Situación. Una de las lagunas está seca, y el sedimento y la basura a simple vista. La administración colocó una cinta para evitar el ingreso al área.

El parque Samanes en proceso de recuperacion

Las camineras, juegos y canchas fueron atendidos. Las lagunas con agua turbia mantienen las quejas de los visitantes.

La ilusión con la que llegó la familia Macías - Huanca al sector de las lagunas en Samanes mermó al observar un panorama distinto al que habían visto hace dos meses. El agua turbia con la que se encontraron la mañana de ayer distaba de lo que ellos recuerdan. “El agua era más clarita y los peces se veían con facilidad. Eran grandes, de colores, por eso trajimos al niño para que los conociera”, comenta Isabel Huanca, mientras abraza al pequeño Anthony de tres años.

La familia Peñarrieta, que vino a vacacionar a Guayaquil desde Cayambe, no pudo alimentar a los peces de la otra laguna; un cerco de cintas amarillas con la leyenda de peligro les impidió el paso a Rosa, madre de Geancarlos y Jeremy, y tía de Wendy y Micaela.

Samanes, el parque ícono que el Gobierno pasado inauguró en Guayaquil, presenta cierto descuido en algunas de sus áreas, el más evidente las lagunas, pero también hay basura regada, maleza, vegetación seca y hace unos meses daños en las canchas y camineras, situación que fue superada con el mantenimiento realizado hace poco, explica la Dirección de Comunicación de Inmobiliar, que administra este sitio.

De acuerdo con la entidad, el estado de turbidez del agua de las lagunas se debe a que se succiona el líquido desde pozos profundos, por lo que llega con sedimento y es normal que se vea así, de color café, sucia. Para la segunda laguna, prácticamente seca, hay otra explicación: se está vaciando porque entrará en proceso de limpieza, que se realiza mínimo dos veces al año.

Sin embargo a los visitantes les queda la duda. Para Martha Daquilema, quien asegura visitar frecuentemente el parque, es raro que se diga que siempre ha habido agua sucia en los lagos, cuando recuerda perfectamente que antes se veía más limpia.

“El proceso de limpieza de las lagunas toma de una a dos semanas, desde que se vacía hasta que se extrae manualmente el sedimento que queda. Previo a ello se recogen los peces y se los coloca en la otra laguna, por eso no se limpian ambas a la vez”, explica Édgar Duarte, del área técnica del parque.

La institución explica que hasta hace unos meses la condición del parque no era la más óptima: los juegos infantiles estaban destrozados, las máquinas biosaludables dañadas al igual que el mobiliario e incluso el césped de las canchas.

“Todo eso se ha ido cambiando y aún seguimos trabajando en el mantenimiento correctivo”, dice el funcionario. Al momento, indica, la administración ha contratado el cambio de mobiliario, mantenimiento de baterías sanitarias, áreas verdes con poda, siembra y resiembra; y limpieza.

Visitantes no ayudan

Que hace falta cultura de cuidado y limpieza. En eso coinciden los funcionarios del parque y algunos de los visitantes que llegan al sitio por su tranquilidad y espacios verdes y deportivos y se encuentran con paisajes deprimentes de basura regada y sumergida en las lagunas.

Miriam Evas, quien llegó al parque por primera vez desde Riobamba, considera que además de la limpieza que deben realizar los empleados, los turistas deben velar se mantenga limpio.

El parque recibe unas 6.000 personas entre lunes y jueves.