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Partidos políticos débiles de Ecuador dinamitan las posibles terceras vías
La política ecuatoriana se estancó entre correísmo y sus ‘antis’. Los ‘outsiders’ fracasaron sin un movimiento sólido
Desde que Rafael Correa asumió el poder en 2007 y lo dejó 10 años después, Ecuador parece estar atrapado en una constante: en cada segunda vuelta, la contienda se reduce al correísmo y a un candidato que representa su férrea oposición.
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En 2021, la primera elección sin el correísmo en el poder, Guillermo Lasso se enfrentó en el balotaje con Andrés Arauz (RC). Ocurrió después de un ajustado resultado entre Lasso y el candidato de Pachakutik, Yaku Pérez, para determinar quién estaría la segunda vuelta. Al correísmo, su voto duro le bastó para ganar la primera ronda.
Finalmente, Lasso logró la Presidencia en su tercer intento. En las dos elecciones previas, primero contra el propio Correa y luego contra Lenín Moreno, había recogido las banderas del anticorreísmo y prometido una alternativa. Sin embargo, su gestión, sumada a la oposición liderada por el correísmo y el Partido Social Cristiano (PSC) en la Asamblea, además de una creciente tensión social, derivó en la primera “muerte cruzada” de la historia del país. Su proyecto político duró dos años.
Las elecciones anticipadas de 2023 evidenciaron la dificultad de construir una tercera vía. Xavier Hervas, candidato por la Izquierda Democrática (ID) en 2021, sorprendió al alcanzar el cuarto puesto en la votación, lo que permitió a su partido recuperar protagonismo. Finalmente, en 2023, participó con el movimiento Reto y no llegó ni al 1% de la votación.
El futuro de las terceras opciones
La politóloga Angélica Abad atribuye este declive a la falta de estabilidad ideológica en la ID. Según ella, la candidatura de Hervas representó un viraje en el partido: “Era un outsider totalmente contrario a la línea histórica de la ID, que solía contar con políticos de carrera y militancia estructurada”, explica.
El caso de Yaku Pérez siguió una trayectoria similar. Tras alejarse de Pachakutik luego de las elecciones de 2021, en 2023 obtuvo apenas el 3% de los votos. Su figura, que en algún momento se consideró una posible tercera opción, se diluyó.
Pero, a diferencia de la ID, la situación de Pachakutik tiene otro matiz. La politóloga Selene López destaca que el brazo político de la Conaie ha mantenido posturas definidas sobre varios temas. Pero “no necesariamente se ha convertido en una fuerza electoral”, sostiene.
Abad explica que, al ser un movimiento con fuerte contenido identitario y simbólico, su alcance electoral es limitado. “Los partidos mayoritarios suelen ser aquellos que tienden hacia el centro político y logran captar una mayor masa de votantes”, argumenta.
El caso de las elecciones anticipadas
Las elecciones anticipadas de 2023 repitieron el mismo patrón: el correísmo ganó la primera vuelta. Pero esta vez apareció un outsider: Daniel Noboa, quien terminó venciendo en el balotaje a Luisa González.
Ahora, de cara al 13 de abril, la historia se repite: González vuelve a representar al correísmo y Noboa busca la reelección para un periodo completo.
Aunque Noboa y su movimiento ADN son actores recientes en la política ecuatoriana, su estrategia en campaña ha seguido una lógica conocida: activar la fractura entre correísmo y anticorreísmo. Su lema del “viejo Ecuador” ha sido dirigido reiteradamente contra el correísmo.
Para la analista y directora de la Fundación Politeka, Gabriela Guerrero, este fenómeno responde a un problema estructural: “En Ecuador no ha surgido una nueva representación política debido al fallido sistema de partidos”, explica. La política ecuatoriana está dominada por movimientos personalistas que no logran estructurar una propuesta de nación, agrega.
Los outsiders como Hervas han fracasado por esa razón: No responden a un partido consolidado, según Guerrero.
López, en cambio, identifica otro factor detrás del fracaso de las terceras opciones. Explica que, al centrarse la política ecuatoriana en la dicotomía correísmo vs. anticorreísmo, quienes representan el anticorreísmo no consolidan identidades políticas claras ni sólidas.
“Figuras como Lasso o Hervas desaparecen porque son solo cascarones. No son partidos políticos sólidos, sino estructuras vacías”, afirma. Y esa falta de solidez se debe a que carecen de ideología y de una línea de pensamiento sostenida.
Por su parte, Abad plantea un tercer factor: la proliferación de partidos políticos no ha mejorado la calidad de las propuestas. “Muchos de estos partidos no trabajan en periodos entre elecciones para construir bases políticas”, señala. En su mayoría, aparecen únicamente en campaña y hacen poco por consolidar programas de gobierno.
Así, Ecuador se enfrenta nuevamente a una segunda vuelta entre correísmo y anticorreísmo. Todo esto sin una luz sobre la posibilidad de una tercera alternativa al mismo juego político.
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