígida y más compasiva hacia los católicos “imperfectos”, como aquellos que se han divorciado y vuelto a casar, diciendo que “nadie puede ser condenado para siempre”.
Francisco pidió ayer por una Iglesia que sea menos rígida y más compasiva hacia los católicos “imperfectos”, como aquellos que se han divorciado y vuelto a casar, diciendo que “nadie puede ser condenado para siempre”.
La esperada segunda exhortación apostólica de Francisco, ‘Amoris Laetitia’ (‘La alegría del amor’), de 260 páginas, fija las líneas de la Iglesia sobre la familia y el matrimonio e invita ante todo a “acompañar, discernir e integrar”.
“La Iglesia se acerca con amor a aquellos que participan en la vida de esta en una forma imperfecta”, sostuvo Francisco, incluyendo en esa categoría a aquellos católicos que conviven sin estar casados, a los que se casaron solo en una ceremonia civil o aquellos que se divorcian y se vuelven a casar.
El documento es el fruto de dos ciclos de consultas y de dos tensos sínodos celebrados en 2014 y 2015 sobre la crisis que vive la familia ante las transformaciones de la sociedad.
Francisco invita a la Iglesia a hacerles sentir a los divorciados que se vuelven a casar “que son parte de la Iglesia” y recuerda claramente que “no están excomulgados”.
Si bien no se nombra explícitamente la admisión a la eucaristía en el texto, en una nota a pie de página se hace referencia a los sacramentos. Se desprende que los sacerdotes deberán evaluar “caso a caso” a los divorciados y las parejas sin casar que deseen comulgar.
En el texto, Francisco acepta las uniones prematrimoniales como un paso adelante “hacia el camino de la plenitud del matrimonio y de la familia” y reconoce las numerosas razones por las que las parejas, según el contexto social y cultural, deciden convivir.
“En el documento se siente la experiencia personal del papa argentino, quien ha vivido cerca a tantas familias con dificultades”, comentó el cardenal austríaco Christoph Schonborn, quien presentó el texto ante periodistas en el Vaticano.
El purpurado elogió “la fuerza autocrítica” del papa, quien reconoció la rigidez de la Iglesia como uno de sus defectos.
“Durante mucho tiempo creímos que con solo insistir en cuestiones doctrinales, bioéticas y morales (...) ya sosteníamos suficientemente a las familias”, admite Francisco.
Por primera vez, un texto oficial del Vaticano, elaborado por un papa, habla de erotismo. “La sexualidad no es un recurso para gratificar o entretener... El más sano erotismo, si bien está unido a la búsqueda del placer, supone admiración, y por eso puede humanizar los impulsos”, reconoce.
En otro capítulo, el santo padre reitera que toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser “respetada en su dignidad” procurando evitar “toda discriminación injusta”. Pero, considera “inaceptable” la equiparación de las uniones homosexuales con el matrimonio entre un hombre y una mujer, y rechaza las presiones para que algunos países lo instituyan. También arremete contra la definición de “sexo seguro”, ya que considera que “transmite una actitud negativa hacia la finalidad procreativa natural”, y defiende el rol de la virginidad, en su opinión “una forma de amar”.