El papa Francisco reza ante el “muro de la muerte” en el que fueron ejecutados miles de judíos, durante su visita al campo de concentración nazi de Auschwitz, en Oswiecim, Polonia.

Papa pide a Dios en Auschwitz que perdone “tanta crueldad”

Sentado en un banquillo cerca de la puerta de entrada al campo de exterminio de Auschwitz en Polonia, el Papa Francisco rezó silenciosamente el viernes por las 1,5 millones de personas, la mayoría judíos, que murieron en las cámaras de gas durante la o

Sentado en un banquillo cerca de la puerta de entrada al campo de exterminio de Auschwitz en Polonia, el Papa Francisco rezó silenciosamente el viernes por las 1,5 millones de personas, la mayoría judíos, que murieron en las cámaras de gas durante la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial.

El tercer pontífice que visita Auschwitz y el primero que no vivió la guerra en Europa, entró andando al campo, pasando por las puertas de hierro bajo el tristemente célebre cartel de “Arbeit Macht Frei”: “El trabajo los hará libres” en alemán.

Visiblemente conmovido ante la visión de las torres de vigilancia de madera, las cercas con alambres de púas y las barracas de los reclusos, se sentó para rezar en silencio por unos 15 minutos. Francisco dijo antes del viaje que decidió que no haría declaraciones, ya que el silencio era la mejor forma de rendir homenaje a los muertos.

Más tarde, pasó algunos minutos saludando en voz baja a 11 sobrevivientes de Auschwitz, a los que besó en ambas mejillas. Uno le entregó al Papa una fotografía en la que aparecía rodeado por otros prisioneros en un catre y le pidió que la firmara.

El pontífice argentino de 79 años empezó a caminar entonces por los pasillos apenas iluminados del edificio de ladrillos del Bloque 11 de Auschwitz, que albergaba a prisioneros seleccionados para castigos especiales.

Acompañado por ayudantes que portaban pequeñas linternas para alumbrar su camino, Francisco visitó la celda subterránea donde murió el monje franciscano Maksymilian Kolbe después de ofrecer su vida para salvar a un polaco al que los encargados del campo habían seleccionado para que muriera de hambre.

Justo en el exterior de la celda, el Papa escribió en castellano en el libro conmemorativo de Auschwitz: “Señor, ten piedad de tu pueblo. Señor, perdón por tanta crueldad”.

Fuerzas de ocupación alemanas levantaron el campo de Auschwitz-Birkenau durante la Segunda Guerra Mundial en Oswiecim, un poblado ubicado a unos 70 kilómetros de la segunda ciudad más grande de Polonia, Cracovia, en el sur del país. Entre 1940 y 1945, Auschwitz se convirtió en un gran complejo de barracas militares, talleres, cámaras de gas y un crematorio.

Francisco, que ha condenado con dureza el antisemitismo con anterioridad, pasó junto a los hornos crematorios destruidos por los nazis antes de que el campo de concentración fuera liberado por el Ejército Rojo soviético el 27 de enero de 1945.

El Pontífice escuchó en silencio mientras el rabino principal de Polonia, Michael Schudrich, cantaba el Salmo 130 y un sacerdote leía sus palabras en polaco, a pocos metros del final de la vía férrea en la que vagones para el ganado llegaban cargados de cientos de miles de prisioneros.

Se paró frente a cada una de las 23 placas que, cada una en un idioma diferente, rezan: “Que este lugar sea para siempre un grito de desesperación y advertencia para la Humanidad”.

Tras saludar a unas 25 personas que habían sido honradas como “Justos entre las naciones” por ayudar a salvar judíos, Francisco se fue de forma tan silenciosa como llegó.

Reuters