Partidos, un filtro poco efectivo
Las organizaciones políticas poco pueden garantizar que sus autoridades no vayan a cometer actos de corrupción. Revaluar los mecanismos de selección
La sombra del sobreprecio en la compra de insumos médicos pasó de los hospitales a salpicar a algunos municipios y prefecturas del país. Lo que pone el ojo, ante la proximidad de unas elecciones, en la efectividad de la gestión que realizan las organizaciones políticas al buscar y escoger a los aspirantes a una dignidad de elección popular.
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Leer másQue los partidos y movimientos políticos sean un primer gran filtro de probidad por el que deben pasar quienes aspiran a dirigir el país, una provincia o ciudad puede ayudar, a criterio de Marcelo Espinel, director de proyectos de la Fundación Ciudadanía y Desarrollo y miembro del Observatorio Legislativo, pero debe ir más allá de la subjetiva calificación sobre si una persona es íntegra o no. “Es necesario trabajar en el fortalecimiento ideológico de los partidos, en el involucramiento de los militantes en la construcción de programas de Gobierno de los partidos, y que los mismos militantes estén en capacidad de auditarlos”.
No solo eso, también la prevención. Espinel considera que cada candidato debería incluir dentro de sus planes líneas claras y auditables de cómo la autoridad, en el caso de ganar las elecciones, va a prevenir que sucedan actos poco éticos. “Es necesario enfocar el accionar político no solo cuando ya suceden los casos de corrupción, sino prevenirlos. Ese es el rol de los partidos que tal vez estamos dejando de lado”.
Si es que hay algún responsable sobre la probidad de los candidatos que representarán a determinada organización política, Espinel apunta su dedo a la militancia y no a la dirigencia. Ya que, en teoría, son las bases las que escogen a los candidatos en procesos de elecciones primarias (aunque en la práctica la realidad es distinta). En esa misma línea, el analista y consultor político, César Luis Barthelotti, considera que el problema radica en la “nula ejecución de las primarias partidistas” como un primer filtro para la elección de candidaturas y como un espacio de escrutinio público inicial al que deberían someterse los aspirantes. “Adicionalmente a ello, la nula formación de liderazgos políticos en los partidos hace que tengan que recurrir a figuras de pantalla conocidas pero sin experiencia política ni formación, ello ahonda en la posibilidad de estos actos”.
El problema radica en la nula ejecución de las primarias partidistas, que serían el primer filtro democrático para la elección de candidaturas, con lo que el candidato tendría un escrutinio público inicial.
Está claro que las organizaciones políticas no pueden garantizar que sus candidatos y eventuales autoridades electas cometan actos poco éticos (como no pagar impuestos) o de corrupción, y lo reconocen. “No podemos garantizar el desempeño de un candidato... ni ir al fuego por nadie”, comentó el presidente nacional del Partido Sociedad Patriótica, Gilmar Gutiérrez.
No se puede meter las manos al fuego por otra persona. Uno no es adivino, no se sabe cómo va a actuar. Tenemos una comisión que revisa la hoja de vida y antecedentes.
Lo que también aceptan es que, a la luz de estos recientes actos de corrupción que empaña la gestión de algunos alcaldes y prefectos, deben repensar los mecanismos de elección de aspirantes para reducir, al menos un poco, el margen de posibilidad de introducir en las listas a personas poco probas.
El director nacional del movimiento Centro Democrático, Enrique Menoscal, cree que ese cambio debe empezar por pensar a las organizaciones políticas como instituciones. “Hay una crisis de partidos. El problema es que el partido no funciona como institución para que esté activo los 365 días del año. Se activan seis meses antes. Hay que repensarnos”.
Como partido tratas de buscar gente proba, pero en una elección local debe buscar 221 alcaldes, 23 prefectos, cerca de 8.000 concejales. Decir que todos son probos es complicado.